Esplendor

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(Silohuette/ AQUILO)


El doctor Tonra ha hecho unas llamadas en cosa de minutos luego de indicarle a Harry que no puede cubrir mis ojos.

Me siento extrañamente estimulada, como si mi cuerpo estuviera dormido pero mi cerebro captara cada una de las señales que provienen del exterior.

El médico le ha explicado a Harry que no puede vendarme porque debo mantenerme consciente y de cubrirme los ojos, las probabilidades de éxito tenderán a cero. Así que básicamente concluyo que mi vida es lo suficientemente importante como para que estos dos cabrones me pretendan sacar de este lugar a plena luz del día, quizás noche, sin una pizca de seguridad respecto a ello.

¿Por qué? ¿Por qué mi vida es tan importante?

El entendimiento me golpea como un bloque de concreto, sé que todo el miedo de mis primeros momentos en este encierro fue en bano, y ahora que he perdido el terror recibo esta extraña noticia de que ya no debo temer.

Por supuesto no me olvido del hecho que mi vida está asegurada solo por el momento, hecho que puede cambiar en cosa de segundos, pero es un plus que hace dos o tres días no tenía.

Lo que no comprendo es cómo puedo mantener una línea lógica de pensamiento entre todo el dolor que siento mientras me obligo a callar los gritos, es como si el pecho me fuera a estallar de la presión que lo aqueja y al parecer mis ojos lucen más asustados de lo que mi mente está pues el médico me habla con calma para decirme que me relaje o el sangrado se pondrá peor.

Vale quizás si estoy nerviosa, pero es el resultado de las punzadas infinitas que me atraviesan el vientre, el acto reflejo ante la sangre que sigue brotando de mi cuerpo y por sobre todo ante la incredulidad de que estoy por salir. Tengo la sensación de estar durmiendo y de que despertaré en cualquier momento, porque si antes las cosas no tenían sentido, ahora las tienen aún menos.

Harry ha salido de la consulta y a los pocos minutos ha vuelto como un huracán, parece que su cuerpo lleva el viento porque cuando está junto a mí, el aire helado me da un escalofrío que me hace levantar la espalda de la camilla y antes de que haga cualquier otro movimiento, mi mano delgada aprieta su camisa en un puño para que me escuche.

—Afuera... —Busco las palabras pero me es difícil entre todo el caos, intento pronunciar, no obstante mis labios secos se oponen a ello—. ¿Afuera es de noche o de día? —Me observa por dos segundos y su mirada está tan cargada de tristeza que casi puedo escuchar su corazón romperse como respuesta a mi pregunta.

Sus brazos me toman nuevamente para dirigirme a la salida con el señor Tonra frente a nosotros y siento que me apretuja con un poco más de la fuerza necesaria hacia su cuerpo.

—Es de noche —responde mirándome una vez más—, y el cielo está cubierto de estrellas —agrega con una sonrisa melancólica.

Mi corazón bombea con tenacidad, pero lo siento latir en todas partes y en ninguna a la vez. Entonces cierro los ojos, intentando controlar mi ansiedad, buscando su aroma que se oculta bajo el óxido de mi sangre.

—Lepbinia, no, por favor mírame, no dejes de mirarme —habla con histeria mal entendiendo mi acción, pues cree que ya no tengo fuerzas.

Y las tengo, claro que sí, podría absorber la energía de su cuerpo con tal de ver las estrellas hoy. Pero abro los ojos para no preocuparlo más, mientras mi mente divaga, pensando una vez más que me he armado un concepto erróneo de todo, creyendo que todo aquí era como en una película de Hollywood, sin ver más allá de las acciones y palabras.

Soy valiosa para ellos, lo que sea que necesiten, soy el puente que les permite llegar y no logro entender cómo no me di cuenta antes, no dejo de pensar cuanto pude manipular todo con aquella información. Mi terror era más grande supongo, pero en este punto, cuando ya he perdido casi todo miedo, un fulgor me surge en el corazón, como si este me intentara decir "sigue, puedes hacer con ellos lo que quieras".

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