Capítulo veintiuno.

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Era miércoles cuando Lucifer llego dando largas zancadas hasta el escritorio de Joaquín. La chica se posiciono delante de su escritorio con una mano en la cadera y con la otra sosteniendo un celular, pero aun así no recibió ni la más mínima atención por parte del muchacho que tecleaba con aburrimiento en su computador.

-¡Juan!- Chilló humillada. –Tienes una llamada.

Joaquín levanto la vista mirándola con desdén antes de regresar a lo suyo. Era bastante común que Lucy le pasara las llamadas que le llegaban a ella para poder jugar más tranquila algún jueguito de internet.

-No se llama así- La voz de Armando sonaba casi amortiguada por las frituras que masticaba "discretamente" en su boca. Era un hecho que ninguno de los nuevos empleados quería estar ahí, de hecho ni el mismo Joaquín quería estar ahí.

-¿Entonces cómo?- Lucí se meció de un pie a otro tratando de retirase un mechón rosado de la cara aún con el teléfono en la mano.

Armando se encogió de hombros. –No sé pero no se llama así.

-Se llama Joaquín- Una nueva persona se unió a la conversación, el muchacho dejo de teclear y la miró, después de esto Lila solo regreso a lo suyo de vuelta a ignorarlo como había hecho desde dos semanas atrás.

Él ya había tratado de preguntarle por Vany, ella solo le había dicho que no estaba molesta ni nada (como él creía) más bien que era orgullosa, eso fue todo lo que comento, Joaquín no había estado prestando mucha atención al asunto cuando comenzó a recibir mensajes de saludo de Vany, hablaban unas dos líneas antes de que ella le dijera que tenía que irse, "Es la universidad" decía, "Tu ni siquiera sabes escribir puntos suspensivos" respondía, de ahí cambiaban a algo simple y finalmente lo dejaban hasta el día siguiente.

Él no quería que Vany pensara que solo la quería para que le diera consejos y que por ello se alejara pero era algo que todos los amigos hacían, apoyarse. Solo en ese momento lo pensó, si Vany no estaba dispuesta a apoyarlo entonces no era su amiga. Eso le molesto.

-¡Es lo mismo!- No paso mucho tiempo antes de que el chico tuviera el teléfono frete a él, casi tan cerca como si Lucy se lo quisiera meter en la nariz. La chica sonreía de oreja a oreja marcando las perforaciones plateadas que tenía en sus mejillas.

-¿Qué te pasa?- El muchacho retiro la mano de la chica con el ceño fruncido. –Contesta tus propias llamadas.

-Es para ti. Estoy segura de no conocer ninguna Llava.

Al instante en que escucho eso su garganta se secó, ¿Era la misma? ¿Quién más se apodaría así? Era un lugar pequeño, existían grandes posibilidades de que lo fuera.

<< ¡¿La ventana o el balcón, la ventana o el balcón?! ¡Diablos! ¡Aquí no hay ni hay puertas!>>

-Te aconsejo que ya no pidas prestado- Con esto, la peli rosa soltó el aparato en el escritorio del chico y se retiró a jugar "Vistiendo my Little pony".

Joaquín tomó el teléfono con miedo no sin antes dar una rápida mirada a Lila mientras ella se hundía en su asiento en disposición de escuchar la conversación a lo lejos, como quien no quiere la cosa.

Finalmente se decidió. -¿Bueno?

Unos cuantos sonidos al otro lado de la línea y finalmente un suspiro. –Joaquín, ¿Me recuerdas? Soy la chica del hospital.

Su voz le sonó desconocida, tantos años de escucharla hablarle a los niños para contarles historias y chistes pero aun así el escucharla hablar de forma normal en un teléfono era diferente, pero diferente en buena forma, aunque no era una Vany en cuanto a lo animada, lo hacía sentir tranquilo.

-Por supuesto, ¿Ocurre algo con Ali? ¿O...?

-No lo sé, solo iba de entretenimiento no de doctora.

-Claro... Lo siento, ¿Entonces que necesitabas?- Hubó un silencio, Joaquín se sintió tonto. –No por sonar grosero, solo, bueno, ya sabes, es lo normal que lo pregunte. Nunca hemos hablado antes y...

-No te preocupes- Se escucharon más sonidos y susurros. –Quería hablar contigo, me gusta el restaurante francés que está en el centro.

-¿Estas...?

-¿Qué?

-¿Estas invitándome a salir?

-De hecho quiero que tú me invites.

-Oh... Bien, ¿Puedes el viernes a las nueve?

-Te veo el sábado a las ocho. Estaré ocupada entre semana, lo siento.

Y colgó. No se despidió solo colgó, su tono era suave pero brusco, quizá hasta y forzado. Y por milésima vez pensó en Vany, comparándolas.

¿Qué le estaba pasando?

Sacudiendo la cabeza alejo todas esas dudas de su cabeza para pensar nuevamente en su cita, tanto tiempo esperando ese momento, se sentía feliz, muy feliz, aunque sin duda hubiera preferido un mejor escenario para ese evento, aun así no le importaba mucho, tenía lo que quería, o a palabras de Vany, lo que creía querer.

TMR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora