Capítulo 9

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KILIAN

Todos miramos a André sorprendidos por sus palabras.

— ¿Qué quieres decir? —pregunta César levantándose del colchón. El libro yace olvidado sobre la cama desnuda que pertenecía a la compañera de Nicole.

— En el primer año murieron dos chicos en un extraño accidente de coche —enumera él levantando dos dedos —. En segundo, una chica se cayó del tejado en una fiesta y, en tercero, otra sufrió una sobredosis en su cuarto.

Ahora hay cuatro dedos levantados en su mano derecha.

— Todas ellas parecen muertes normales para mí —comento.

— No lo son. Los chicos iban por una calle completamente recta y de repente perdieron el control del coche dando varias vueltas de campana.

— Tal vez venían de una fiesta y habían bebido demasiado —sugiere Nicole a mi lado con los brazos cruzados.

— No, acababan de salir de clase. Nadie entendió nunca que puedo haber ocurrido. Lo de la chica que se cayó del tejado también es extraño. No se sabe que es lo que hacía ahí arriba ella sola y luego está la de la sobredosis. Ella no consumía drogas —finaliza él con cara seria.

— Mierda —susurra Nicole —. ¿Es posible que ellos también estuviesen marcados con el símbolo?

— Es muy probable —asiente César.

Todos nos quedamos en silencio noqueados por la noticia. Podría ser sólo una casualidad pero seamos sinceros, en ninguna universidad hay tantas muertes fortuitas como en ésta. La bruja o brujo causante de esos asesinatos lleva preparando esto durante años. La paciencia y perseverancia necesarias para algo así debe de ser inmensa. Todo ello sólo hace que me preocupe más. Si ha dedicado tanto tiempo para obtener el poder, el hechizo que está preparando no debe de ser nada bueno.

— Cinco muertes —Nicole rompe el silencio —. Eso quiere decir que podría llevar a cabo el ritual en cualquier momento.

— ¿Qué vamos a hacer? —pregunta André.

— Necesitamos encontrar al brujo.

— ¿Cómo? —pregunto.

— André debe aprender a usar la magia.


***

— ¿Crees que ha sido buena idea dejar a esos dos solos? A André casi se le salen los ojos de la órbitas cuando has dicho que nos íbamos —me rio recordando su cara de desesperación. Supongo que no le hacía mucha gracia quedarse a solas con un vampiro.

— Estará bien. Además, mientras César le enseña a usar la magia para poder hacer un hechizo localizador, nosotros iremos a ver a alguien —dice ella caminando de forma rápida por el campus.

Sin más la sigo. Mis ojos recorren su figura desde sus mechones plateados, con los que tantas veces he soñado, hasta sus hipnóticas caderas. Si la situación fuese distinta probablemente ya la hubiese empotrado contra una pared y le hubiese metido la lengua hasta la campanilla. Sí, eso estaría bien. Por desgracia, la misión de búsqueda en la que nos vemos embarcados es demasiado urgente debido a que el hechizo puede llevarse a cabo en cualquier momento. Pero mi mente viaja a ese momento en su habitación cuando los dos estábamos solos. Nicole miraba mis labios con hambre. Ojalá César hubiese tardado más en llegar.

Entramos en un pequeño edificio y atravesamos los pasillos. Parece que Nicole sabe perfectamente donde vamos porque en ningún momento duda sobre qué dirección tomar. Finalmente llegamos a una sala minúscula, sin ventanas y con sillas repartidas frente a un escritorio.

— No hay nadie —comento lo obvio.

— Vendrá pronto —responde ella segura echando un vistazo al reloj de pared junto a la puerta. Son las 23:35.

En lugar de encender las luces, Nicole camina a oscuras por la sala y se sienta sobre el escritorio.

— Cierra la puerta —me pide.

Hago lo que me dice y me apoyo en el borde del escritorio junto a ella.

— ¿Y ahora qué? —susurro en la oscuridad sin razón alguna ya que no hay nadie más a parte de nosotros. Supongo que la situación me lleva a hacer estupideces como ésta.

A pesar de la falta de luz mis ojos captan todo a la perfección, por ello no me cuesta ver como ella se lleva un dedo a los labios y me pide silencio. En ese momento unos pasos resuenan en el pasillo por el que hemos llegado. Alguien se aproxima hacia nuestra posición.

— Sígueme el juego —susurra ella muy cerca de mi oído.

Nuestros ojos se quedan fijos en los del otro durante los segundos que la persona tarda en llegar a la puerta. Una sonrisa llena sus labios antes de que la luz me ciegue durante un instante.

— Hola, profesor —dice Nicole con un tono que jamás le había visto utilizar. Controlado, altivo, petulante...

El hombre, que está de espaldas a nosotros cerrando la puerta, se sobresalta y los libros que cargaba golpean el suelo. Con una mano sobre su pecho se gira y nos observa con los ojos muy abiertos.

— N-Nicole —tartamudea él nervioso.

— ¿No va a recoger eso? —dice ella mirando en dirección al desastre sobre el suelo.

— S-Si, si, p-por supuesto —asiente él rápidamente.

El profesor se agacha y con manos temblorosas comienza a apilar sus libros. Mi ceño se frunce y observo a Nicole. Este hombre está aterrorizado. Su miedo escapa a raudales de su cuerpo y todo desde el momento en que ella ha hablado.

Nicole cruza sus piernas y apoya las manos sobre la madera inclinando su cuerpo ligeramente hacia atrás. Su presencia de repente imponente me deja perplejo. Jamás había conocido a una mujer tan sexy en toda mi vida.

— Estoy buscando a alguien y he pesado que usted podría ayudarme —dice ella bajándose repentinamente de la mesa.

El hombre se queda paralizado al ver que Nicole se acerca y sus ojos saltan entre nosotros.

— Oh, no te preocupes por mi amigo —dice ella divertida —. No va a morderte... por ahora.

Vaya, vaya, vaya... Así que él sabe lo que somos. Como Nicole me ha dicho le sigo el juego dejando que mis ojos se oscurezcan tras sus palabras. El profesor se percata de mi naturaleza no humana y traga saliva de forma audible.

— ¿Qué es lo que necesitas? —pregunta él con fingida seguridad.

— Parece ser que hay un asesino suelto en nuestra preciada universidad —explica ella mientras da vueltas a su alrededor como un depredador rodeando a su presa —. Ha matado a cinco personas incluyendo a mi compañera, Bianca.

— Y-ya te he dicho que no sé nada d-de eso...

— Lo sé, no se preocupe. Lo que quiero es que esté atento por si ve a alguien sospechoso —ella se detiene tras él y desliza su dedo a lo largo de su cuello. El profesor se encoge con su toque pero permanece inmóvil —. Tal vez incluso acuda a sus desagradables seminarios... Cualquier cosa que note fuera de lugar, quiero saberlo inmediatamente. ¿Lo ha entendido?

— S-sí

Nicole sonríe y se aleja hacia la puerta.

— ¿Vienes? —me pregunta.

Engatusado por sus palabras la sigo.

Starving of BLOODWhere stories live. Discover now