XXIX

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Abroché el último botón de mi camisa para luego ajustar mi corbata a mi cuello y ponerme finalmente el saco. Me miré en el espejo arreglando levemente mi cabello. Ya estaba listo.

Cuando salí del baño, Emma terminaba de colocarse los aros, sentada en el pequeño escritorio frente a un bonito espejo. Al verme a través del reflejo, me sonrió de forma genuina y rápidamente se puso de pie.

-¿Qué tal me veo? - dijo dando una vuelta sobre sus pies.

Llevaba un vestido hasta las rodillas de color mostaza, con un cinturón blanco en la cintura. Su pelo caía en ondas por su espalda, y sus labios rojos resaltaban su pálido rostro.

-Hermosa - sonreí y luego me acerqué tomando su mano, obligándola a dar otra vuelta.

Comenzó a reír y luego pasó sus brazos alrededor de mi cuello juntando nuestros labios en un beso.

-Ya es hora de irnos - dijo una vez que nos separamos.

Una semana había pasado desde el encuentro con Elena, y a decir verdad no había podido dejar de pensar en ella.

Se aparecía en cada uno de mis pensamientos y todo lo relacionaba con ella.

Fue una gran sorpresa cuando Emma me contó como la conoció y también como en tan poco tiempo se volvieron muy buenas amigas.

Ambas participaban en proyectos para la caridad, y en una de esas salidas le tocó hacer un pequeño monólogo. Recuerdo haberla visto moviéndose de un lado a otro desesperada porque no sabía como actuar, y más aun cuando llegó con una amplia sonrisa luego de aquella presentación, que había sido un gran éxito. No le pregunté mayores detalles de como lo había conseguido, simplemente me sentí feliz por el hecho de que ella también lo estaba y más el trabajo, no se dio el tiempo, y luego pasados los días olvidamos el tema.

El auto de Liam estaba ya en la calle cuando salimos del apartamento. Elena iba de copiloto y nuestras miradas no tardaron en encontrarse. Se veía hermosa, pese a la poca luz que había.

Nos montamos en los asientos traseros y luego de efusivos saludos arrancó el auto.

Habíamos sido invitados a una cena formal por el termino de la obra que la castaña había representado hace unos días. Definitivamente no esperaba aquella invitación y cuando Emma me la comentó supe enseguida que algo ocurriría. De todas formas accedí inmediatamente y mi novia fue muy feliz.

Cuando llegamos al lujoso hotel en donde se celebraría la cena, mis piernas me traicionaron y casi caigo. Me agarré con fuerza a la mano de mi prometida y le sonreí.

Sentía en mi pecho la loca idea de que hoy pasaría algo. No sabía si era algo bueno o algo malo, solo esperaba que nadie saliera dañado.

Caminamos por los pasillos hasta que llegamos al comedor del hotel, en donde una gran mesa se alzaba ante mis ojos, llena de comida de todo tipo. Mis ojos brillaban ante la maravillosa escena, intentando creer que luego devoraríamos todos aquellos manjares.

Elena tomó la mano de Emma, soltándola de mi lado, y comenzaron a correr quien sabe donde, en medio de risas y tropezones. Parecían dos niñas pequeñas y a decir verdad eran bastante tiernas.

-Son geniales, ¿no es así? - cuestionó Liam. De seguro se había percatado de la sonrisa que iluminaba mi rostro.

-Lo son - dije aun sonriendo como un idiota.

-Elena es una chica maravillosa... - comenzó a hablar, pero yo solo podía ver como aquella muchacha reía y hablaba con tanta facilidad, que solo pude retrocedes hacia mi adolescencia, en donde ella era todo para mi.

Elena •n.h• TERMINADAOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz