→ #20; Wedding

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NARRA DAMON.


Isabella se encontraba más distante que nunca, y eso comenzaba a hartarme, ¿hice algo malo?

Fruncí el ceño en cuanto ella se alejó de mis brazos.

—Bella... —murmuré su nombre, seguido con una mueca.

Ella me miró tan inocente y nerviosa, algo le pasaba y de eso estaba completamente seguro. Tanto, como la última vez que le pregunté si quería que viéramos fuegos artificiales —sí, doble sentido—.

—¿Qué ocurre? —pregunté por milésima vez dentro de la última semana.

Sé que puede que esté nerviosa por la ceremonia y todo lo demás, es un completo estrés, pero para eso tenemos a la simpática novia de mi hermano.

Mi futura esposa negó levemente con la cabeza, y se dirigió al ventanal que nos ha acompañado durante meses en nuestro nido de amor.

Suspiró.

—Es solo que... —se detuvo y giró sobre sus talones, mientras me acercaba a ella a pasos lentos para que no huyera como lo ha hecho hasta el día de hoy. Levanté una ceja esperando su respuesta. — Tú sabes que no podemos agrandar la familia y... —dirigió su vista fija a la mía— ¿me dejarías por eso?

Quedé parado sin mover un músculo de mi cuerpo. Aquella pregunta había salido de la nada. Lamí mis labios y contesté:

—¿Es por eso que estás distante? —asintió. Omití la pequeña sonrisa que se formaban en mis labios, podría enojarse conmigo. —No, pequeña.

Acorté nuestra distancia, y con ambas manos le tomé el rostro acercando sus labios a los míos. Ella cedió.

—Jamás me aburriría de ti —continué— ni ahora ni nunca, Isabella. He tenido muchas compañeras, chicas tan jóvenes como tú, y mujeres que eran las bellezas de Europa. Pero tú eres la que quiero a mi lado, amor.

Mi prometida elevó la curva de sus labios, entregándome una gran sonrisa tranquilizadora. Botó todo el aire que estuvo conteniendo por varios minutos y me abrazó con fuerza.

—Te amo —me dijo ella con alegría en su voz.

Lo sabía. Me ama tanto como yo a ella.

—También te amo —respondí. —Pero... —alargué la O— es momento que nos separemos, belleza. En unas cuantas horas más nos casamos, y es mala suerte ver a la novia antes de tiempo —sonreí.

Sus mejillas se pusieron coloradas, y supe que tenía miedo y pánico. Pero también sentía que quería hacerlo. Pronto seremos marido y mujer.

—De acuerdo.

Se acercó a mis labios, y me besó tan delicadamente. Que sentía la necesidad de seguir probando sus deliciosos besos, como si mi vida dependiera de ello. Entonces giró sobre sus talones decidida a arreglarse junto a sus amigas.

Le lancé un beso, y antes que desapareciera por completo de mi vista le grité:

—¡Ponte ese babydoll que te regaló Caroline para tu despedida de soltera!

Me guiñó el ojo.

Maldición.

Lo sabía. ¡Me estaba provocando!


(...)


Minutos más tarde me encontraba en mi habitación. Recorriendo cada centímetro cuadrado, como si no fuera a volver nunca más.

Inmortal; Bella&Damon [EN EDICIÓN]Onde histórias criam vida. Descubra agora