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No ... yet, but it will be.

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Isabelle no dejaba de morder su pulgar, debía de ser pasada la media noche y ella seguía sin poder dormir. Minerva McGonagall había preguntado sobre Harry Potter, pero solo había recibido la noticia de que había salido junto a otros aurores hacia una pequeña misión para averiguar mas sobre todo lo que estaba sucediendo, pero nadie sabía exactamente de su paradero, pues habían dejado de recibir señales del grupo, aquellas palabras lograron que los nervios e la pelirroja aumentara.

Cuando llego la noche con cuidado de no despertar a ninguna de sus compañeras salió de la habitación hacia la sala de estar, caminó hacia el sofá y se acurruco en el sintiendo las llamas del fuego darle calor, su mirada se había quedado en las llamas de aquella chimenea, sus pensamientos no podían dejar de darle vueltas a lo que había visto, no quería que nada le pasara al Sr. Potter y mucho menos que su familia se enterara que ella supo algo, no quería que los Potter la odiaran. Era difícil de creer que Isabelle Bennett sentía afecto por otra persona que no fuera ella o su familia, pero la verdad es que había desarrollado cierta empatía hacia los integrantes de aquella familia.

Un suspiro salió de sus labios, odiaba ser ella en este momento, poco a poco sentía como si fuera la culpable de las muertes. Odiaba en lo que se estaba convirtiendo, ¿desde cuándo era tan vulnerable? En Salem todos se apartaban cuando la veían llegar, Lisa siempre había mencionado que ella era la abeja reina de aquel lugar, todos querían ser ella, pero ahora estaba ahí sentada deseando ser alguien más. La Isabelle Bennett que parecía gobernar el Instituto de las Brujas de Salem se había ido y quizás eso era lo que más le molestaba de todo esto, haber dejado a aquella chica de lado.

Soltó otro suspiro sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas, subió las piernas al sofá y se quedó ahí estática hasta que algo suave se había posado sobre ella; una manta color rojo la cubría del frio, se abrazó a ella mientras veía como un azabache se sentaba en el suelo.

— ¿No puedes dormir? —preguntó James, su mirada estaba en las llamas que quemaban la madera, mientras que la mirada de Isabelle estaba en él.

— ¿Cómo es tu padre? —contestó ella con otra pregunta dejando desconcertado a James.

— Es... increíble, a veces es algo torpe y despistado, mamá suele siempre reprocharlo por ser así, pero es un gran hombre, estoy feliz que me haya tocado como mi padre.

El nudo en la garganta de Isabelle le había dejado sin habla, James volteo a verla y la miró con atención, observando como sus ojos estaban hinchados y rojos, el azabache sintió como si su corazón se estrujara al verla así.

— ¿Por qué llorabas?

— Yo, no he llorado, es una estúpida alergia. —mintió y él alzó una ceja— Bien, quizás lloré... un poco, por cierto, ¿qué haces despierto? —preguntó para cambiar de tema y James entendió que ella no le iba a decir nada.

— Fred comenzó a roncar, si guardas silencio puedes escuchar sus ronquidos desde aquí. —comentó James y ambos guardaron silencio, escuchando efectivamente un ruido a lo lejos, Isabelle comenzó a reír— No le digas que te conté eso.

— Tu secreto está a salvo —dijo ella—, aun así, no entiendo algo, ¿pensabas dormir aquí?

— ¡No! una vez lo intente y fue horrible —volvió a reír—, pensaba en ir a comer.

— Es media noche...

— Ese nunca ha sido un impedimento, ¿quieres venir? —preguntó y ella con el ceño fruncido acepto, ambos se levantaron y caminaron hacia la puerta, deteniéndose en esta por un momento— Pensaras que quiero aprovecharme de la situación, pero tendrás que pegarte a mí o nos verán.

— Igual nos verán, ni que fuéramos invisibles. —respondió ella y James sonrió, la pelirroja no había notado que entre las manos de James había otra manta, este se la coloco y su cuerpo desapareció dejando solo su cabeza, la cara de ella era épica— Increíble.

James movió su brazo dejándole paso a Isabelle quien caminó hacia aquella extraña capa, el azabache la miró y los cubrió a ambos, el cuadro de la dama gorda fue abierto y ambos caminaron por los desolados pasillos. James caminaba con total confianza por los pasillos, mientras que ella se aferraba al suéter de él, pues ella seguía muy incrédula ante la idea de comer a estas horas, ambos se detuvieron en un pasillo al escuchar pasos, luego de ver como uno de los maestros encargados de merodear los pasillos se alejaba ellos siguieron con su camino hasta la entrada a las cocinas.

— Aquella es la entrada hacia la sala común de Hufflepuff. —susurró James señalando con su dedo la pila de barriles, Isabelle frunció el ceño preguntándose ¿cómo podían entrar los alumnos por ahí? James por su parte sabía que estaba haciéndose esa pregunta, que él se habían hecho el primer año.

La puerta de la cocina fue abierta y ambos entraron, la pelirroja quedó con la boca abierta al ver aquel lugar y la facilidad con la que habían llegado. En Salem eran mucho más estrictas en cuanto a las salidas luego de las horas de clases, cabe recalcar que de cualquier manera ella, junto a otro grupo de estudiantes solían escapar para ir hacia una de las torres más altas, donde varios alumnos se reunían a pasar el rato, claro que era mucho más difícil esconderse de los supervisores, no todos tenían una capa como la de James.

El azabache retiro la capa de ambos y se dirigió hacia un banco, lo movió mientras hacia una reverencia invitando a la chica a sentarse, ella sonrió y tomó asiento a un costado del azabache, ambos quedaron en silencio hasta que escucharon el sonido de alguien apareciendo, Isabelle pegó un brinco, pero se relajó al ver a James sonreír, indicándole que no era nada malo.

— Es bueno verlo de nuevo, amo Potter. —Isabelle sonrió al ver a la elfa doméstica, llevaba un vestido muy bonito junto a unas pequeñas botas, la fémina había visto tan solo a un elfo doméstico en su vida.

— Nada de amo, Cora. —respondió él con una sonrisa sabiendo que por más que este le dijera que no es su amo ella lo trataría igual, aun así, la elfa asintió y miró a la joven de cabellos rojos.

— ¿Es su novia amo James? —el nombrado miró a la chica y negó con la cabeza.

— No... Aun, pero lo será. —susurró y la elfa soltó una pequeña risita— ¿Te molestaría prepararnos algo?

La elfa asintió toda emocionada y se encamino a hacer su trabajo, Isabelle miraba a la elfa y como los ingredientes volaban de un lugar a otro, James caminó hacia la mesa y se sentó frente la chica que en seguida comenzó con un interrogatorio sobre cómo había llegado a este lugar, el azabache estaba feliz de responder cada pregunta de la fémina, sobre todo ahora que podían mantener una conversación sin la necesidad de que este fuera rechazado.

En aquel momento a ninguno de los dos les importaba lo que pasaba fuera de los recintos de la cocina, solo eran ellos dos, dos adolescentes que intentaban contener sus fuertes carcajadas para no levantar sospechas, Cora miró a ambos brujos antes de desaparecer y no pudo evitar sonreír ante la imagen de ambos muchachos riendo como un par de jóvenes enamorados. Aquella noche ambos disfrutaron de una velada improvisada la cual Isabelle agradecía a James, por primera vez en mucho tiempo ella se había sentido normal, sin la preocupación de tener que cargar con muertes anunciadas, incluso podía llegar a sentirse como esas muggles, sin preocupación alguna, por otro lado, James no podría estar más feliz de ser él quien causara ese sentimiento de tranquilidad y paz en ella.

Ambos disfrutaron de la compañía del otro sin tener en cuenta lo que vendría después, una noche de calma antes de la tragedia.

Anchor ➳ James Sirius PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora