**BONO**

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Noche en el bar.

Kellan:

— Ya voy saliendo, ¿qué tienes planeado para mí hoy? — pregunté, aún sabiendo cuál iba a ser su respuesta, mientras salía del ascensor para entrar al parqueo del edificio.

— Necesitas relajarte y dejarte llevar, en serio amigo, esa mujercita... ¿cuál era su nombre? — dijo Edward, dándome uno de sus locos consejos.

Edward era mi amigo de confianza, y compañero desde la secundaria. Ahora mismo se encontraba en España. Según él, "dándose un respiro de la vida".

— Sarah — dije con desgane.

Hasta recordar su nombre me ponía de malas. Entré al auto al escuchar el sonido de las puertas al ser desbloqueadas.

— Si, Sarah. Ella te tiene constantemente amargado y tú no eres así, lo sé, te conozco — afirmó del otro lado de la línea. Yo suspiré, él tenía razón, pero no era como si quisiera admitirlo.

— Al grano, Edward — dije colocando el manos libres en mi teléfono.

— Ve a un bar, Kellan. Diviértete, conoce a alguien. No sé. ¡haz lo que quieras!, pero haz algo con esa vida de niño rico que tienes — dijo suspirando, —supongo que de lo cansado que estaba de decirme siempre lo mismo—.

— Bien, me convenciste — dije sonriendo consciente de que no podía verme.

— ¡Si! ¡Dios gracias! — exclamó.

Solté una risita al imaginármelo alzar sus brazos al cielo en señal de satisfacción.

— Si, si, que bien. Tengo que irme. Hay algo que debo hacer.

***
No sé porque demonios estoy haciendo esto. Y tampoco sé porque le hago caso a una persona que ni siquiera se encuentra en el mismo país que yo...

Pero, aquí estaba yo, debatiéndome entre si salir del auto y tal vez, sólo tal vez disfrutar un poco, o encenderlo y pasar la noche con mi aburrida novia, que no hace más que fastidiarme.

Creo que ya saben cuál escogí.

La música del lugar era lo suficientemente alta como para ser escuchada con claridad, pero lo suficientemente baja como para permitir que las personas puedan interactuar entre sí. Había una pista de baile a un costado y frente a la barra. El lugar no era muy grande, pero tampoco es como si fuera una basura. Era bastante acogedor, además de que el servicio era excelente.

— Un Cosmopolitan por favor — dije una vez llegué a la barra.

Algo malo de los bares es que todos te miran como si fueras carnada, y no sólo las mujeres. Algo mucho peor era llegar solo.

— Elección exquisita — una voz acaramelada pero firme habló a mi lado, haciendo que me girara en cuestión de segundos.

Ella me sonrió con sus carnosos labios pintados de rojo aterciopelado. Sus ojos eran oscuros, tan oscuros, que no lograbas diferenciar si tenía pupilas. Su rostro era perfilado, con pómulos altos y nariz respingona. Su belleza era exuberante, mucho más que eso.

¡Hombre reacciona!

Soy muy bueno en eso.

¿Soy muy bueno en eso? ¿Enserio?

Ella rió suavemente mientras que con un movimiento se apartaba su rubio cabello de la frente con elegancia. Y también pude identificar eso, tenía una hermosa sonrisa. 

— Si quieres mi número, guapo, estaré por allí — señaló con la mirada la pista de baile mientras se terminaba su bebida de un trago y caminaba ondeando sus perfectas curvas que estaban siendo abrazadas por vestido azul oscuro que dejaba ver toda la longitud de su espalda. Ese vestido le quedaba demasiado bien como para no despegar jamas los ojos de ella. Ella era hipnotizante.

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