Capítulo 1

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Varios años más tarde...

NICOLE

La primera vez que vi el nombre del club me reí. Puedo leer el cartel desde mi posición en la larga cola hasta la entrada: BITE (que en inglés significa mordisco). ¿Irónico o tremendamente apropiado?

Poco a poco, avanzo de puesto y llego a la puerta. Un hombre vestido completamente de negro y con cara de amargado me pide mi identificación antes de entrar. Rebusco en el bolsillo de mi chaqueta de cuero negra y saco mi pequeña cartera. Le entrego mi carnet de identidad y lo eleva hasta sus ojos que entrecierra para intentar leer la fecha de nacimiento. Las luces de neón bajo el gran letrero nos iluminan volviendo nuestra piel de un tono rojizo antinatural.

El guardia de seguridad aparta los ojos de la pequeña tarjeta y me mira fijamente. Después llama a su compañero que pasea a lo largo de la cola de las impacientes personas que esperan para entrar. El otro hombre más alto y corpulento camina hacia nosotros.

— ¿Qué ocurre? —pregunta cuando se detiene a mi lado.

El primer guardia de seguridad le entrega mi I.D. y le pide que le eche un vistazo.

— No es falsa —digo molesta cuando el otro hombre alterna la mirada entre la identificación y mi cara.

— Lo sé, pero definitivamente no aparentas tener 22 años —responde él.

— Que puedo decir... me conservo bien —le arrebato el carnet de sus grandes y robustas manos y entro en el club.

No es la primera vez que me pasa. Siempre que voy a algún bar me piden mi identificación. Supongo que es lo normal cuando tu cara está congelada en la edad de 17 años para toda la eternidad. Todavía sigo esperando el día en el que me haga gracia que me digan lo joven que parezco. Espero que llegue pronto...

El local es amplio, pero no me cuesta encontrar a mi amigo André que está apoyado contra la barra.

— Pensé que ya no vendrías —exclama él cuándo me ve aparecer entre los cuerpos que se balancean al ritmo de la música a nuestro alrededor.

— Lo siento. La misma historia de siempre —contesto simplemente pues él ha estado presente durante las muchas veces en las que he discutido con los guardias o los camareros sobre la veracidad de mi I.D.

André se ríe y me tiende su vaso. Lo alcanzo y le doy un largo trago. Conocí a André a finales del primer año de universidad. Es un chico alto y delgado de piel oscura, nariz ancha y labios generosos. Tiene unos bonitos ojos de color chocolate a juego con su tono de piel y lleva el pelo muy corto.

Nos conocimos en una fiesta. Él me invito a salir, yo lo rechacé educadamente. Después nos volvimos a encontrar varias veces por los pasillos de la universidad y no perdió el tiempo. Todas y cada una de las veces me preguntaba lo mismo: ¿qué te parece si tú y yo vamos a tomar algo?... No era muy original que digamos.

En resumen, me cansé de su insistencia y dejé de ser tan amable. En lugar de renunciar modificó su petición y comenzó a preguntarme si podía ser mi amigo. Ni siquiera recuerdo el momento en que dejó de pedírmelo y se convirtió realmente en mi único amigo aquí.

Me he vuelto un poco antisocial después de todo lo que ocurrió hace casi cuatro años. Problemas de confianza y todo ese rollo...

— Este lugar está a reventar —se queja André.

— Acabamos de terminar los exámenes ¿qué esperabas? —me río.

— Cierto —responde él girando los ojos.

Starving of BLOODWhere stories live. Discover now