Capítulo #13

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Canción: Te Amaré Mas Allá. Cristian Castro & Has-Ash

De nuevo mil gracias por seguir aquí, nunca me cansaré de darles las gracias con todo mi corazón y este capítulo va para ti Dani, desde hace tanto de lo debía, gracias infinitas por tu incondicional apoyo, besotes, tqm





        ¡Fiorella!  ¡Fiorella! ¡Fiorella!

¡No tú, mi amor, no tú!

Gritaba en silencio con todas las fuerzas posibles de mi alma entera porque había perdido la voz repentinamente,  por eso el miedo invadió mi ser por completo quebrándolo en dos.

¿Quién era tan cruel como para querer hacerle daño a un ángel?

Luchaba internamente en la oscuridad, deseaba poder alcanzarla porque  ante mis ojos Fiorella apareció  como una revelación divina, vestía de blanco, brillaba en todo su esplendor mi hermosa Fiorella, se había convertido en mi propio milagro personal. Yo me encontraba en la tierra, ella en el cielo y flotaba o tal vez volaba pero lo cierto era que por más que intentara estirar mi mano,  saltar, o incluso usar una escalera hasta ella, se alejaba más y más, era como u de esos  globos de los deseos, esos que echas a volar al firmamento aferrados a que entre más alto vuelan tus deseos se cumplirían con pronta rapidez, pero cada vez que procuraba alcanzarla, ella se alejaba, haciéndose pequeña mientras se distanciaba de mí  hasta el punto que dejé de verla por completo y eso me asustó sobremanera

—¡FIORELLA!

Abrí los ojos agitados, me encontraba angustiado, temeroso,  una luz intermitente lastimó mi vista hasta el punto de sentirme mareado incluso sediento y agotado; también fui plenamente consciente de un dolor latente en la espalda, sí, era insoportable pero tolerable si lo comparaba con mi último recuerdo del rostro de mi amor, decepcionada por mentirle respecto a mi verdadera identidad. Me dolió el corazón atrozmente y sin poder evitarlo lloré. 

Una mano suave y delgada limpió con ternura mis mejillas. Me forcé a abrir los ojos nuevamente. Ya sabía quien era.

Era mi madre.

El llanto se agravó por verla otra vez, la había extrañado tanto y no lo supe hasta tenerla así de nuevo, frente a mí y me sentí un crío llorando aún más, ella me abrazó con cuidado. Ella también lloraba, sus lágrimas mojaron mi pecho desnudo.

—A Dios gracias, despertaste cariño. No llores hijo mío, estás a salvo, ya todo pasó.

Dijo entre sollozos contenidos.

—¿Donde está ella? Por favor dime que está bien... por favor...

Mi voz sonaba ronca y ansiosa. Mamá, debía saber de Fiorella a esas alturas. Aflojó el abrazo y sus ojos iguales a los míos me observaron cálidos haciendo que se dibujara una pequeña sonrisa. Me acarició el cabello y me besó la frente.

—Ella se encuentra bien. Estuvo en observación un rato motivo de algunos leves raspones en sus rodillas y bueno, tuvieron que suministrarle algunos calmantes porque... —cerró con dolor los ojos unos segundos y temí lo que diría —. Cuando perdiste el conocimiento ella pensó lo peor. No quiero ni siquiera imaginar que algo te hubiese ocurrido Theodore, tú y tus hermanos son mi todo, no podría soportar que a alguno de ustedes les ocurriera algo terrible.

Quise tomar una de sus manos, pero un dolor en el hombro me lo impidió, fue cuando me percaté de que unos vendajes lo cubrían, así como parte de mi pecho y espalda. No me importó un carajo, solo deseaba verla a ella. Saberla sana y tranquila, cuánto me pesaba que con su llegada a Alemania sus emociones solo habían sido amargas por mi causa.

Adoración Secreta, libro  2 Bilogía Secretos, BorradorWhere stories live. Discover now