Capitulo Final.

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Gruñí al ver el sol entrar por la habitación, olía a casa nueva y sonreí a eso, era nuestra casa nueva.

Abrí los ojos dándome cuenta que el amor de mi vida no estaba a mi lado, me restregué los ojos para adaptarme completamente a la luz solar y me enrolle en la cobija para ir en busca de Estefan.

Me encamine hacia el pasillo, hasta encontrarlo en la cocina, estaba apoyado del desayunador comiendo un pedazo de pizza, me deslice silenciosamente hasta ponerme atrás de él, rodeándolo entre mis brazos, él dejó la pizza y sus brazos fueron hacia los míos.

—Buenas tardes, amor—habló casi riendo— ¿Quieres comer?

—No te burles, anoche... fue intenso—él se dio la vuelta para verme, sus ojos cayeron a la cobija que rodeaba mi cuerpo.

—Podría ser mejor hoy—me izó sentándome encima del desayunador, yo reí y tome un pedazo de pizza.

—Tenemos muchas cosas que hacer—dije mordiendo la pizza mientras que él deslizaba sus manos debajo de la cobija, encontrándose con mis piernas desnudas—Comprar cortinas, platos, traer ropa...

—Eso puede esperar—sus labios fueron a mi cuello, mandando escalofrío por todo mi ser.

—Esto también—respondí a media voz, no podía concentrar mis pensamientos cuando él se encargaba de besar partes de mi piel sensible a su tacto.

— ¿Estás segura?

Lo mire casi llorando de placer.

—No.

—Lo bueno de vivir solos—dijo mordiéndose los labios deshaciéndose de la única cosa que me mantenía vestida.

Sus manos me sujetaron de la cintura, acercándome a su cuerpo, encajando perfectamente nuestras caderas, sus labios callaron el pequeño gritito de placer que iba a pegar, era increíble, en todo lo que se disponía a hacer, no lo iba a negar, no podía hacerlo.

—Tenemos como cinco minutos—habló de repente, sorprendiéndome.

— ¿Qué pasa en cinco minutos?

—Nuestra familia vendrá a vernos—arrugó su nariz, dándome a entender que tampoco le gustaba la idea.

— ¿Estaría mal si no les abrimos?

Lo meditamos unos cuantos segundos y tuvimos que contener nuestra tensión sexual, si íbamos a hacer esto en nuestra cocina tenía que ser más de cinco minutos, necesitábamos más de cinco minutos.

Me bajó y fuimos a ducharnos rápidamente, tuvimos que ponernos la misma ropa de anoche, habíamos quedado ahí sin siquiera pensar en nada, tampoco que importara ya con su presencia era feliz.

— ¿Qué pasará con tus hermanos? —pregunte sentándome en la cama viendo cada uno de sus movimientos, él se acercó y se sentó a mi lado.

—Se quedarán en Canadá, al menos hasta que me gradué de la universidad—respondió—Mamá seguirá con ellos y con Gabriel, es como lo que estamos haciendo ahora, visitarlos cada cierto tiempo, tener videollamadas.

— ¿Haziele estuvo de acuerdo con esto?

—Me ayudó a convencer a tu madre—admitió riéndose—Mi madre te ama también, no más que yo, Hal, está muy agradecida por todo lo que has hecho, conmigo, con los chicos.

Cuando iba a hablar el timbre sonó y me alegré muchísimo al escuchar nuestro timbre.

—Aun no me acostumbro—dije dando saltitos hasta llegar a la sala.

Imperdible amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora