Capitulo doce.

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El chico meneo su cabeza rítmicamente mientras tamborileaba con los dedos en su escritorio caoba. Ese día se sentía peculiarmente de buen humor lo cual todos sabían que no era demasiado común en él.

No tenía idea de que era lo que ocurría solo que estaba muy entusiasmado, su hermanita le había contado hace unas cuantas horas que Gina la llevaría con un doctor muy bueno a las afueras de la ciudad por recomendación de una de las pasantes del hospital al que asistían. Lo mejor es que ese hombre les había dado más esperanzas que las que les habían dado el resto de profesionistas en toda la vida de Ali.

Con esa misma actitud tomó el teléfono en cuanto este sonó y ni siquiera el molesto sonido de la otra línea le quito la sonrisa.

-TMR Servicio de celulares, buenos días ¿Qué necesita?

-Joaquín, esto es urgente. ¿Cómo desatoro mi cabello de la licuadora?

-¿Qué hiciste ahora Vany?

-Todo menos el batido que quería. Ayúdame por favor.

-Espera un momento- Joaquín comenzó a reír. -¿Tienes el cabello atorado en la licuadora?

-¡Te juro que solo me incline poquito!

-Apágala y ya.

-No puedo- La voz de Vany se escuchaba ahogada por el sonido de la máquina, en ese instante la risa del muchacho se detuvo poco a poco.

-Vany, extiende la mano y apágala.

-¡No veo el endemoniado botón!

-¡Desconéctalo!

-¡¿Por qué me gritas?!

-¡Solo desconecta el tonto botón!

-Joa... No puedo.

Joaquín suspiro, esta situación era un tanto extraña e infantil, además ¿Cómo era que la chica había podido marcarle pero no había podido apagar aquella máquina que estaba jalando su cabello?

Estaba tratando de darle instrucciones cuando se escuchó que tocaban la puerta de la casa de Vany, la muchacha suspiro alejando el celular de su boca tanto como pudo, aun así Joaquín pudo escuchar un claro "¡No estoy!" de parte de la chica, sin embargo a pesar de los tontos intentos de esta siguieron aporreando la puerta. Sin más remedio la muchacha grito un resignado  "Siempre si estoy, pasen"

Se escucharon unos cuantos ruidos más y luego unos pasos, Joaquín supo que aquella persona tenía las llaves de la casa.

-¿Qué has hecho Vany? ¡Apaga eso!

Ethan.

El rostro de Joaquín se transformó en una mueca.

-¡No puedo!

-Déjame a mí.

En segundos el ruido se calmó.

-¡Aun tengo cabello!- La alegría era palpable en la voz de Vany, escucho la risa ronca de Ethan cosa que extrañamente lo hizo molestar más.

-Tuviste suerte, solo perdiste unos cuantos, ni siquiera se forma un mechón, mira.

Un suspiro por parte de la chica y después nada, nada de nada. El simple pensamiento de que Vany había cortado su llamada para estar con Ethan lo molesto. Si iba a hacer eso no debería llamarlo.

Joaquín estaba flameante, tomo el teléfono y con una fuerza fugaz lo colgó. A penas un minuto después volvió a sonar.

Él no quería contestar pero teniendo el deber lo hizo aunque de mala gana.

-¿Por qué me colgaste?- Ahora parecía que Vany era la molesta, ¿Cómo era eso posible? ¡Ella había colgado cuando lo dejo hablando solo! –Yo ahí sufriendo mientras quedo calva y tú colgándome la llamada, eres un lunático.

-¿Yo? Es como si no te vieras a ti misma.

-Joa, lo de la batidora fue por estar distraída marcándote ¿Sabes que pasara hoy?

El chico miro el techo blanco de su área con fastidio. –No, no sé qué pasara hoy.

-Prepárate.

-Aja, ¿Qué?

-¿Seguro que quieres saber?

-Solo dilo.

-¿Seguro?

-¿Qué quieres Vany?

-¿Listo?

-¿Lo dirás o no?

-Esto haciendo tiempo, la verdad se me olvido.

-Adiós.

-No cuelgues señorito, aun me tienes que contar lo de ayer. No lo olvides.

-Que tú me hayas contado todo aquello no quiere decir que algo entre nosotros va a cambiar, déjame tranquilo.

-No sé qué te pasa- Su voz titubeo un poco antes de recomponerse. -¿Por qué en veces estas normal y en otras me tratas como si fuera una especie de peste?

-Vany... Yo no quiero que pienses eso. Hoy estoy feliz, siento si te he hecho pasar malos ratos pero debes de comprender que es muy ridículo que llames todos los días, no tiene sentido.

-Para mí lo tiene.

-Eso no importa.

-Bueno- La alegría volvió a hacerse presente en la voz de la chica como si su sutil tristeza anterior hubiese sido una ilusión. –Cuenta las buenas noticias.

-¿Buenas noticias?

-Dijiste que estabas feliz.

-Lo estoy pero es asunto mío.

Joaquín noto un nuevo suspiro al otro lado de la línea. ¿Qué ocurría con Vany?

-Pues yo también estoy feliz- Al ver que el muchacho no respondía la chica continuo. –Estuve teniendo un día muy productivo hoy.

-Tanto que casi pierdes la cabeza literalmente en la batidora.

-No, no seas tonto, ese fue un pequeño imperfecto en mi perfecto día. ¿Sabes que no debes descargar tus problemas en mi persona? Somos amigos ¿No?

No hubo respuesta.

-Lo somos- Afirmó ella.

Joaquín sonrió ante el optimismo de aquella molesta joven.

-Si tú lo dices.

-¡Claro que sí! Oye, me tengo que ir, Ethan quiere bañar a Pupitiluncio, no sabe que su baño es el jueves.

-Adiós.

-Hasta mañana.

<<Hasta mañana>> Repitió el chico mentalmente ignorando el hecho de que lo dejaría para estar con el de los piojos.

Jamás una simple oración lo había dejado tan tranquilo, poco a poco se había acostumbrado a Vany. Eso le aterro.

De inmediato esas ideas se fueron de su cabeza, aquella chica torpe no podía tener lugar en su vida, Vany era de hacerse querer, Joaquín no estaba dispuesto a pensar en más personas de quienes preocuparse, eso tendría que acabar cuanto antes. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde para ello.

TMR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora