Capítulo veintinueve

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-¿Estás segura de esto, Sarah?- oigo la voz de Sarah hablando con ella misma- ¿Completamente segura?

-Ya no puedes echarte atrás- le reprocho soltando una carcajada malvada.

-Eres una rubia mala.

-No soy rubia- digo confusa.

-Ya, pero así la frase sonaba mejor- me guiña un ojo- ¿Cómo podías hacer paracaidismo de pequeña con tu padre? Esto da todo el cague- dice mirando a través de la ventana del helicóptero.

-Es fácil si puedes ser valiente- me mira alzando una ceja- Además, de tantas veces te acabas acostumbrando.

-Si tú lo dices- encoje los hombros y me mira- ¿Cúando hay que saltar?

-Chicas, hora de saltar- nos habla un hombre desde al lado nuestra.

-Supongo que mi respuesta ya ha sido contestada. Sabes que vas a saltar tú primera, ¿verdad? Pero, si salto la segunda, llegaré más tarde en tocar el suelo- muerde sus uñas- ¿Y si me mato? ¿Qué hago, Hillary, qué hago?- me zarandea de un lado a otro y después me suelta.

No le doy tiempo a que vuelva a hablarme o a moverme de un lado a otro como si le hubiera dado un ataque fangirl, cuando abren las puertas del helicóptero y salto hacia el vacío, no sin antes ponerme el paracaídas.
Noto la fresca brisa golpeando mi cara y desde aquí puede observarse cómo algunos pajarillos mueven sus alas y revolotean por el cielo. Las nubes desde esta vista, se ven más claras y mas sedosas, te dan ganas de coger una y aplastujarla.

-¡Se me ha caído un zapato!- oigo la voz de Sarah gritar en medio de todo el cielo. Volteo mi vista hacia arriba y la veo ya en el aire como yo, manteniendo el equilibrio torpemente- ¡Me cago en todo! ¡Maldito viento, el zapato era nuevo!

Suelto varias carcajadas por los comentarios de Sarah, que siempre me hacen reír.

Suelto varias carcajadas por los comentarios de Sarah, que siempre me hacen reír

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Narra Aaron

Camino tranquilamente por las calles del centro de California. Hoy, sábado, las calles y tiendas están a rebosar tanto de padres y niños, como adolescentes y ancianos.

De un momento a otro, siento un fuerte golpe en mi cabeza. Toco la zona afectada, creo que me he hecho un bollo y todo. Observo el suelo buscando cualquier rastro de esa cosa que ha golpeado mi cabeza. Un zapato, un zapato ha caído del cielo y, de todas las personas que hay en el mundo, me tiene que caer a mí.
¿Casualidad o mala suerte?

Cojo el zapato y lo observo detenidamente. ¿Este zapato no es de Sarah? ¿Qué hace su zapato cayendo del cielo y por qué me ha dado a mí?

Lo ignoro todo porque me voy a rayar la mente y sigo caminando, con el zapato en la mano.

(...)

Vuelve a narrar Hillary

Vuelven a llamar a la puerta y yo maldigo internamente mi tardanza de todos los días. Cuando dicen que las mujeres tardan mucho en arreglarse, seguro que lo dicen por mí. Corro velozmente por todo el pasillo hasta, que cuando llego a las escaleras, las bajo muy despacio para no caerme y darme otro golpe como la otra vez. Un rubio de ojos miel muy sonriente se encuentra detrás de la puerta.

-Siento haber tardado tanto, ya sabes que soy muy lenta con esto de vestirme y...

-Hillary, no pasa nada. Está todo bien, ¿vale?- me interrumpe y asiento- Me gustaría preguntarte algo antes de que pueda volver a suceder cualquier otra desgracia. Te he preguntado muchas cosas últimamente, pero esta es totalmente diferente. Escucha con atención, ¿vale? Porque no sé si tendré el valor de volver a preguntártelo- se arrodilla ante mí- Hillary Stone, ¿me haría el grandísimo favor de ser mi novia y la persona con la que quiero pasar el resto de mis días? Si su respuesta es que sí, me haría el hombre más feliz del mundo, si me dice que no, intentaré entenderla y irme por donde he venido, para dejarla tranquila- finaliza.

-Pero yo no te quiero, Aaron- su cuerpo se tensa y se pone más nervioso de lo que estaba- Te amo, tonto- lo agarro del cuello de su camisa y lo atraigo hacia mí para darle un profundo beso. Nuestros labios se mueven al compás, como todas las veces que nos hemos besado- Claro que digo que sí, idiota.

Al separarnos, me toma de la mano y caminamos juntos por uno de los paseos marítimos de California. El reflejo de la luna se refleja en el océano. Muchas parejas pasan por al lado de nosotros de la misma manera.

-¿Sabes qué, Hillary?- irrumpe él en mis pesamientos- Nunca me hubiera imaginado que podríamos estar alguna vez así, los dos de la mano. Siempre intentaba acercarme a ti, pero tú me soltabas otra casa y salías huyendo- relata mirando al cielo.

-Lo siento, nunca se me han dado bien eso de los amigos- admito- Me daba miedo cagarla en cualquier tipo de amistad. Además, me pareciste atractivo la primera vez que te ví. Pero, no sabía para qué iba a ir a buscarte, cuando ni yo misma me encontraba.

-Solo espero que esto no sea un sueño y pueda despertar en cualquier momento- esta vez, mira hacia el "final" del océano.

De repente, pasamos por el hospital dónde he estado ingresada muchas veces y dónde la hermana de Aaron está todavía en coma.

Observo cómo mira el edificio con tristeza y un cierto brillo en los ojos- Aaron, nunca pierdas la fe, los mejores comienzos vienen del peor final.

|Frágil|® [TO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora