Capítulo treinta y uno.

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Primer tono.

Segundo tono.

Tercer tono.

- ¡Buenas tardes!, ¿Con quién tengo el gusto? - Canturreó una efusiva voz.

-¡Holaaa! - Vany arrastró las palabras al tiempo que observaba el celular en sus manos medio confundida, ¿Y Joaquín? -Soy Vany, con "y" griega, aunque yo diría que más bien tiene pinta de egipcia, ¿Y usted?

-Lucifer.

-Ah...... Mmm, bueno - Hubo un silencio de al menos cuatro segundos antes de que la pelinegra volviera a hablar. - ¿Y esto cuenta como llamada a larga distancia? Es que estoy en el super. -Y como si fuera a hacer la revelación el siglo añadió. -En el segundo piso.

La chica de la otra línea se rio al teléfono.

-Para nada, es gratis. Está llamando a TMR, su compañía de celular. La atiene Lucia Fernanda.

Vany soltó un suspiro contenido en respuesta. - ¡Que alivio! Pensé que había vuelto a llamar al culto de mi primo por error.

-No, le aseguro que no estoy en ningún culto- Lucia Fernanda sonaba alegre, como si tuviera que hacer esa aclaración a diario y aquello le pareciera divertidísimo. De pronto Vany se imaginó a si misma con un nombre tan ambiguo, pensó que estaría de lujo, eso hasta que recordó que el suyo ya era bastante ambiguo, se llamaba Vainilla y lo más malvado con la que la habían confundido era con un pastel y ni siquiera un pastel de piña (que claramente era más malo de lo que podría aparentar exteriormente: ahí, quietecito con un trozo de fruta cocida y gelatinosa esperándote en el fondo), sino más bien con una magdalena.

La pelinegra parpadeo al tiempo que pasaba de largo el pasillo de conservas, mirando con recelo a las piñas enlatadas del super.

- ¿Qué necesita? - Preguntó finalmente la telefonista.

-Es que tampoco me sorprendería- Comenzó a explayarse Vany en referencia al asunto del culto, ignorando por completo la pregunta de la muchacha. – Ahí trabaja un amigo que tiene un humor de abeja en esplenda, ¿Sabes?

-¿En serio? ¿Cómo se llama? - A ese punto y aunque Vany no lo supiera, Lucifer se había desparramada en su silla como si hablara con una amiga de toda la vida, al tiempo que enredaba el cable del teléfono fijo una y otra vez en su dedo.

-Joaquín, pero tiene más cara de Esteban.

Lucifer asintió comprensiva. -Bueno, es que en la empresa trabajan tres Joaquín, y dos tienen cara de Esteban. El otro parece más un Hugo, ¿Sabes? Pero no sé, a veces lo veo más como un Víctor.

-Comprendo, pero estoy muy convencida de que mi Joaquín es uno de los Esteban- Explicó Vany y casi instantáneamente se hizó consciente de sus palabras.

¿No creería la muchacha que Joaquín era en serio de ella, verdad? Porque qué vergüenza. Eso le pasaba por estar tanto tiempo con su papá, él siempre le decía "mi" a todo "Mi dinero, mi carro, mi tiempo, mi hija, mi queso" No tenia idea de que se estaba volviendo igual de fastidiosa que él.

Pero la chica pareció pasarlo por alto.

-Mmm- Murmuró deductiva, como si estuviera haciendo un arduo proceso de selección de Joaquines en su mente. -¿Y por qué mejor no me lo describes?

A Vany le pareció buena idea. ¿Qué mejor que una imagen de mente a mente? Como bluetooth pero sin que se conecte automáticamente al taxi que te acabas de subir y reproduzca la canción de los pawer rangers.

-Pues es castaño, tiene los ojos claros, pero no tan claros y la cara ceñuda. Además de pecas, muchas pecas, parece que tiene pulgas en la cara y viste como viejito, y...

Lucifer la interrumpió. -Ahhhh Joaqui. Si, tienes razón. Si parece Esteban.

-Es lo que te decía. ¿Tú piensas que debería decirle así o sonará muy pretencioso cambiarle el nombre? -Seguido de eso se apresuró a añadir orgullosa - Es que ya somos amigos.

-Pues yo digo que si ya son amigos estas en tu derecho de hacerlo. Yo a veces le digo liliputiense a mi novio, es que esta muy bajito. Cuando se enoja me levanto y ya no me alcanza.

-Que fácil la tienes.

- ¿Tu no novio no es bajito?

-No. Ni alto. Es que más bien no tengo, pero al hijo de mi vecino le digo piromaníaco.

- ¿Por qué te gusta? ¿Es como un lenguaje secreto donde le dices que incendia tu corazón o algo así? -La otra chica parecía emocionada, pero Vany se limitó a morderse el labio pensativa.

-No, incendio mi baño un día, pero nada parecido a un corazón. O eso espero.

-Es una pena ¡A mí me encantan los romances de vecindad!

-¿Verdad?- Preguntó de pronto Vany, sintiendo un choque de efusividad, la otra chica asintió al teléfono como si ambas pudieran verse, entonces, la pelinegra continuó. - ¿Has visto el chavo del ocho?

Lucifer estaba a punto de contestar cuando fue interrumpida por otra voz, pero desde donde Vany se encontraba apenas alcanzaba a distinguir una que otra frase: Quítate. Personal. Esteban. celular.

Mientras tanto la pelinegra esperaba pacientemente escuchando el forcejeo por la línea y luego de un tiempo que pareció eterno, el celular se descolgó de nuevo.

-¿Hola?

-¿Joaquín?

-Vany, necesitamos hablar muy claro de las llamadas en horas laborales.

-Justo estaba pensando eso, te llamaba para discutirlo.

- ¿Al trabajo?

- Exiges demasiado, ¿Sabes?- Soltó la chica- ¿Dónde está Luci?

- En su sitio. No sé porque todos aquí tienen la manía de irritarme. Se viene a mi lugar a tomarse fotos todos los días y ni siquiera se sabe mi nombre.

- Es que también tú - Y como quien no quiere la cosa completó. - ¿Nunca has pensado en cambiarlo?

- ¿De qué hablas Vany?- A ese punto Joaquín estaba confundido, como siempre que hablaba con ella.

-Bueno, es una propuesta. Si no estas de acuerdo levanta la mano derecha en tres, dos...

-Vany ni siquiera me estás viendo. ¿Cómo sabes si levanto la mano o no?

-Dos y medio, dos y un cuarto...

-Ya, ya la levante. - Mintió.

-No, no es verdad, dos y un octavo...

- Es suficiente- Joaquín estaba a punto de colgar, pero más temprano de lo que le hubiera gustado, recordó lo que tanto lo había hecho pesar aquel día, fue entonces que con un suspiro penumbroso levantó la mano. -Te prometo que ya lo he hecho.

-Te prometo que te creo.

El chico la escuchó reír al otro lado de la línea y como quien no quiere la cosa, rio también.

Aquello hizo que Vany se emocionara. ¿Por qué? Quien sabe, seguro porque le agradaba que Joaquín pensara que era simpática en lugar de molesta.

¿Joaquín pensaba que era simpática?

Rápidamente apartó esos pensamientos de su mente. Que más daba, se estaba riendo.

Se estaban riendo.

TMR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora