Capítulo cinco

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Vale. He de admitirlo. Sinceramente, me he perdido. Opté por no hacerle caso al GPS, esas aplicaciones nunca son fiables. Una vez, quería ir a la playa y me llevó a una cafetería. Sí, tengo que coger el GPS para ir a una playa. La orientación no es lo mío y encima, la playa estaba cerca de donde vivo. No me imagino qué hubiera pasado si hubiera estado más lejos.

Miro por última vez a la calle dónde he mirado cien veces más.
"Psicólogo sur", dice un edificio de color azul al fondo.

Me cago en todo. Más estúpida y no nazco. Llevo como media hora intentando encontrar el edificio y resulta que estaba a cinco metros de mí.

Camino a paso ligero hasta llegar a aquel edificio. Entro sin previo aviso y lo primero que veo es un mostrador. Hablo con la mujer que hay allí y me señala una puerta a la derecha.
Observo a una serie de personas charlando tranquilamente y un poco más al lado, un conjunto de sillas esparcidas en círculo.

-¿Vienes para la sesión de hoy?- me pregunta un hombre con voz cantarina. Asiento- Pues llegas a tiempo. Pronto empezará.

Vuelvo a asentir y como no conozco a nadie, me quedo parada en el sitio dónde estoy.

-Cuando te dije que esperaba volverte pronto, no me refería aquí y ahora.

Me doy la vuelta y lo veo. Al estúpido y acosador del restaurante y al que mi "gran" amiga le entregó mi teléfono.

-¿Qué mierda haces aquí?- pregunto confusa- ¿Andas persiguiéndome?

¿Y si es un psicópata que viene a rehabilitación y por eso me acosa? Miles de opciones pasan por mi cabeza. Suelo ir siempre a por las cosas negativas. Lo miro fijamente.

-En realidad, podría decirse que tú andas persiguiéndome

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-En realidad, podría decirse que tú andas persiguiéndome. Yo llevo aquí más tiempo- dice guiñándome un ojo- Y por si ahí dentro- da toquecitos en mi frente con su dedo- se te está ocurriendo algo malo sobre mí, descártalo todo. Soy un chico bueno.

-Entonces, ¿qué haces aquí?

-Bueno, chicos, sentaos, la sesión va a empezar- nos dice el hombre de antes, que me pregunto que será el que las da.

-Ya lo verás- vuelve a guiñarme el ojo.

Nos sentamos todos en cualquier silla al azar.

-Para las personas nuevas, me llamo Matthew y seré el que dará las clases. Tomaos esto como una especie de expulsión de sentimientos. Imaginad que estáis solos y decidnos todo de vosotros, con soltura. Compartiendo las cosas con demás personas que se sienten como tú, quizás puedan ayudarte.

"No creo que nadie pueda ayudar a nadie, si está roto y destrozado", pienso para mis adentros.

Me escurro en la silla y miro al suelo.

-Comenzaremos a decir nuestros nombres y a decir algo de cada uno- me señala con la cabeza- Empieza tú, ya que eres nueva.

Me levanto nerviosa de la silla. Hablar en alto no es lo mío.

-Me lla-llamo Hillary Stone- Matthew asiente con la cabeza para que prosiga- Mi madre murió hace dos años y, al poco tiempo, mi padre se fue de casa porque no soportaba la idea de vivir en la misma casa a lo que todo le recordara a su esposa- voy perdiendo la timidez con cada palabra que digo- Hace dos años, nos dejaron solos a mí y a mi hermano, que tenía cinco años. Cinco años. ¿A quién se le ocurre dejar solo a un niño de cinco años? Ahora mi hermano crecerá sin el cariño de sus padres. Hace dos años, que tengo problemas de ansiedad por esto. Yo nunca he sido muy sociable ni extrovertida, mi madre era mi única amiga. He estado cuidando de mi hermano estos dos años. Me dejaron cuidarlo porque era mayor de edad y yo no sabía ni conocía a más familia. Tuve que dejar los estudios y buscarme un empleo de camarera para poder cuidarlo. Hace pocos días, que mi prima vino de Brazil y le dije que se llevara a mi hermano por un tiempo. Yo no podría cuidarlo con tanto trabajo. No sabéis lo duro que fue que tu hermano gritara tu nombre desde la ventana del coche- me limpio las lágrimas con el dorso de la mano- Y ahora estoy sola. Completamente sola.

Todos los presentes me miran con la boca abierta, algunos han soltado algunas lágrimas. Vuelvo a sentarme.

Ha estado bien decirle a alguien todo lo que llevo dentro.

-Bi-bien- Matthew habla sorprendido- Gracias por tu confesión, Hillary. Te deseamos mucha suerte en tu vida- dicen todos a la vez- Seguiremos con los demás.

Echo una ojeada a Aaron, quien me está mirando con una sonrisa.

¿Qué le hace tanta gracia?

Juego con el anillo que tengo en mi dedo corazón. No escucho las demás confesiones.

-Es tu turno, Aaron- alzo la mirada y lo veo levantarse.

-Soy Aaron Jones. Hasta hace menos de un año, yo vivía en Carolina del Norte, al otro lado de Estados Unidos. Vivía con mis padres y mi hermana menor. Un día, mis padres y mi hermana fueron a un concierto cerca de donde vivía. Yo preferí quedarme en casa jugando a los videojuegos. A la media hora, mi tía me llamó por teléfono. Ella estaba llorando. Yo le dije que por qué lloraba tan descontroladamente. Me dijo que mis padres habían muerto en un accidente antes de poder llegar al concierto. Mi hermana pudo sobrevivir, pero todavía sigue en el hospital, ella está en coma desde entonces. Cuando pasó lo del accidente, mi tía me dijo que me fuera a vivir con ella a California, que iban a trasladar a mi hermana allí. Y así hice. Me mudé con ella, alejándome de todos mis amigos, mi infancia y...mis padres. Los primeros días, estuve con depresión, ni comía ni bebía. Estuve visitando a mi hermana todos los días y lo sigo haciendo. Al final, logré superarlo y aquí estoy- comenta.

Lo que me sorprende es que lo haya superado tan fácilmente y esté así de contento. No ha derramado ninguna lágrima y fue hace menos de un año. Sin embargo, lo mío fue hace más de dos años y todavía me despierto por las noches nerviosa.
En estos momentos, es cuando siento que soy más débil que el resto de las personas.

|Frágil|® [TO #1]Where stories live. Discover now