De golpes y otros modos

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(Losing you/AQUILO)


Louis no ha dejado de presionar mi pecho contra el piso y hace un esfuerzo enorme por contrarrestar la fuerza con que yo tiro de él hacia arriba.

Es por esto que no logro ver bien quien más se nos ha unido en el baño para lograr que el hombre, quien segundos atrás me apuntaba con el arma, no me dispare. Por un momento pienso que es Harry, casi como en las películas donde el chico guapo viene y te salva, pero al carajo con eso por dos cosas, punto uno, yo jamás he sido una damisela en apuros y punto dos, ya tengo más que claro que Harry no siempre puede salvarme el trasero.

Y por supuesto, no es Harry, sé de inmediato que no es él cuando la voz que procede desde la entrada da la siguiente orden.

—¿Qué haces? —Jamie suena tan molesto que no entiendo bien el por qué, quizás porque aún no me disparan, quizás por el alboroto en el que nuevamente estoy inmiscuida, sea lo que sea, prefiero esperar en silencio a que algo suceda, a que mande al hombre matarme, o a que me coja por el cabello como suele hacer.

—¡Ella estaba escondiendo a la cría! —Se queja mientras Louis a mi espalda aligera la presión, permitiéndome alzar el torso del piso en su descuido.

—¡Eso no es cierto! —grito ofuscada mirando al hombre, que ahora comprendo, no ha dejado de apuntarme—. ¡Solo me trajeron al baño y la chica estaba aquí! —aventuré en dirección a Jamie, desesperada por convencerlo de que no estaba de aliada con Jessie.

Siento mi cuerpo temblar y un gemido se me escapa cuando Louis me jala del cabello con fuerza hacia atrás, aventuraré con la idea de que es una advertencia para que cierre la boca, pero sus ojos repletos de rabia siguen allí y eso me hace considerar la posibilidad de que lo hace solo para causarme dolor. Es como si de pronto se hubieran llevado al amigo de Harry y en lugar de ello hubieran puesto a este capullo.

—Que se haya escapado es tu culpa hijo de puta —reclama entrando al lugar, pero no en mi dirección sino en la de él y es como si mi mente fuese a explotar en cualquier instante, porque no sé en qué momento Jamie se ha vuelto mi salvador.

Y me siento en una especie de sátira, sé que soy una completa imbécil y una parte de mí solo quiere acabar con todo. De pronto no entiendo por qué intentaba siquiera defenderme de aquel hombre, dejo de comprender por qué no me rindo si ya no quiero absolutamente nada. Entonces comienzo a sacudirme como un animal con rabia, doy puñetazos a Louis que sigue sosteniéndome, y golpeo su rodilla haciéndolo tambalear.

Espero que alguno me golpee, que me cogan del cabello, o mejor aún me disparen en la frente tal como a la chica que sigue tendida a pocos metros de mi posición. Es una palícula de terror, o lo parece cuando el hilo de sangre se ha extendido hasta alcanzar mi palma derecha que se apoya sobre la cerámica una vez más, ante la presión que Louis vuelve a ejercer sobre mí para que me controle.

—Perra mal parida —Escucho al chico del arma, mientras sus pasos se desplazan veloces para llegar junto a mí. Siento el cañón tocando la parte más alta de mi cabeza, y como puedo levanto la vista para verlo a los ojos—. Me encargaré de volarte los sesos.

—Ryan te partiré el culo si le tocas un pelo. —La amenaza aunque parezca increíble, no viene de Louis, sino de Jamie y quiero reírme frente a él y decirle que quien me tocó más que un pelo no fue Ryan.

Sus músculos se contraen a una velocidad increíble, pero frente a mis ojos en cámara lenta. El dedo índice de su mano se mueve como si burlara mis ideas, encogiéndose en una especie de enrolamiento en torno a gatillo y para el momento en que comprendo lo que hace, ya es demasiado tarde.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora