Capítulo diez.

7.3K 709 191
                                    


Joaquín espero unos segundos para contestar antes de que la voz de Vany invadiera sus orejas.

-¡¡Hola!!- El saludo efusivo de la chica lo desconcertó un poco pero aun evito colgar como seguramente hubiera hecho en cualquier otra situación donde una acosadora llamara a su celular en medio de la noche con ánimos maniacos al momento de decir un simple "Hola".

-¿Ahora qué?

-Sí, mi día estuvo muy bien, gracias por preguntar ¿Qué tal el tuyo?

-No te pregunte nada.

-Exacto.

El muchacho suspiro llevando la vista al techo. –Eres exasperante siempre, parece que no te cansas de molestar.

-¿A caso hoy estas particularmente de malas? Puedes contarme si quieres, no juzgare, lo prometo.

-No tengo nada que contarte a ti.

-En serio Joaquín, tu ternura me mata. Nunca cambies, eres un amor.

-Vany...

-En poco tiempo le quitaras el trabajo a Barnie.

-Vany...

-Te quiero yo y tú a mí, somos una familia feliz, con un fuerte...

-Eso no existe.

-¿Cómo puedes decir eso? Sépase que tengo cara de indignación ¡Barnie si existe!

-No hablo de eso, además la misma canción dice "vive en nuestra mente" o sea que no es real.

-Que tú no tengas mente o simplemente no pienses no es mi problema. Lunático.

-Ah pero mira quien lo dice, la misma que se esconde bajo una mesa para espiar a un tipo desconocido por meses hasta que la atrapa.

-Lila.-Murmura rencorosa.

-No fue Lila, me lo dijo tu amiguito el de los piojos.

Vany rió al otro lado de la linea mientras Joaquín se contenía de hacer lo mismo ignorando el drástico cambio de humor de la chica. –Es un tic nervioso, eso dice. Se rasca para todo. Yo creo que son garrapatas, eso ya no es normal.

-¿Soy yo o todos tus amigos tienen un tic nervioso referente a su cabello o cabeza?

-Yo me jaló la oreja y lanzo puntapiés desprevenidos, ellos están bien.

-Cada vez tengo más miedo de encontrarme contigo.

-Eso dices ahora... Posdata, estoy guiñando un ojo.

La cara de Joaquín se distorsionó al tratar de contener la risa, sabía que Vany bromeaba, el problema era que lo hacía bastante bien. La chica realmente tenía ese algo para hacer parecer todo lo que estaba haciendo en una cosa entretenida y realista, Joaquín consideraba que eso era inocencia.

-Posdata, estoy vomitando.

-No me importa, ahora te estoy giñando los dos.

-Pues yo estoy vomitando el doble.

-Hablando de vómito, ¿Qué te pareció el pastel de ayer?

-¿Admites que tu pastel fue una basura?

-No, solo admito deje que Pupitiluncio vomitara en la mescla antes de hornearla.

-¡Pero qué asco contigo Vania! No sé si sentirme mal por aceptar el pastel o por el desgraciado que lleva ese nombre.

-Número uno, no me llamo Vania, qué más quisiera. Número dos, el "Desgraciado" es mi perro y déjame aclararte que su nombre es hermoso, yo misma lo cree. Y número tres, era mentira, relájate.

-Pues déjame decirte que el nombre esta horrible.

-Cállate, mis nombres son preciosos, a ti no te gusta nada.

-Oh, claro que sí pero he de admitir que el nombre Pupitiluncio no está en mi lista de favoritos.

-Como sea, sé que lo amas en secreto.

-Ajá... Oye, ¿Puedo hacerte una pregunta?

-La acabas de hacer.

-Esto no- El chico se riñó a si mismo por ser tan tonto y caer en ese clásico pero aun así continuo, su duda era más grande. –Es otra pregunta.

-No Joaquín, no te diré mi nombre completo. Prefiero que me sigas diciendo Vania aunque no me llame así.

-¿De qué hablas? Pff, no iba a preguntar eso.

-¿Entonces que?

-Esto...- ¿Cómo era que hacia Vany para inventarse cosas de último momento? -¿Qué raza es tu perro?

-Esto...- ¿Cómo era que hacían todos para conocer datos como esos? –Es uno de los que ladran. Ya sabes, esos que tienen orejas y mueven la cola.

-A veces no sé qué pasa contigo, por minutos pareces la más inteligente del mundo y otras veces como si te acabaras de drogar con detergente.

-¿Por qué siempre quieres que ingiera detergente? Estas medio ido, que loco.

Joaquín rió. –Como sea.

La muchacha se contuvo de festejar, dos risas en una noche, eso era un gran logro. Estaba a punto de hacer un comentario sobre eso cuando recordó la charla inicial.

-Oye, ¿Qué era lo que decías que no existía?

-Te llamo luego.

-Si me cuelgas juro que...

Había colgado.

-Hijo de su... tierna y dulce mamá- Un suspiro de frustración escapó de los labios de Vany antes deque esta se dejase caer entre sus colchas. ¿Por qué era tan exasperante ayudarlo?

TMR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora