26. |MARATÓN| "Él no era yo" 1/3

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«Las verdades son tan fuertes como los disparos a quemarropa»

Capítulo 26: Él no era yo 1/3.

Encuéntrame en la casa de tu madre.

Iba en un taxi pensando en que posiblemente esta sería la última vez que me encontraría en uno. Sentada en la parte trasera con algo siempre en que pensar. El día de hoy parecía estar peculiarmente más brillante que todos los demás, que eran la mayoría de las veces, lluviosos y fríos. El día de hoy parecía demasiado feliz para mí, para lo que pasaría hoy. Mientras permanecía aquí no dejaba de pensar en que tal vez debí de despedirme de él con más que un simple adiós, que debí decirle un "te amo" antes de que abandonara la puerta, o quizás de que debía abrazarlo más fuerte, porque probablemente sería la última vez que lo haría. Pero tuve tanto miedo.

Fui tan egoísta.

Tuve mi felicidad entre mis manos y lo único que hice fue estropearlo todo. Tuve la oportunidad de hacerlo todo y en cambio lo menosprecie. Todo por mis inseguridades, mi maldito miedo. Lo único que aliviaba un poco el sentimiento de asfixia que traía desde que me subí a este taxi era que al menos había dejado una nota, y si tenía suerte, sería lo que salvaría la vida de mi hija y la mía.

Seque mis ojos con la manga de mi sweater y le pagué al conductor cuando el auto se detuvo frente a la casa de mi madre. Mis piernas estaban temblando y no podía considerar posible el hecho de poder avanzar más de dos pasos sin caerme. Abracé a mi vientre que aún seguía lo suficientemente pequeño como para camuflarlo en un sweater grande, y me armé de valor para avanzar hasta la puerta. Al girar el pomo la puerta cedió permitiéndome entrar y observar la estancia en el mismo estado que la había visto la última vez que estuve aquí, sólo que estaba a oscuras y la única luz provenía desde la cocina, que sólo iluminaba ciertos puntos del living.

Ya estoy aquí — vocifere después de dar varias respiraciones, cerrando la puerta detrás de mí. El sonido de mi respiración era tan fuerte que era lo único que lograbas escuchar en el silencioso salón, y consideré por una milésima de segundo que esto era una farsa y los mensajes sólo eran bromas pesadas, pero todos esos pensamientos fueron barridos inmediatamente después de escuchar esa voz.

Sabía que serías hermosa — sonó la rasposa voz de un hombre poniéndome en alerta con ese simple comentario. Y al parecer la voz venia de arriba, porque hizo eco en todo el silencioso salón cuando habló. 

Pero, no eras mía — dijo otra voz desde alguna parte del piso de abajo, era terriblemente conocida para mí, era demasiada coincidencia y quería decirme que no era él, quería convencerme de que no era cierto.

Ella pensó que podía protegerte.

Él pensó que podía protegerte.

Dijeron ambas voces a la vez mientras que yo no sabía ni adónde mirar o en que pensar, todo lo que decían, no entendía nada.

Era cuestión de tiempo — dijeron nuevamente a la vez, era una especie de sincronización espeluznante. Vi cómo una silueta se asomaba entre las sombras y bajaba por las escaleras.

Él no era yo — esta vez sí logré divisar al hombre de la voz rasposa, puesto que se había acercado lo suficiente como para que pudiera ver con claridad su rostro. Mis pies trastabillaron a causa del mareo que nubló mi visión repentinamente. Su cabello castaño que ahora traía canas y su barba al descuido me hacía verlo cómo era en realidad, su figura física continuaba siendo la misma. Alta, con musculatura promedio y hombros anchos. Sólo que ahora se veía más demacrado y delgado. Este no era el hombre que recordaba de niña, este hombre nunca haría algo como esto.

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