ᴘʀᴏʟᴏɢᴜᴇ

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We were born to die.

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Francia, 1305

— Sal de donde quiera que estés mi pequeño ratoncito, no me hagas ir por ti.

Silencio, eso fue lo que recibió, el hombre sonrió y siguió caminando por las penumbras de aquella casa, quien lo viera pensaría que estaba molesto, pero en realidad adoraba la situación, amaba pensar en su pequeño ratoncito escondiéndose por tener cinco minutos más de vida, porque para su suerte aquel lugar no era tan grande, era de unos simples campesinos muggles por lo que encontrar a la fémina no le sería tan difícil.

A cada paso que daba algo se rompía, como si avisara de su llegada, la última ventana se rompió y con ello su llegada a la última habitación, abrió la puerta y su sonrisa se hizo mucho más grande cuando la vio ahí parada llena de sangre y temblando.

— ¿Por qué tiemblas amor?

— Aléjate de mí. —el hombre rio— No dejare que lo hagas.

— Prometiste apoyarme, ¿por qué me lastimas ahora? —la chica dio unos pasos para atrás cuando lo vio acercarse, pero los pasos de este se detuvieron cuando un ruido llamo su atención— ¿Qué hiciste?

— Debía detenerte.

— ¡Nadie puede detenerme estúpida niña!

— ¡Yo sí!

Ambos se quedaron en silencio escuchando los canticos de las brujas fuera de la casa, la chica tomó algo de la mesa y corto su mano dejando caer las gotas de sangre sobre aquella daga, el hombre rio con aun más fuerza y envió a la chica contra una de las paredes.

— ¿Creíste que podrías contra mí? —preguntó mientras caminaba hacia ella, con un movimiento de su mano la levanto por los aires para volverla a estrellar contra una de las paredes— No quieres hacer esto, amor.

— Lo siento. —susurró y cuando este estuvo lo suficientemente cerca clavo la daga en el estómago del hombre, este miró para abajo y sacó el objeto de su sitio tirándola al suelo, para luego fijarse en sus manos las cuales tomaban un color grisáceo solo entonces alzó la mirada.

— ¿Qué has hecho?

— Detenerte. —respondió, yvio como el cuerpo caía con fuerza para quedarse ahí tendido, los ojos delhombre seguían abiertos observando como la mujer tomaba la daga otra vez entresus manos y se lo clavaba. La imagen de ella cayendo al suelo fue lo último quepudo ver antes de que sus ojos se cerraran y la oscuridad lo consumiera.

Anchor ➳ James Sirius PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora