Capítulo 06

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Llegue al salón de clases justo a tiempo, la profesora estaba pasando listas, fui a mi respectivo asiento y al pasar por el lado de Ángela le guiñe un ojo. Estaba tan feliz, dentro de unas horas yo sería la nueva presidenta, sé que eso conllevaba muchísimas actividades y que debía hacer muchas cosas, pero eso era lo de menos, una vez siendo presidenta podría salir de las instalaciones sin problema. Ninguna alumna del plantel podía salir del convento a excepción de la presidenta, a esta se le asignaba un coche, el cual tenía a su disposición las 24 horas, para salir y realizar cualquier diligencia fuera de las instalaciones, rara vez se le pedía justificación de sus salidas y eso lo hacía más perfecto.

La directora había usado esta excusa del consejo estudiantil, para alivianar su carga de trabajo, las funciones de la presidenta consistían en contratar a los proveedores de alimentos, preparar el menú para cada comida, cada semana, junto a las cocineras. Era la encargada de la seguridad. Debía velar por que cada alumna estuviera en su habitación y en sus clases a las horas correspondientes. Debía salir fuera del plantel a buscar cualquier elemento que necesitase el convento a cualquier hora. Si una chica se enfermaba era su responsabilidad velar por ella. Era la encargada de programar todas las actividades, como delegar las personas encargadas de realizar la oración cada mañana, así también como dirigir las quermes, las excursiones, las obras de caridad y muchas cosas más. Pero para mí eso era lo de menos.

Deseaba ser la presidenta para poder salir a un bar llamado la Virra negra este estaba como a 1 hora de distancia por la carretera y anhelaba ir a ese lugar, sabía que lo que se movía ahí, no era nada bueno. Se rumoreaba que era un bar de desnudistas. O al menos eso había escuchado de la conserje, que se dejó de su esposo porque lo encontró en dicho bar con unas mujeres desnudas.

Puede que suene algo loco, que una novicia quiera ir a un bar de desnudistas, sola, a altas horas de la noche, pero ir allí es lo que anhelaba desde el año pasado y estaba a un paso de hacerse realidad. Quería experimentar mi sexualidad, moría de ganas por tener sexo, aunque sabía perfectamente que no podía perder mi virginidad, se mucho de sexo a pesar de ser virgen, nunca metía mis dedos, solo los rosaba por mi entrada, sabía perfectamente que si los introducía, podría perder la virginidad y eso era algo que no estaba dispuesta a perder.

Nunca he visto un chico desnudo y mucho menos un pene, sabia como eran, lo había visto en libros, pero no era lo mismo verlo en un pedazo de papel, que verlo firme y erecto en un hombre, además ya no me bastaba con tocarme, quería sentir otras manos recorrer mi cuerpo, sentir unos labios chupar y morder mis pezones, me pasaban tantas cosas por la mente, tantas cosas que quería hacer, y que me hicieran, así que ir a ese bar era la solución a mis problemas. Debía ganar la presidencia sí o sí. 







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Una virgen adicta al sexoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt