∆ C33: Expedición mortal.

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|Narra Katie|

— ¿Es aquel? —Tara señaló el edificio bajando de la van.

—Ese es el almacén —confirmó Aiden.

—Esa puerta es la forma más rápida de entrar y salir —indicó Nicholas. Dicha puerta estaba a unos cuarenta metros.

—Deberíamos ubicar todas las salidas por si algo sale mal —propuso Glenn.

—Ya tenemos una —reiteró el viejo—. No hace falta darle tantas vueltas.

—Glenn tiene razón, no sabemos qué puede pasar, necesitamos revisar el perímetro —apoyó el hijo de Deanna.

Nicholas no parecía estar agusto con la decisión, pero no puso objeción.

—Caminante —advertí al ver uno a pocos metros

—Yo me encargo —Noah tomó un rifle, apuntó, esperó unos segundos y disparó.

Un tiro limpio a la cabeza.

Luego de eso, decidimos separarnos en parejas. Estábamos impares así que Glenn, Noah y yo fuimos juntos. Nosotros íbamos a revisar uno de los costados del almacén.

—Me asombró tu puntería —comentó Glenn, felicitando al moreno.

—La práctica ayuda —se encogió de hombros.

— ¿Te ha tocado practicar con Aiden? —curioseó Glenn.

Noah asintió soltando una risa pequeña.

—Fue perturbador —agregó.

—Sí —Glenn se unió a su risa—. Ese chico tiene un problema.

Seguimos con la caminata hasta escuchar caminantes gruñendo. Nos preocupamos así que trotamos al lugar de origen encontrando una valla de alambre repleta de muertos vivientes detrás de ella.

—Ya sabemos por el frente no podemos salir —informé lo obvio—. No es seguro.

Volvimos con el grupo para llegar a la decisión final de que entraríamos por la puerta que dijo Nicholas al inicio. Aiden violó la seguridad de la misma y logramos entrar.

—Espera un segundo más —dijo Glenn deteniendo a Aiden—. Es un lugar grande, podrían haber algunos caminantes dentro.

—Supongamos que sí —el chico apartó la mano del coreano e ignoró su petición—. Avancemos, sean cautelosos.

Sin más que decir, sacamos nuestra arma y una linterna. Recorrimos los pasillos entre los estantes revisando cada esquina, cada caja y pendientes del peligro desconocido. La verdad es que ese lugar era gigantesco, los estantes iban del piso al techo y las cajas también; si íbamos a revisar una por una, no saldríamos nunca de allí

—Tara —Glenn la llamó en un susurro.

— ¿Si?

— ¿Te encargas? —se refería a uno de los pasillos

—Claro.

Mientras hacíamos nuestro trabajo, varios gruñidos nos hicieron detener con lentitud.

—Silencio —murmuró Glenn bajando su linterna y su pistola—. Están atorados detrás de algo.

— ¿Cómo lo sabes? —inquirió Aiden.

—No lo sé —contestó—. Pero no los veo por aquí.

Quizás estaban dentro de una habitación, una oficina.

—De acuerdo, vamos. Estén alertas —indicó el coreano.

Entramos a un pasillo nuevo y, de repente, unos caminantes chocaron contra una valla de alambre, sobresaltándonos a todos.

Sentimientos Encontrados. (Carl Grimes)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz