Capitulo 3

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-No creas que vas a librarte de mí interrogatorio Ashley. -Dice Ángela cuando me siento a su lado para desayunar- somos mejores amigas desde siempre, y quedamos en que nunca nos ocultaremos nada, -Esas saliditas tuyas a mitad de clase me preocupan.

-Es que no hay nada que decir Ángela! -Dije en tono molesto, esta constante insistencia de su parte ya me estaba molestando. -Solo estoy algo olvidadiza es todo. -Me levanto de la mesa y me dirijo al salón de clases.

-Deja de mentirme, prefiero que me digas, que no quieres contarme, pero no me mientas!!, porque a mí no me engañas.

Era cierto, estaba ocultando algunas cosas, pero no era algo que se le cuenta a una amiga en un convento. Últimamente estaba saliendo al baño y la habitación en cada clase, alegando que debía hacer mis necesidades fisiológicas o que se me había olvidado algún cuaderno. Pero la verdad, es que no era cierto, o al menos no en parte, es verdad que salía al baño o la habitación, pero lo hacía para poder tocarme, últimamente mi deseo de orgasmos se ha intensificado un poco, tanto que me cuesta estar unas cuantas horas sin proporcionarme ese delicioso placer.

Mis ganas de orgasmos se habían hecho presentes al llegar al convento, algo que siempre he visto como contradictorio. Se supone que este es un lugar de preparación mental y física, para entregarse al servicio de la iglesia, ser cultas y vivir una vida lo más parecido a la santidad. Pero resulta que este convento tenía ese propósito, pero las alumnas creían todo lo contrario.

El 85% eran huérfanas al igual que yo, un 10% habían sido llevadas a la fuerza por sus padres, para corregir problemas de actitud, como violencia o alcoholismo y drogadicción y el 5% restante, habían entrado al convento por vocación, porque en verdad querían dedicar su vida ayudando a los demás y siendo símbolo de paz.

Días después de haber entrado a mi primer año en la preparatoria en el convento, no sabía perfectamente la distribución de las habitaciones y estas no tenían número y eran todas del mismo color, por tanto debías contar todas las puertas de tu piso, para saber cuál era la tuya. Al parecer yo había contado de más y sin querer entre a una habitación que no me correspondía y lo que vi me dejo petrificada.

Habían dos chicas desnudas, una sobre la otra con las pernas enlazas, estaban pegando sus coños y gemían de una manera excitante, ninguna se percató de mi presencia y siguieron moviéndose de manera sincronizada, hasta que una susurro entre gemidos que se corría y su cuerpo empezó a estremecerse y temblar, la otra chica la tomo por el cuello y la beso, le dio un beso largo y profundo, después bajo dando besos por su cuello, hacia sus pezones y los chupo, provocándole a su víctima unos gemido más fuerte. Yo aún seguía parada en la puerta sin saber que decir o que hacer, con la boca abierta, toda sonrojada. Hasta que una de las chicas voltio a la puerta y al verme se paró con velocidad y ambas se cubrieron. En ese entonces no lo sabía pero eran chicas de último año.

Una de ellas se me acercó y me dijo que si le decía algo a alguien me matarían, así que me sacaron de la habitación, con empujones, ya que seguía sin reaccionar. Al cabo de unos minutos entre en la habitación de al lado sin importarme de quien fuera y analice lo sucedido.

Era la primera vez que veía a alguien desnudo, nunca había visto a alguien besarse o tener sexo, una niña huérfana piensa más en querer tener padres, que en saber fornicar. Yo apenas sabía dar un beso y pensaba que las mujeres quedaban embarazada cuando un chico les daba un beso en el cuello. Es algo estúpido lo sé, pero es lo que pensaba hasta ese momento, donde se me abrieron los ojos y me di cuenta del universo en el que estaba.

Me recosté en la cama y me quede dormida, un rato después llego una chica y comenzó a saltar y gritar emocionada por toda la habitación, hasta que logro despertarme, dijo que tenía por nombre Ángela y que yo era un milagro, más bien no me lo dijo, lo vocifero. Me pare de su cama y pedí disculpas por haber entrado en su habitación sin permiso, en respuesta ella me abrazo y me conto de manera muy alegre, que no había hecho una amiga desde que llego y que había estado pidiendo desde que salió de clases encontrar una en su habitación y para su sorpresa ahí estaba yo, y su deseo se había hecho realidad.

Desde ese entonces nunca se ha apartado de mí. Aunque no lo niego, ella también fue mi milagro, ha sido la mejor amiga que he tenido.

Pero nunca pude decirle la razón por la cual estaba en su habitación aquel día, y mucho menos puedo decirle que salgo de las clases para tocarme. Puede que ella sea mi mejor amiga, pero eso es parte de mi intimidad y no podría decirle.

-Ok, seré sincera contigo, no quiero contarte, así que por favor deja ya de preguntarme. No pienso hablar de eso contigo.

-Lo sabía!!!, sabía que ocultabas algo, mi instinto de súper amiga no me falla. ¿Te estás viendo con un chico?.

-Por favor!!, como voy a verme con un chico si aquí solo hay puras mujeres!, además, se supone que estamos en un convento, ¿lo recuerdas?. -Automáticamente después de decir eso mi cerebro empezó a funcionar, quizás sea mejor que ella piense que me gusta algún chico, así puedo desviar su atención. Pongo cara de que me descubrió y me dirijo a clases. -Tal vez si me guste algún chico. -Pero ahora debía pensar quien sería ese chico, no hay un solo hombre en todo el convento, y nunca salíamos, salvo los días de excursiones, pero la última excursión a la que asistí fue hace 3 meses, es imposible que le dijera que vi un chico esa vez y que ahora me gusta, considerando que salimos a un jardín de flores exóticas, y no había muchas personas, además ella nunca se despegó de mi lado como desde siempre.

- ¿Quién es ese afortunado? - Me pregunto llena de alegría y curiosidad. Cante victoria, mi plan de distraerla había funcionado.

-Bueno......-Antes de que mi cerebro pudiera elaborar una respuesta convincente ella me miró fijamente, como intentando ver en el fondo de mi alma.

-Espera!, Tu mientes, lo sé, es imposible que no me diera cuenta de que te gusta algún chico. Además, tienes razón, no hay un solo chico por estos alrededores, puede que ahora no quieras contarme, pero ya lo harás, de eso estoy segura.

Justo en ese momento llego la profesora, Ángela se dio la vuelta en la silla, y cruzo los brazos, sabía que estaba molesta pero ya vería la forma de resolverlo.







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Una virgen adicta al sexoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant