Capítulo 14

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Dos semanas más tarde...

KILIAN

— Es suficiente — le recuerdo ya que parece que se le ha olvidado que si bebes demasiado de una persona puedes llegar a matarla.

Nicole separa su boca del cuello de la joven que durante varios minutos ha estado succionando. Ella echa su cabeza hacia atrás y suspira por el éxtasis que la sangre le está provocando. Relame sus labios y me mira con ojos brillantes.

— ¿Un mordisquito? —me ofrece a la chica que se balancea por la pérdida de sangre.

— No creo que la pobre pueda soportar perder ni una sola gota más —le respondo observando la palidez de su piel.

Me aproximo a la joven y le obligo a mirarme.

— Olvida todo lo que ha pasado, ve a casa y come algo antes de ir a dormir. Por la mañana te sentirás mejor —sus pupilas se agrandan obligadas por mis palabras y asiente de forma ausente.

Se aleja a trompicones fuera del callejón en el que nos encontramos. Miro a Nicole que ahora chupa los restos de sangre de sus dedos. Las cosas no han ido bien en estas dos últimas semanas. Desde aquel día en el edificio abandonado Nicole se ha estado comportando de forma errática. Sus cambios de humor impredecibles no son demasiado importantes, pero lo verdaderamente preocupante es la falta de control que ha estado sufriendo.

Nicole es una experta en el control. Siendo un vampiro tan joven siempre ha mostrado un excelente dominio sobre el hambre por la sangre pero ¿ahora?... es como si no le importase. Es la tercera vez que evito que se exceda al alimentarse. Estoy empezando a preocuparme.

— ¿Estas bien? —pregunto retirándole el pelo de la cara.

— ¿Bromeas? Mi psicópata ex-novio ha vuelto de entre los muertos y está desaparecido. La bruja que lo ayudó está empeñada en matarme y en estos momentos está encerrada en mi habitación. ¿Qué si estoy bien? Estoy mejor que nunca —sentencia ella de forma irónica.

Lo que yo decía... está de humor de perros.

— Vamos a arreglar todo esto —le digo convencido.

— Tú no lo entiendes, Kilian. Gabriel me amaba, me convirtió para que pudiésemos estar juntos durante toda la eternidad y a cabio yo lo maté —se aleja de mí y sus manos tiran de su pelo —. Ha resucitado y ni siquiera ha hecho un solo movimiento todavía. ¡Ya han pasado dos semanas! ¿A qué coño está esperando?

— Tienes que respirar —le digo intentando que se calme.

— ¡No puedo! —grita ella desesperada. Sus respiraciones se vuelven cada vez más rápidas y su espalda golpea la pared. Se apoya contra el muro incapaz de controlar los jadeos que no puede dejar de emitir.

— Estás teniendo un ataque de ansiedad —preocupado me aproximo hasta ella y pongo mis manos a ambos lados de su rosto —. Tienes que calmarte.

En lugar de hacer lo que le digo su pecho acelera la marcha y empiezo a pensar que podría desmayarse en cualquier momento si continúa así.

— ¡Mírame! —le ordeno.

Nicole abre los ojos que durante unos segundos había cerrado y me observa. Mis pulgares acarician sus mejillas mientras sujeto su rostro obligándola a mantener su mirada fija en la mía.

— No voy a dejar que Gabriel se acerque a ti... No, ¿sabes qué? Tú no vas a dejar que te controle. Eres la mujer más fuerte e independiente que jamás he conocido. ¿Vas a dejar que un loco te haga perder la cabeza?

Ella parpadea varias veces y parece que se toma su tiempo en procesar mis palabras. Toma una gran inspiración y suelta el aire de forma lenta. Su pecho vuelve a moverse con un ritmo normal mientras Nicole continua sin apartar sus oscuros ojos de los míos.

— Siempre es lo mismo —dice ella.

— ¿Qué quieres decir? —pregunto confundido.

— Cada vez que pierdo el control, cada vez que mis emociones me superan... Tus ojos... —responde ella elevando su mano y posándola en mi mejilla —. Son como un bálsamo que me ayuda a centrarme... me tranquilizan.

Durante unos segundos ambos nos quedamos en silencio mirándonos fijamente. Sus palabras hacen que mi corazón se expanda conmovido. Me gusta saber que ejerzo tal influencia sobre ella.

Soy yo quien da el primer paso. Acorto el espacio que nos separa y la beso con fuerza. Sus labios se abren inmediatamente y nos sumergimos en un beso apasionado en medio de un oscuro callejón donde nadie puede vernos.

Nuestros labios se separan y ella une su frente a la mía.

— Gracias —susurra.

— Voy a estar aquí contigo —le digo sin dudar —. No voy a ir a ninguna parte.


***

— ¡Sacadme de aquí sucios chupasangre! —grita la bruja aporreando la puerta.

Menos mal que André ha hecho un hechizo para insonorizar la habitación.

— No hasta que nos digas donde está Gabriel —le recuerdo por enésima vez.

A mi lado César se mueve a gran velocidad y la aleja de la puerta tirándola sobre la cama. Ella rebota y nos fulmina con la mirada.

— ¡No vuelvas a tocarme o te mataré!

— ¿Con qué? —se burla César —. No puedes hacer magia mientras estés en esta habitación.

Ella aprieta los labios formando una línea recta y se cruza de brazos. Me recuerda a un pequeño duende haciendo una rabieta. Pero no debemos olvidar que ha sido ella quien ha matado a cinco personas inocentes sin dudar y que quiere añadir a una sexta.

André se ha llevado a Nicole a tomar el aire ya que parece que su presencia aquí dificulta las cosas. Mientras César y yo no encargamos de sacarle a la bruja la información que necesitamos.

— No entiendo porque te niegas a ayudarnos —le digo —. Gabriel te ha engañado. Has sido una simple herramienta que ha manipulado a su antojo con el único fin de traerle al mundo de los vivos.

Menudo cabrón.

— Tal vez estaba tan hambriento que no pudo controlarse —se engaña a sí misma.

— No le importas absolutamente nada. Todo lo que te haya podido decir ha sido una mentira.

Sus puños se aprietan sobre el colchón volviéndose blancos en contraste con el tono rojizo que sus mejillas adquieren.

— ¡Es todo culpa de esa perra!

Sin pensarlo demasiado me muevo en un parpadeo y cruzo la habitación. Mis dedos envuelven su delicada garganta y aprieto sin piedad.

— No vuelvas a llamarla de ese modo —escupo.

Una mano cae con fuerza sobre mi hombro llamando mi atención.

— Kilian, amico, no podrá contarnos nada si la exprimes como a una naranja.

A regañadientes la suelto. Ella tose con fuerza y masajea su cuello que ha quedado marcado por la fuerza de mis dedos.

— Voy a matarla —dice ella con odio —. Sólo entonces Gabriel y yo podremos estar juntos.

Pobre chica... está trastornada. Muy en el fondo me da pena, pero si se le ocurre tocar a Nicole acabaré con ella sin dudar.

No voy a dejar que nadie le haga daño. Ni una bruja despechada ni tampoco su ex-novio, el cual debería haberse quedado donde le correspondía. Ha sido un iluso al pensar que puede volver y hacer lo que le dé la gana. Yo estoy aquí y si se le ocurre mostrar su cara frente a mí, lo convertiré en un amasijo de huesos y carne sobre el que bailaré sonriente.



Starving of BLOODWhere stories live. Discover now