Precipicio

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(I of the storm/ Of monsters and men)


Un escalofrío brutal me recorrió la columna de arriba abajo; podía sentir el pulso en el costado derecho de mi cabeza y joder, cómo dolía, <<¿Dónde estoy?>>, me repetía una y otra vez intentando recordar, aún no abría los ojos pero sentía que todo me daba vueltas mientras la sensación de nauseas se volvía insostenible. 

Mis ojos sumidos en una penumbra absoluta se forzaban a ver, intentando batir las pestañas para levantar los párpados adormilados.

Entonces lo noté.

Algo me cubría los ojos.

Mis brazos se desplazaron veloces para quitarme lo que sea anulaba mi vista, no controlé el movimiento que hice, simplemente el terror se apoderó de mí y con la adrenalina recorriéndome las venas, intenté llevar las manos que estaban sobre mi cabeza con fuerza hasta mi rostro; un grito de dolor se me escapó de los labios cuando el metal me lastimó las muñecas, no entendí hasta unos segundos después que me encontraba esposada.

<<¿Qué está pasando?>>

Intenté levantarme apoyando los pies en el frío suelo que parecía de piedra, me empujé con fuerza para reemplazar la ayuda de mis inútiles manos haciendo mi espalda chocar con algo similar a un tubo, mientras la rabia y el pánico empezaban a nublarlo todo. Mi respiración estaba errática. ¿Es que acaso era uno de esos sueños horribles donde te seguían y tu no podías correr?

Apreté los ojos con fuerza rogando por despertar, pero demonios, todo se sentía tan real, el metal en las muñecas, el frío del piso bajo mi cuerpo, el asqueroso olor a cerveza y orina que me inundaba las fosas nasales. Eso debía ser una pesadilla, no había otra opción, tenía que despertar pero por más que lo deseaba no lograba hacerlo.

¿Dónde estaba?, ni siquiera recordaba qué me había pasado. Apreté los ojos con fuerza y respiré hondo intentando buscar algo en mi memoria vacía.

Y ahí estaban como sombras lejanas, como fotos desteñidas los recuerdos de lo último que vi antes de la nada.

Recordaba la pena, el frío viento mientras andaba en la estúpida bicicleta, la M11 y los ruidosos bocinazos que algunos camiones hacían al pasar de vez en cuando. Golpeé mi espalda contra el tubo que me sostenía, parecía ser una barra de hierro. 

El dolor, recordé el dolor fuerte en la cabeza, un golpe duro, seco, como si me hubiese estrellado contra una puerta. Entonces la imagen de él me cruzó de golpe, recordaba su contextura, su voz. <<Solo caminaba por aquí para dar un paseo>>, joder, él estaba ahí y luego ya no había nada. 

Las preguntas eran miles y no habían respuestas. Sentía mi cuerpo hecho un torbellino de la adrenalina que circulaba por mi torrente sanguíneo.

Ahí estaba yo, aún confundida sin comprender nada, sintiéndome como aquella vez a los cuatro años cuando mis padres no se dieron cuenta de que me había quedado escondida bajo los colgadores de ropa, estuve cerca de una hora llorando, vagando de un lado a otro en el centro comercial porque no aparecían y allí estaba nuevamente vagando en la nada, rogando porque algún guardia de seguridad se acercara a ofrecerme ayuda.

Mi sentidos estaban al máximo de sus capacidades, así que sentía el ambiente introduciéndose en cada célula de mi cuerpo, el olor asqueroso contaminando mis bronquios y los sonidos que me llegaban hasta la retina, casi visualizándolos, desde la gotera en el lado izquierdo del lugar hasta lo que parecía ser alguien acercándose a la puerta.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora