3. No me voy a enamorar

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Magnus fue sacado de sus pensamientos por un golpe en la puerta. Se tomó un momento para abrirla, teniendo una batalla interna. Por un lado deseaba que fuera Alec y por el otro trataba de convencerse que no se iba a enamorar de él. No estaba seguro de que estaba sintiendo cuando abrió la puerta. No era Alec, al final, era Maryse. Estaba parada con dándole una sonrisa.

– Se que tu semana de enojarte no a terminado pero te escuché hablar con Alec hace rato, – le dijo dándole una mirada esperanzadora. – ¿Te gustaría unírtenos para la comida? Alec está dando los últimos toques a la pasta y luego comeremos. – Magnus miró su habitación por un segundo antes de voltear a verla con una sonrisa.

– Creo que eso estará bien. Un poco de compañía para variar. –

Cerró la puerta detrás de él y siguió a Maryse por las escaleras. Viendo rápidamente su ropa decidió que se veía lo suficientemente bien para una simple cena familiar. Se sonrojó ante la idea de hacer manitas con Alec bajo la mesa y maldijo a Jessamine por poner la idea en su cabeza. Magnus notó que tomaron unas escaleras diferentes a las del primer día que llegaron, las que habían tomado habían sido las de la puerta principal y las que bajaban ahora llegaban a un pequeño corredizo y luego al comedor, el cual estaba separado de la cocina solo por un mostrador con taburetes.

Cuando llegaron, los cuatro Lightwood ya estaban ahí. Alec vio a Magnus bajar y le dio una radiante sonrisa que no pudo evitar corresponder. Oh, las cosas que esa sonrisa le hacían. Se enfocó en los otros hermanos por un momento.

El pequeño escondía sus brillantes ojos grises detrás de sus lentes y era más delgado que los demás, y tenía la misma actitud nerviosa de Alec. Estaba poniendo los platos junto con su hermana, la cual también era hermosa. Ella volteó y le sonrió a Magnus, sacudiendo su brillante cabello negro, con la misma tonalidad pálida de piel, pero a diferencia de los dos hermanos, tenía ojos negros detrás de esas gran pestañas.

– Soy Isabelle, – dijo, su acento tejano no era tan marcado como el de Alec o Maryse.

– Magnus, – Isabelle le dio la misma sonrisa que Alec le había dado.

– Lo se. Llevas viviendo arriba desde quien sabe cuando, – cuando sonrió pudo ver el parecido familiar con su madre. Era algo que el nunca había visto con su madre y que deseaba tener. Magnus pensaba que era increíble verse tan parecido a alguien pero solo en pequeños momentos, y en los correctos.

– Cierto. Lo olvidé. – dijo riendo también. El rubio bufó.

– Bueno, aquí estaba yo preocupándome por tu inteligencia. Claramente mis preocupaciones eran infundadas. –Tratando de no tomarse eso como una ofensa, Magnus se giró a ver al chico que no se parecía a nadie más en la familia. Era bronceado, rubio y tenía ojos dorados. Era demasiado diferente y Magnus asumió que Robert debía lucir similar o era adoptado.

– El es Jace, – explicó Alec caminando hacía la mesa con los cubiertos. Magnus extendió la mano y Alec le dio los tenedores, y ambos caminaron hacía la mesa, poniendo los cubiertos en el mantel.

– Solo ignórale, – dijo Isabelle y Jace hizo un sonido de protesta, pero ella continuó. – Es lo que el resto de nosotros hace. – Magnus le dio una sonrisa, conteniendo una risa.

– Alec no me ignora, – dijo Jace, cruzando los brazos y dándole una mirada desafiante que ella devolvió con igual determinación.

– Eso es porque Alec es demasiado amable como para ignorar a alguien. Dios sabe que es el único capaz de soportarte. –

Big City (Malec UA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora