∆ C12: La libreta

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|Narra Katie|

El hombre surgió entre las sombras como si fuese Voldemort. Era de estatura promedio para su edad que calculaba eran unos cuarenta años, gordo de una forma moderada, tez morena y en sus manos sostenía una pistola.

—Imbécil —le susurré. Carl no se despegó de mi espalda.

El hombre había aparecido por mi lado.

—Un gusto conocerlos —dijo con una sonrisa que se me antojó peligrosa.

—Ni se te ocurra tocarnos —advertí apuntándole con mi arma.

El hombre soltó una risa.

— ¿Y qué harás, mocosa?

—Te disparo en la frente —respondí, firme.

Él negó con la cabeza.

—Ni siquiera vengo por ti.

Mi mente tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, le asquearon las intenciones de aquel hombre.

—Si lo tocas te castro, enfermo —apreté el arma con fuerza.

Sentí que Carl se removió. Seguramente ya había entendido la conversación.

—Eres un estorbo.

—Taylor —escuché otra voz. Esa era más ronca y profunda—. Déjalos en paz.

— ¡No! —se negó—. ¡No lo haré!

—Déjalos ir —insistió el otro hombre.

— ¡No! —volvió a negarse—. ¡No esta vez! —nos miró apuntando con su arma—. Tendré lo que me pertene...

Una flecha se clavó justo en el ojo del hombre. Quién sea que le disparó estaba del lado de Carl por lo que me giré para colocarme a su lado. Fijamos nuestra mirada en el oscuro bosque y, de entre las sombras, apareció otra figura masculina.

— ¿Daryl? —preguntó Carl mirando a la nada.

El hombre terminó de salir y Carl sonrió, animado. El sujeto era de altura promedio, le calculaba más de cuarenta años, cabello negro hasta los hombros lleno de sudor y grasa, su vestimenta era tan ruda como la de un motociclista, luciendo una chaqueta de cuero sin mangas. El tipo era fornido y con una mirada igual de asesina que la de Michonne. Solo que la de él era más profunda.

—Qué bueno verte, niño —dijo con la voz ronca y gruesa. Pasó por nuestro lado para escupirle al cuerpo de Taylor—. Se lo merecía.

—Opino lo mismo —comenté.

Daryl me miró enseguida sin ningún tipo de expresión. Haciendo un análisis precipitado, ese motociclista con ballesta era más frío que un iceberg. Y lo digo en serio. Sus ojos marrones y oscuros como la noche estaban fijos en mí intentando leer mi alma o mis órganos. Parecía un tigre admirando a su presa.

—Soy Katie —me presenté, ocultando todo el miedo en lo más profundo de mi ser—. Soy nueva.

El sujeto me observó por un par de segundos para luego mirar a Carl.

— ¿Dónde están Rick y los demás? —fue lo que le preguntó.

Imbécil.

—Papá está con Michonne buscándote —le respondió el muchacho.

— ¿Los demás desaparecieron luego de la cárcel? —asumió. Carl asintió.

— ¿Escapaste sólo? —volvió a preguntar el niño Grimes.

Sentimientos Encontrados. (Carl Grimes)Kde žijí příběhy. Začni objevovat