Capítulo diecisiete

2.4K 139 8
                                    

Sigo andando con Sarah por las largas calles del supermercado. He tenido que venir con ella obligada porque no quería venir sola, aunque yo necesitaba comprar algo, ya que el frigorífico estaba vacío y yo iba a morir de hambre.

-¿Has visto este chocolate? ¡Es de lacasitos!- mira la tableta emocionada.

-Sarah, me has enseñado como treinta tipos diferentes de chocolate, ¿podemos pasar por otra sección? La cesta comienza a pesar- resoplo.

-Ya voy, aguafiestas.

Pasamos la sección de peluquería y una voz interrumpe mis pensamientos.

-¡Hey, Hillary!- alguien grita a mis espaldas.

Volteamos confundidas, Aaron camina hacia nosotras.

-Houston, tenemos un problema- Sarah habla por un audífono imaginario- Rubio teñido se acerca, repito, rubio teñido se acerca.

-¿Qué haces aquí, guapa?- comenta poniéndose en frente mía.

-Soy bajita, pero no invisible- Sarah lo fulmina con la mirada y Aaron le saca la lengua divertido.

(...)

-Hillary, me gustaría que salieras conmigo esta noche- comienza a contarme Aaron.

-¿De verdad hacía falta que esta persona viniera con nosotras?- me pregunta Sarah refiriéndose a Aaron.

-No hace falta que estés aquí, puedes irte y dejarnos solos- le responde Aaron burlón.

Empiezo a notar que Sarah comienza a cabrearse y es ahí, cuando decido separarlos.

-Deberíais empezar a llevaros bien algún día- me pongo en frente de ellos- ¿Qué tal ahora? Decir qué es lo que odiáis de la otra persona.

-Esto parece una sesión de pareja.

-Odio el tono sarcástico con el que me hablas. Odio tus respuestas vacilantes. Odio que seas tan orgullosa. Odio que me amenazes cuando sabes perfectamente que nunca le haría nada a Hillary, y, sobre todo, odio que me odies- finaliza Aaron.

-Odio tu alegría. El hecho de que todas las personas te quieran me pone enferma. Odio lo cariñoso que eres con la gente y lo meloso que te pones cuando te gusta alguien. Odio que te importe todo una mierda. Odio que me trates como si no existiera. También odio que...

-Vale, creo que es suficiente- interrumpo a Sarah porque sé que no va a parar nunca.

-Ahora, decid algo que os guste de la otra persona- digo orgullosa.

-¿Nada?- fulmino a Sarah con la mirada- Bueno, vale- suspira- Me gusta que trates bien a mi mejor amiga. Me gusta que me sigas el rollo con todas mis bromas o sarcasmos.

-Me gusta lo divertida que eres y lo pesada que te pones conmigo a veces. Me gusta que me hagas muchas veces reír sin quererlo.

Comienzo a aplaudir cual niña pequeña- ¿Lo veis? No era tan difícil.

-Supongo que podremos intentarlo. ¿Amigos?- Aaron estira su mano.

-Amigos- le estrecha la mano.

(...)

-Estás preciosa- vuelve a alagarme y yo vuelvo a sonrojarme.

-¿Quieres parar de hacer eso? Creo que explotaré de vergüenza- me toco las mejillas.

Suelta varias carcajadas y me da un beso tierno en los labios.
Seguimos caminando hacia aquel restaurante que Aaron está empeñado en llevarme. Sí, esta vez he aceptado, estaba harta de comer comida basura, no le hace bien a mi cuerpo.

-Llegamos- un restaurante con una fuerte luz roja invade mi campo de visión.

-Esto parece un puticlub- comento.

Él vuelve a reír y toma mi mano para adentrarnos al lugar. Un mesero nos guía hasta nuestra mesa, que reservó Aaron.

Narra Aaron

Saco la cajita de mi bolsillo y la escondo entre mis manos bajo la mesa para que Hillary no pueda verla.

Hoy sí. Hoy es el día que le pediré a Hillary que sea mi novia.

Vuelve a narrar Hillary

La cena ha sido estupenda. La comida ha estado magnífica, al igual que Aaron. Es la primera vez que no me arrepiento de haber venido a un restaurante. Tengo un trauma con ellos.

-¿Podemos coger un taxi en vez de ir andando? Estos zapatos me están matando- le digo a Aaron.

Él asiente y comienza a mover repetidas veces la mano para atraer la atención de alguno. Después de unos cinco minutos con la mano cansada de moverla, un taxi se acerca a nosotros. Asiente con la cabeza para que entremos y así hacemos. Aaron le da la dirección al taxista y se sienta al lado mía.

-¿Sabes? Me encanta estar contigo, como siempre- entierra mi mano entre las suyas- ¿Te he dicho alguna vez que estás preciosa?

-Unas cuantas- confieso divertida.

Miro hacia la ventana para admirar California de noche. De repente, todo pasa demasiado rápido. Un camión viene hacia nosotros con paso acelerado. El taxista intenta dar la vuelta, pero, es demasiado tarde, el camión ha chocado con nosotros de manera brutal. Mi cabeza se ha estampado contra el cristal por el golpe.

Lo último que logro recordar es la voz de Aaron gritando mi nombre antes de que todo se vuelva oscuro.

|Frágil|® [TO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora