7. Dar el salto

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El regreso a casa fue en silencio, con cierta tensión en el aire y Alec ignorándole. Magnus miró por la ventana, con ganas de reírse, de la ironía de que en el camino de ida habían ido riendo y escuchando música y ahora en iban en un incómodo silencio. Pero se contuvo, al no querer hacer enojar más a Alec.

Alec iba a alta velocidad, llegando a casa mucho más rápido y mientras Magnus se quedó fuera, Alec entró a la casa de prisa, cerrando la puerta tras él. Siguiéndole lentamente, Magnus se preocupó por quizá haber arruinado todo. Se maldijo a si mismo. Iba perdido en sus pensamientos cuando Isabelle apareció enfrente de el, con una combinación de enojo y preocupación.

– ¿Qué rayos le hiciste a Alec? – preguntó cruzando los brazos. – Acaba de entrar corriendo, viéndose bastante molesto y sin decir ni una palabra.

– No quiero hablar de ello Isabelle, – dijo Magnus suspirando fuertemente.

– ¿Está bien? – preguntó descruzándose de brazos. – Y dime Izzy, – dijo mirando por las escaleras. – ¿Estás bien tu? –

– Yo estoy bien, – dijo Magnus. – Solo, uh, ve con Alec. –

– Okey. – Ella subió las escaleras y Magnus subió intentando escuchar la conversación, pero Isabelle cerró la puerta, por lo que Magnus se fue a su habitación, tirándose de cara a la cama.

Se quedó así por un rato, girándose para mirar el techo. Pensó en que Will tenía razón, y en lo horrible que sería vivir con el chico que le gustaba y el cual le ignoraba. Hubo un golpe en la puerta, y Magnus se emocionó pensando que podría ser Alec, más cuando se abrió la puerta, era Max.

– Mamá me dijo que viniera por ti para cenar, – dijo Max mirando sus pies, y acomodándose sus lentes, inclinando la cabeza como un cachorrito curioso. – ¿Hiciste enojar a Alec? –

– Algo así, – dijo Magnus sorprendido. – Y realmente lo siento. –

– Es que no quiere bajar a cenar, – dijo el pequeño niño. – Isabelle dice que se siente mal, pero Alec nunca se siente así de mal. Bueno, vamos o mamá se enojará. – corrió por las escaleras y se detuvo para darle una pequeña sonrisa. – Y no te preocupes. Alec nunca se enoja por mucho tiempo. –

Antes de que pudiera decir algo, Max volvió a correr. Caminado por el pasillo se detuvo frente a la puerta de Alec, recargándose en ella y tocó. No quería enojar más a Alec, pero no lograba sacar el casi beso de su mente.

– No tienes que abrir la puerta, – dijo Magnus esperando que Alec estuviera escuchando. – Solo quería decirte que lo siento. Entiendo que estés molesto, no debí pasar ese límite. Te daré tiempo. –

Al no recibir respuesta bajo a cenar, intentando no mirar el asiento vacío de Alec, pero notando como Isabelle le miraba de reojo. Jace contaba una historia en la que participaba gente que no conocía. De repente paró de hablar, notando el asiento vacío de Alec.

– ¿Dónde está Alec? – preguntó Jace, mirando a Isabelle la cual apuntó al techo. Jace murmuró algo que no alcanzó a escuchar, pero pronto se dio cuenta que fue su nombre, por la mirada de reojo que Jace le lanzo.

– ¿A dónde crees que vas? – preguntó Maryse. Jace le dio un beso en la mejilla mientras se dirigía a las escaleras.

– Voy a hablar con Alec. El pollo estuvo delicioso, etc., etc., – dijo corriendo.

Maryse se volvió a Magnus suspirando. – ¿Y qué te pareció el pueblo? – preguntó. Magnus le dio una sonrisa, a pesar de lo pasado con Alec y los rumores entre los hermanos.

Big City (Malec UA)Where stories live. Discover now