Capítulo veintitrés.

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El día de la cita Joaquín llego a casa más temprano de lo usual, Gina estaba preparando algo en la cocina y Ali estaba acurrucada en su cama envuelta en cobijas, el clima era fresco y aunque él hubiera preferido quedarse a hacerle compañía a su hermanita se propuso ducharse y arreglarse un poco, al terminar se enfundo en un conjunto informal y despidiéndose de todos se encamino a el restaurante que Llava había escogido.

El restaurante estaba lleno pero por suerte se había encargado de hacer una reservación anticipada debido a lo cual pudo entrar sin problemas. Era un lugar lujoso enfocado en la cultura francesa con meseros vestidos al tema transportando platillos de un lado a otro. Llava no había llegado aún por lo que el chico se sentó concentrándose en los detalles de la decoración. Unos minutos después la silla que tenía frente a él se desplego, una chica pelirroja tomo asiento mientras retocaba su maquillaje, la lluvia le había empapado la ropa y algunos mechones de su cabello goteaban. Llava guardo el rímel en su bolso y con una sonrisa aliso la falda de su vestido.

-Disculpa la tardanza- El chico no la escucho, estaba lo suficientemente embelesado viéndola como para prestarle atención. No era precisamente el modelo de belleza despampanante pero aún así conservaba algo que la diferenciaba del resto, viéndola de cerca podía notar que era muy diferente a sus personajes del hospital, incluso sus ojos canela eran más rasgados y pequeños sin aquellas pestañas escénicas. Llava jugueteaba con el borde del mantel mientras él la examinaba, no parecía molestarle en absoluto tener los ojos del muchacho sobre ella.

-¿Está lloviendo a fuera?- Joaquín se ahorco mentalmente por hacer una pregunta tan tonta y más aún cuando Llava lo miró con la ceja enarcada.

-Si.

-Ah...- La conversación no debía morir ahí por lo que Joaquín aclaró su garganta y continúo. -¿Y cuál es tu nombre? El verdadero, quiero decir.

La pelirroja rió un poco. –Soy Lana. Sé que nunca hablamos pero pasabas demasiado tiempo enfrascado en tu celular como para que me pudiera presentar.

-¡Dios! Lo siento, no tenía idea. Sinceramente yo también te quería hablar.

-¿En serio?

-Sí, lo iba a hacer el domingo pasado pero tú no asististe- Su voz se apagó un poco antes de recobrarse. –Tu llamada me cayó del cielo.

-Entonces me alegra mucho haber llamado de lo contrario nunca hubiésemos salido.

Joaquín frunció el ceño juguetón. –Pareceré un cobarde pero te aseguro que si te iba a hablar, de hecho de haberte aparecido ahí yo mismo hubiera sido el que te invitaba.

-Ese es el problema- Llava se distrajo un poco buscando algo. –Ya no iré a ese lugar- La confusión invadió a Joaquín. Finalmente ella saco la mano del bolso con una cajetilla de cigarros en esta, le ofreció uno pero lo rechazo, Llava se encogió de hombros llevándoselo a la boca para momentos después encenderlo.

-¿Por qué?

-Ya no lo necesito, quiero cambiar de carrera y tengo suficientes créditos extra.

-¿Carrera?

Lana soltó una bocanada de humo. –Claro, es un programa.

-Pero tu ibas los fines de semana, ¿Puedes seguir yendo no?

-Es mucho trabajo, llevaba tiempo pensando en dejarlo pero mis calificaciones iban muy mal, además también tomo cursos de actuación, ¿Has escuchado del teatro que está en el centro de la ciudad?

-¿Entonces quien ira con los niños?- Continuo el muchacho ignorando su pregunta, Llava agitle su cigarro en el cenicero mirándolo con aburrimiento.

-No lo sé, son dulces pero no es mi ambiente.

-¿Y Ali?

-¡Oh Dios! ¿La conoces? Esa niña es tan boba a veces, hace reír mucho al resto, una ternura- Joaquín rechino los dientes, sin embargo no dijo nada más, ella ni siquiera sabía quién era la persona por la que el asistía ahí, la desilusión lo embargo, era mentira eso de que le prestaba atención. –Siéndote sincera los niños solo me ven como una ayudante, no me sentía cómoda, hay personas que son más hipócritas fingiendo que todos les agradan y lastimosamente los niños las quieren más. O bueno, quizá solo saben más que yo de la vida y las necesidades de los niños. Ya te dije que no es lo mio, Llava es el personaje que más trabajo me ha costado entender.

-En eso tienes algo de razón pero...

-No me interesa mucho- Interrumpió ella apagando el cigarro. –No se hable más del tema, cuéntame, ¿Qué tal va tu empleo? Me contaron que ejerces en una empresa importante, ¿Te gustan las finanzas?

-Estudie administración de empresas pero estoy trabajando como asesor en una nueva compañía, está en ascenso y aunque no es el mejor trabajo me he encariñado un poco.

Lana rió. -Ridículo, ese empleo es malísimo, me compadezco.

-¿Tú crees?

-¡Por supuesto! Si no consigues un buen empleo mejor ni trabajes.

-Es bueno.

-Es deprimente- Joaquín se lo pensó un poco, eso es lo que él creía al principio.

-Ciertamente sí.

Llava sonrió.

-Deberías buscar otro empleo antes de terminar estancado en algo tan horrible. Luego toda tu familia termina en lo mismo, como algunas personas conformistas que conozco.

-¿Qué personas?

-Los Hawk, ¿has escuchado de ellos?

Ese apellido revivió algo en Joaquín, enojo, decepción, tristeza. Agobiado se levantó de su asiento y con una disculpa salió del lugar, Lana únicamente sonrió, tecleo algo en su celular y siguió a Joaquín a la salida, ambos se fueron en diferentes direcciones pero tenían algo que los enlazaba, el odio hacia esa familia, a un miembro en específico.


N/A: Sé que les puede parecer confuso pero se aclara poco a poco en los próximos capítulos.
Pd: Les diré algo para no confundirlos mucho, Vany no es Llava, lo aclare disimuladamente pero nadie se dio cuenta .-.

TMR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora