Capítulo 22

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Al llegar al bar, Isabel ya estaba en la puerta, me pare frente a ella y le di un cambio de luces con el auto para que supiera que había llegado, rápidamente ella dio la vuelta y se subió en el asiento del copiloto.

-Hola Hermosa

-Hola Isabel

-Gracias por pasar por mí.

-Yo soy quien debe dar las gracias, tú eres quien me dará alojamiento en su casa.

-No tienes que agradecer. Lo hago porque me caes súper bien.

-¿Segura que solo por eso.?

La miro con algo de perversión, ella me regresa la mirada con un toque de lujuria, se acomoda en el asiento y coloca muy cerca sus labios de los míos.

-Pues por eso y porque besas muy rico.

Dicho eso, su lengua tibia rozo mis fríos labios, dándome un rica sensación de calor, le regreso el beso y dejo que nuestras lenguas se unan en un baile sensual. Poco a poco el beso se vuelve más intenso y mi cuerpo entra en calor a pesar de la baja temperatura, llevo mis manos a su cuello y decido bajar a sus pechos cuando un carro detrás de nosotros toca fuertemente el claxon y nos obliga a separar nuestros labios.

-¡MUEVETE IMBESIL, ESTAS MAL PARADO!

Lo miro por el retrovisor y le lanzo una mirada asesina. IDIOTA

-¿Hacia dónde vamos Isabel?

-Pues dobla en esta esquina y sigue derecho, ya luego te digo donde volver a doblar.

Puse algo de música, el trayecto a la casa de Isabel fue algo callado, de vez en cuando ambas tarareábamos las canciones, pero fuera de eso solo se escuchaba su voz para indicarme donde doblar. Al cabo de 15 minutos nos paramos frente a una enorme mansión

-¿Vives aquí?- dije toda incrédula

-Si, ¿Por qué?

-No sabía que fueras rica.

-Hay muchas cosa que no sabes de mí.- El gran portón se abrió y frente a mis ojos la casa más grande que haya visto en la vida -Parquea el carro por ahí.

Hice lo que me indico y gracias al cielo ya no llovía, salimos del auto y me quede embobada con su casa, era más que perfecta, era una mega mansión, hermosos arbustos, unas luces magnificas, no podía creer tanto lujo.

-Cierra la boca o se te caerá la baba.

-Perdón pero tu casa es hermosa.

-No es mi casa, es de mis padres, ven, entra ya, que hace frio

Subimos por las grandes escaleras, la mansión por dentro era más que perfecta y hermosa, era todo lujo y demás, estaba decorado con dorado, lo que daba la ilusión de que fuera de oro, aunque, tal vez, puede que lo sea. Al llegar a su cuarto uso el pequeño teléfono de la mesita y pido cena para dos.

-¿Llamaste a un restaurante?

-No, llame a la cocina de la casa para que nos traigan de cenar, ponte cómoda, te traeré una toalla para que te duches y te sientas mejor.

Se me acercó y me dio un tierno beso

-Ven te muestro la habitación.

Me tomo de las manos y me enseño el baño, el closet, una enorme sala y un salón de juegos con una mesa de billar en medio y una pequeña cocina, tenía su propia nevera y microondas. Su habitación era como una casa aparte.

-Wow, tu habitación es gigante.

-jajaja, pareces niña en una dulcería, se te saldrán los ojos.

-Perdón su majestad, ya no halagare su morada.

- Iré a prepararte la ducha, ya regreso mi princesa

Yo me quede en la cama sentada observando todo, su habitación era increíble, nunca había visto tantas cosas delicadas y finas. Ella no parecía ser una niña rica. Escuche como me llamaba desde del baño y decidí desnudarme en la habitación, aun no sentia la confianza para que me viera desnuda. Doble mi ropa y entre usando solo la toalla, no sé si fue a propósito pero solo me cubrió lo necesario.

-El agua esta riquísima, espero te guste la temperatura que elegí

-Gracias, de seguro es perfecta.

Ella salió del gran baño y yo me metí en la enorme tina, el agua realmente estaba exquisita, recosté mi cabeza en la pared y me deje llevar por la calidez del agua, hasta que sin querer me quede dormida.

Al rato Isabel me despertó para decirme que la cena había llegado, termine de ducharme y salí con la ropa de dormir que me había prestado.

Cenamos en silencio, tenía muchas preguntas pero tampoco quería atosigarla, así que decidí esperar que estuviéramos las dos en la cama, luego de la cena ella fue a ducharse y yo me recosté, me intrigaba saber sobre esta mujer. Pero ahora tenía toda la noche para mis preguntas.

Sería una larga velada, acompañada de las fuertes lluvias que iniciaban de nuevo





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Una virgen adicta al sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora