ii. xi

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Let's have fun one last
time, Bennett.

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El destello de luz verde impacto contra el pecho de aquel niño, Isabelle cerró los ojos, no quería ver como un hombre tenía tanta facilidad para matar a alguien inocente, el pequeño había estado pidiendo que lo soltaran, mientras las lágrimas caían con fuerza de su ojos, pero ella no podía hacer nada mientras aquellas cosas estuvieran en sus muñecas, aun con sus ojos cerrados escucho el sonido de unas pisadas cerca, lentamente abrió los ojos hasta encontrarse con la mirada de Ferenc, este sonrió y acaricio su mejilla.

— Te advertimos que si tú no lo hacías lo haríamos nosotros. —susurró— Sin tu magia no eres tan poderosa, eres como esos estúpidos muggles.

— Tu madre era uno de ellos, ¿recuerdas? —dijo la pelirroja mirándolo— Irónico que quieras controlar al mundo y matar a los impuros cuando tú eres uno de ellos —sonrió—, al menos yo soy una sangre pura.

Ferenc alzó su mano y el cuerpo de Isabelle se estrelló en una de las paredes. — Podría matarte ahora mismo.

— Hazlo entonces, sabes las palabras, úsalas.

— Suéltala, hermano.

— ¡¿Por qué lo haría?! Debimos matarla hace tiempo.

— Aun no es tiempo, hermano.

El cuerpo de Isabelle cayó al suelo mientras una pequeña risa se escapaba de sus labios, se levantó del suelo y acomodo su cabello, ambos hermanos la miraron pero no dijeron nada, parecía como la chica estuviera volviéndose loca y quizá no era mentira, las voces que Aneska implantaba en su cabeza comenzaban a ser cada vez más fuertes, sumándole las figuras negras que deambulaban en la casa, en ese momento Isabelle ya no sabía que era real y que no, llego a un punto en el que ya no le importaba nada y esa era la razón por la que enfrentar a ese par de hermanos tan susceptibles se había hecho como un método para saber que todo era real.

— Llévatela.

Uno de los brujos la tomó y la llevó al sótano, aunque más parecía un calabozo. Alec siempre la molestaba diciendo que ahí había monstruos, ahora Isabelle creía que eso era verdad, la puerta se cerró y ella se quedó ahí escuchando como más de una persona era atacada, puso sus manos en los oídos, incluso ella veía estúpido hacer eso cuando sabía que no se iban a detener, cerró los ojos y cayó de rodillas, las fuerzas que sacaba para enfrentar a ellos se iban cuando estaba sola junto a todo lo que veía.

Soltó un suspiro y recargó su cabeza en la pared, abrió sus ojos y miró al techo esperando un milagro peo nada llegaba, habían pasado semanas desde que se encontraba ahí y nada había pasado.

— Por favor, haz que se detenga...



─ ✦ ─



La puerta se abrió y los ojos de Isabelle observaron a su amiga con una capa, frunció el ceño y se alejó, hace unos días la había visto junto a ese hombre ayudando a torturar a las personas, todo lo que Isabelle había pensado de ella se esfumaron cuando vio atacar a una mujer, aún peor, cuando ella mismo la había atacado con un crucio.

La Lisa que conocía parecía haberse convertido en un monstruo y no había nada más triste que ver como había preferido irse junto a ellos que luchar en su contra. Ambas se observaron hasta que una de ellas desvió la mirada, Isabelle soltó un bufido cuando vio esa acción en la rubia, muy en el fondo seguía siendo la pequeña liebre delicada con miedo a todo, aun así, Isabelle no pudo evitar sentir un escalofrió recorrer su cuerpo cuando vio la varita de la rubia en sus manos.

— ¿Me tienes miedo Izzy?

— Me das asco, es distinto. —la rubio rio y luego bajó la cabeza.

— Espero que después de esto sigas con el mismo sentimiento. —la pelirroja frunció el ceño otra vez y sintió como sus manos quedaban libres de aquellas pulseras— Dicen que las Putman tienen fama de ser traicioneras.

— Y a las Parris a dañar a otro si eso implica salir ilesas.

— Mataste a una de tus amigas en Hogwarts, recuerdo que ella era la única de la que siempre hablabas bien, lo siento... así que esta es mi forma de pagarte que no me mataras.

— Prometimos cuidarnos, eso hice.

— Y eso hare yo ahora.

— ¿Eres consiente que podemos morir arriba?

— Entonces vamos a divertirnos una última vez, Bennett.



─ ✦ ─



Isabelle jamás había pedido todo esto, ni siquiera el ser bruja, más de una vez había hablado con su madre sobre lo bonito que debía ser un muggle, ir por la vida sin preocupaciones, pero esta era la vida que le había tocado y si se ponía a pensar con cabeza fría no la cambiaria. Una de las varitas se encontraba en su cuello mientras caminaban hacia el salón donde volvía a encontrarse a aquellas personas, detrás de Ferenc vio a Lisa con una pequeña sonrisa, lo que estaban planeando era el intento suicida nunca antes visto pero debían hace algo para salir de ahí antes de que una de ellas muriera, siendo Isabelle la más probable a tener ese final.

— ¡Mi hermosa ancla! —exclamó el azabache, la chica desvió al ver unas siluetas acercarse— Esta noche es especial, tengo que contarte algo antes de comenzar, una pequeña enseñanza.

— ¿Tengo que escuchar otra aburrida historia? solo acaben con esto y listo.

— Mocosa insolente. —dijo Ferenc, pero ella solo sonrió.

— Déjala. —Isabelle rodó los ojos— Me dicen el gran maestro porque todo lo que digo ha sido una enseñanza.

— No me diga, asesinar a personas que no llegan a cumplir su expectativa es una enseñanza.

— Te equivocas pequeña, mi idea es que el mundo sea solo de gente mágica, personas poderosas y que sepan lo que merecen, no quiero a un hijo nacido de muggle que tiene miedo de su poder o peor aún un mago que se limite.

— Muy interesante, va a ser recordado por siglos. —exclamó la chica— Como el hombre que no pudo ni siquiera detener a una chica, ¡Expulso! —gritó enviando al hombre hacia una de las paredes, logrando que los hechizos sean ripiadamente lanzados en dirección a la chica, pero la pelirroja aun cuando sabía que no debía sonrió cuando su amiga lanzó un avada kedavra.

— Ven aquí pequeña ancla. —gritó Aneska, pero ambas chicas ya se encontraban tomadas de la mano intentando detener a cada uno de los presentes y sobre todo los hechizos que enviaban ambos hermanos.

— ¡Incendio! —dijo la pelirroja cuando vio como aquella mujer se acercaba a ellas, lo que ninguna esperaba era que Aneska entrara a la cabeza de Isabelle y comenzara a jugar con su cabeza logrando que el fuego se disipara.

— Te dije que no intentaras jugar conmigo ancla. — la pelirroja puso las manos en sus rodillas y se levantó como pudo, un pequeño papel apareció en las manos de su amiga y ella asintió— Un traidor está destinado a morir, ¿lo sabes?

— Lo siento, aun no es mi hora. —respondió la rubia mientras apretaba la mano de su amiga en una señal de que era momento.

— ¡Bombarda! —gritó Isabelle señalando el techo, Lisa tomó de su mano y ambas desaparecieron. Lo que ninguna vio venir fue la pequeña daga que había sido lanzada en su dirección.

Anchor ➳ James Sirius PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora