Capitulo 140

937 48 2
                                    



Habían pasado unas dos semanas, estábamos los cinco esperando el avión, esta vez la despedida no había sido tan dramática, les había prometido regresar en navidad, iba a ser la primera sin padre en casa y no quería pasarla sola con mi madre, eso iba a ser deprimente, así que con seguridad a mis palabras les hice aquella promesa que mi madre también alcanzó a hacer.

Al llegar, Tony, Nani y los padres de Sebas esperaban por nosotros con un gran cartel de bienvenida, los padres de Sebas eran muy cariñosos y provocaba estar todo el día con ellos, les habíamos contado todo lo que había sucedido en Canadá.

Estaba feliz, demasiado feliz.

Al llegar a casa, me sentí aun más feliz aunque una vocecita en mi cabeza me recordaba que teníamos que desempacar todas esas cajas y la felicidad aun así no fue opacada. Estefan y yo subimos a mi habitación, las cosas estaban como las había dejado antes de irme a Canadá.

— ¿Por qué tienes esa cara?—las manos de Estefan acunaron mi rostro.

—Desde que te fuiste de aquí... esta habitación dejo de ser mía—susurre—No he dormido aquí desde entonces.

—Ya estoy aquí para cambiar eso—respondió abrazándome, sus palabras agudizó el nudo que se había acumulado en mi garganta.

—Chicos...—mi madre entró.

—Adelante no estábamos haciendo nada malo—dijo Estefan separándome de su cuerpo, algo que protesté.

—Quería proponerles algo.

— ¿Qué será? —dije esperando todo de mi madre, aunque nos hubiese dado su bendición aun esperaba algo mas, ella era imprevisible.

—Como Estefan decidió quedarse estaba pensando que quizá podía vivir con nosotras, es para que no se quede solo allá y estén juntos...

Era imprevisible, dije.

— ¿Qué opinas, amor?

—La verdad... digo, me encantaría pero no quiero ser una carga...

— ¿Carga para quién? —dijimos mi madre y yo al unisonó.

—Pero eso sí, camas separadas—fruncí mi nariz pero algo era algo y si eso implicaba dormir en habitaciones separadas no importaba lo iba a tener en el mismo techo.

—Está bien—respondió asintiendo.

—Me iré a acomodar un poco la habitación, cualquier cosa me avisan—y salió.

—Admito que tu madre a veces me da miedo—dijo cuando me di la vuelta para mirarle.

—A mi también.

Y comenzamos a besarnos.

Era inevitable, podía estar entre sus labios toda la vida.


Imperdible amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora