Capitulo 96

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Fui a casa, rezando para no encontrarme con mi madre, subí a mi habitación y me quede ahí, encerrada, no quería saber nada de nadie, esta vez estaba destruida.

El sonido de la puerta me despertó, mi cabeza me dolía.

—Hija, abre la puerta—los golpes eran desesperados, me removí en la cama.

— ¡Déjame en paz! —grite con furia, me puse una almohada en la cabeza y volví a caer en el sueño.

— ¿Hal? —una voz me despertó, mire a mi alrededor dándome cuenta que había oscurecido, el dolor de cabeza se había multiplicado, estaba empapada de sudor, me levante de la cama mareada yendo directo al baño, vomitando lo que había comido anoche, me levante y fue lo único que supe.

El frio me despertó, abrí los ojos sintiéndome hinchada y adolorida, mire a mi alrededor y estaba en un hospital, en mi nariz tenía una máscara de oxigeno me la quite oliendo el antiséptico, la maquina a mi alrededor comenzó a sonar fuertemente haciéndome sobresaltar.

— ¡Estas despierta! —dijo la enfermera al entrar, con ella llevaba una bandeja con intravenosas y suero.

— ¿Qué ha pasado? —pregunte viendo como cambiaba el suero.

—Tu madre te encontró tirada en el suelo de tu habitación, no despertabas y aquí estas—explicó pausadamente.

—Me sentía mal—admito recordando haber vomitado.

— ¿Sabes qué día es? —su pregunta me desconcertó.

—Seis de junio...

—Ocho de junio—no dude en reír a su respuesta.

— ¿Me estás diciendo que llevo dos días aquí?

—Sip—me miró y suspiró.

—No sabes el por qué.

—Deshidratación—responde asintiendo.

— ¿Deshidratación? —Volví a reír— ¿Cuándo puedo irme de aquí?

—Hasta que el doctor lo diga—respondió dándome una sonrisa cálida—Te levantaste justo a tiempo para la cena.

—No tengo hambre.

—Debes comer, te sentirás mucho mejor.

Ella se retiró dejándome en la habitación, era grande, demasiado grande para mi, todo era tan limpio, tan blanco por un momento me sentí deprimida, recordando que Estefan ya no era parte de mi. La enfermera regresó minutos después con aquella sonrisa cálida que tenia.

—No son hamburguesas pero te sentirás mejor—dijo poniendo la bandeja frente a mí.

—Lo dudo—suspire levantando la bandeja, en el plato se veía puré de patatas, una ensalada de zanahoria y patatas, sopa y un jugo de durazno.

La enfermera se me quedo viendo un largo tiempo, la incomodidad estaba gobernando la amplia habitación, aun no había tocado la comida, realmente tenia cosas más importante que pensar.

— ¿Ocurre algo? —pregunto incomodándola.

—Uh—miró alrededor—Has tenido pesadillas.

No supe interpretar sus palabras que sonaban a pregunta.

—Ayer cuando estaba de guardia gritabas el nombre de un tal Estefan, una y otra vez, pensé que ibas a despertar pero luego te calmabas y seguías durmiendo—admitió avergonzada, me mordí el labio inferior con fuerza para evitar lo que estaba volviendo a sentir.

Imperdible amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora