Capítulo 16

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Desperté más temprano de lo normal, mire el reloj y note que eran las 5:40Am, intente volver a dormir, pero me fui imposible conciliar el sueño de nuevo, así que decidí ir a la fuente a mirar el amanecer, sentía que tenía un montón de cosas por hacer y mirar la maravilla del sol asomarse en el horizonte era una buena forma de relajarse, me coloque la bata de lana al levantarme y baje a la fuente.

Hacia algo de frio, asi que me aferre bien a mi bata, al llegar, me senté en la orilla y corte una de las rosas del jardín, y al inhalar su perfume me perdí en ese aroma embriagador.

Ver como minuto a minuto, segundo a segundo, se levanta el sol con majestuosidad, provocaba en mí una sensación de paz, ver como se alzaba igual que un rey cuando se levanta y se proclama ante su nación, dejando ver ante todos su grandeza y esplendor, es un espectáculo tan maravilloso y tan lleno de paz.

Luego de ver el hermoso amanecer, decidí volver a la habitación para cambiarme.

Pienso en lo que paso anoche y sinceramente no puedo creerlo. No sé cómo lidiar con esta situación, lo único que me consuela es que aún seguía siendo virgen.

Camino a paso lento hacia la recamara y logro visualizar a Miranda a lo lejos, también está en camisón con la bata de algodón puesta. Se ve tan hermosa, tiene el cabello alborotado y desarreglado, pero aun así no puede evitar irradiar ese brillo que la caracteriza, esa hermosura que llena de luz todo el lugar con tan solo una sonrisa.

Me quede como boba unos segundos admirando su presencia, hasta que el sonido de una puerta me saco del trance, ella no se percató de mi presencia y yo tampoco hice nada para que ella me notara, termine de llegar a mi cuarto, me duche y me coloque el uniforme.

Salí del cuarto lista para ir al salón, y antes de cerrar la puerta me dije a mi misma que a partir de ahora borrón y cuenta nueva.

Salí dispuesta a cumplir mi meta, hoy debía hacer unas diligencias para el evento que tendría lugar en 2 días.

Luego de hacer la oración de la mañana, salimos a desayunar, mientras devoraba mi desayuno repaso la lista de hoy.

Debía buscar unos manteles y telas, nada complicado, por suerte era todo en el mismo lugar.

Al llegar la hora, notifiqué a la directora mi salida, busque el auto y encendí el GPS, tarde algunos 20 minutos en llegar, el convento está bastante retirado de todos lados.

El lugar era una pequeña tienda, con una fachada algo gastada y vieja

Salí del auto y toque el timbre del local, lo hice unas 3 veces y nadie abrió la puerta, creo que tendría que volver en otra ocasión, di un paso atrás y decidí volver al auto, cuando estaba a punto de subir, escuche la puerta abrirse y la voz de un chico

-Hey!

Gire mi cuerpo para contemplar la procedencia esa voz tan masculina. Y sin pensarlo mucho me presente.

-Hola, soy Ashey, -dije con mi mejor sonrisa.- vine por unos manteles y telas, tengo una reservación.

Me acerqué a la puerta e intente entrar, pero él no me lo permitió al interponer  su cuerpo y esa acción me permitio observarlo con un mayor detenimiento.

Era un chico alto 1,70, quizás rondaba por los 22 o 24 años, no tenía camisa puesta lo que me permitió ver su abdomen bien definido y marcado, su pantalón estaba desabrochado y por la forma en la que respiraba, el sudor y el olor a sexo que emanaba, creo que había llegado en uno de los mejores momento para él.

Sus ojos eran de un color Marrón oscuro, que al mirar fijamente te hipnotizaban, por unos segundos me quede perdida en esa mirada, y al bajar la vista, vi ese bulto grande en sus pantalones que estaba a punto de saltar y pedía ser liberado de esa prisión.

-Creo que tendrás que volver en otro momento........ ¿Cómo dijiste que te llamas niña? –Dijo aquello en un tono tan prepotente. Como si pudiera pasar sobre mí.

-No soy una niña. Y mi nombre es Ashley, y no pienso volver en otro momento, tengo muchas cosas por hacer y no pienso irme sin lo que vine a buscar. – aunque no era cierto. Recoger los manteles era la única cosa que debía hacer. Pero obvio no se lo diría.

El me miro de arriba abajo de manera muy descarada y sensual, nadie nunca me había mirado con tanto descaro y menos mirando fijamente mis tantas sin disimulo. Tuve que sonar la garganta para que regresará sus ojos a mi rostro.

-Veras enana, mi madre es la que se encarga del negocio y ha salido por unas horas. No puedo entregarte nada y me importa una mierda que tengas reservación. –Dicho esto me cerró la puerta en la cara.

Ahg, si será estúpido este chico. Volví a tocar la puerta, esta vez con mayor insistencia.

- Oye!!!!, chico rudo.

Minutos después volvió abrir la puerta y esta vez me miro con mala cara.

-¿Que no piensas irte?. Estoy ocupado.

-Si se nota, hueles asqueroso. ¿Estas limpiando el retrete o qué?. –Lo mire de manera desafiante

Creo que no se esperaba esa respuesta, ya que en cuestión de segundos cambio su semblante de enojado a súper enojado, pero sin perder esa mirada malvada y pervertida.

Yo sabía perfectamente a que se debía ese aroma. El olor a coño mojado es inconfundible.

-Lo que haga o deje de hacer no es tu problema niñita. Mi madre llega en 2 horas. Ve a buscarte un novio mientras la esperas se ve que te hace falta.

Volvió a cerrar la puerta pero esta vez con un fuerte portazo. Creo que no le gustó nada mi comentario de la cañería. Jajajaja.

Decidí ir por un helado de fresa con chocolate, había pasado por una heladería antes de llagar. Llame a la directora y le comunique que la dueña de la tienda no estaba. Que regresaba dentro de 2 horas y que utilizaría ese tiempo para avanzar otras cosas. Asi no tendría que volver al convento y salir con el tiempo medido. Ya casi eran las 7 y el bar estaba a punto de abrir. Iría por mi helado y luego pasaría un rato a divertirme. 






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Una virgen adicta al sexoWhere stories live. Discover now