Capítulo veintitres

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-Hillary al teléfono- respondo la llamada alegremente- ¿Hola? ¿Quién es?

-Soy tu peor pesadilla- oigo la voz de alguien al otro lado del teléfono.

Me estremezco solo de pensar en todas las posibilidades que se están acumulando en mi cabeza de personas que pueden ser, la lista llega desde psicópatas a asesinos. Quito el móvil de mi oreja para ver el nombre de la persona que llama. El nombre de mi amiga Sarah aparece brillando en mi teléfono.

-Idiota, me has asustado- suspiro.

Ella suelta una carcajada- Mierda, debería haberte llamado por privado, así no hubieras sabido quién era- chasquea los dedos- Bueno, te llamaba para que salieras de casa, que ya nos vamos.

Asiento aunque no pueda verme y le cuelgo la llamada. Salgo de casa y cierro la puerta tras de mí.
Oh, no. No le he preguntado a Sarah dónde estaban. Soy estúpida, no me juzguéis, el golpe ha debido de afectarme más de lo debido. Seguro, que debido a mi gran orientación- ejem, sarcasmo, ejem- no me perderé.

Camino hacia delante, siguiendo el instinto que no tengo, y veo a los dos parados en el parque de en frente. Dios, te amo.

Después de saludarnos con dos besos y abrazos y todo ese rollo, empezamos a conversar de todo en general.

-¿A dónde tenéis pensado llevarme hoy?- pregunto después de estar unos minutos andando.

-La verdad es que no tenemos nada planeado, solo pasaremos por las calles del centro de California. Las dos solíamos ir mucho por allí- me responde Sarah nostálgica.

Hago una mueca de pena por no poder recordar algo de todos esos momentos. No puedo ni imaginarme de cómo se deben de sentir ellos ahora mismo, que me tienen que llevar a conocer mi propia cuidad y intentar por todos los medios que logre recordar algo.

-Oh, Dios, mío- grita Sarah separando cada palabra y parándose frente a un escaparate- Necesito esa gorra y ya.

Nos acercamos a ella y empieza a señalarme la gorra que le ha llamado la atención.

-¿Has visto el precio? Porque viéndolo podría arruinar a cualquiera- habla Aaron cortando toda esperanza.

-Joder, con esto me quedo pobre- hace un ademán con la mano y se aleja de la tienda.

Me da pena Sarah, se la veía tan ilusionada con aquella gorra, ojalá pudiera comprársela, sería un bonito detalle por todo lo que ha hecho ella por mí.

-¡Bichito!- Sarah grita a medio pulmón en la calle. ¿Bichito? ¿Quién es ese chico?- Oh, no. ¡Tienes la gorra que había en el escaparate!- se abalanza hacia el chico. Él la coge entre sus brazos y Sarah aprovecha y le quita la gorra para ponérsela ella.

Los miro divertida por lo monos que se ven juntos, aunque, a la vez, confusa, porque sigo sin saber quién es ese chico

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Los miro divertida por lo monos que se ven juntos, aunque, a la vez, confusa, porque sigo sin saber quién es ese chico. ¿Será su amigo? O mejor, ¿su novio?

-¿Quién eres?- le pregunto al chico educadamente.

-Veo que tampoco te acuerdas de mí- pone una mueca de tristeza- Soy Trevor, el novio de esta chica tan loca- ella le da un puñetazo en el brazo y él finje haberle dolido.

-Oh- es lo único que logro pronunciar- Y, ¿cómo os conocísteis?

Los dos sueltan una carcajada y Sarah empieza a hablarme- En realidad, nos reencontramos gracias a ti- la miro confusa- Fuimos pareja hace tiempo porque estaba en mi misma academia de baile, pero, nos distanciamos porque yo me rompí un brazo y alguien ocupó mi plaza- rueda los ojos fastidiada- Un día, me dijiste que fuera a un parque para hablar y que me tenías una sorpresa y eso y me encontré a Trevor y a ti allí. Y bueno, me imagino que ya sabrás lo que pasó después. Me pareció muy lindo lo que hiciste y te dije mil gracias después.

-¿Yo hice todo eso?- pregunto. Ellos asienten- A veces dudo de toda la capacidad mental que tengo para algunas cosas.

-Ah, y otra cosa- Trevor nos tiende dos entradas a Aaron y a mí- Sarah y yo actuamos esta noche bailando en el mismo sitio de la otra vez. Si no os acordáis, tenéis la dirección en la entrada- lo dice por mí- Por si queréis venir a vernos.

-Nos encantaría- respondemos los dos a la vez.

(...)

-¿Qué te parece esos dos de ahí?- le señalo dos asientos libres.

-Qué casualidad, son los mismos de la otra vez- suelta Aaron una carcajada.

-¿He venido aquí más veces?

-Solo una, pero sí- caminamos hacia los dos asientos y nos sentamos para esperar la actuación.

Cuando me siento en la silla, una oleada de recuerdos viene a mí, pero, esta vez, tardan en irse. Logro recordar un poco del baile, algo es algo.

De repente, el telón se abre y Sarah y Trevor aparecen a escena. Esta vez, van a actúar los primeros. Le hacen una reverencia al público y se colocan en sus posiciones. No es hasta que empieza la música, que comienzan a bailar. Me petrifico. Seguramente me quedé así la última vez que vine a ver su actuación. Si estuviérais en mis botines, os hubiérais quedado igual. En serio, es increíble la gracia de sus movimientos y piruetas. La gran conexión que tienen los dos dentro y fuera del baile. Lo tanto que se quieren, es increíble.

Quiero alguien así, que me quiera y me respete todos los días de mi vida, aunque no sé si todavía quedarán de esos.

|Frágil|® [TO #1]Where stories live. Discover now