Capítulo 15

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Cuando me aproximaba a la entrada del lobby del hotel, no conseguía parar de llorar. Era inevitable, no lo había conseguido en todo mi trayecto hasta aquí.

Luego de dejar a Alan en la costa, caminé por la orilla del mar y robé una toalla abandonada la cual estaba empapada y cubierta de arena, me la enrollé a la cintura, acomodé la blusa blanca de Javier en mi torso, y me colé dentro de un bus de acercamiento, en el cual (para mi sorpresa) me dejaron amablemente pasar sin ningún pago.

Había caminado luego un par de cuadras descalza, y luego de un rato me había sentido mal de que Alan me hubiese dejado ir sin drama alguno, pero me sentía orgullosa de no haber mirado para atrás y haber conseguido seguir sola hacia adelante por mi cuenta.

Por primera vez en mucho tiempo, en realidad estaba soltera: en cuerpo y mente. Ya no existían posibilidades de volver a estar con Alan, y yo solita me había roto el corazón, por eso no conseguía parar de llorar: porque ahora me golpeaba la realidad en la cara de lo estupida que fui.

Me sentía inmensamente culpable y destrozada, pero me seguía repitiendo que para construir una casa tenia que partir desde cero... Y eso estaba, partiendo todo otra vez.

Me puse a imaginar mi vida y como se me abrirían mil puertas antes de que yo me diera cuenta, y de pronto, Alan ya ni se cruzaría por mi memoria.

Pero para eso faltaba mucho todavía... Y a pesar de que me lo imaginaba, no me lo creía. Soñaba todavía mas profundamente con despertar a un lado de Alan, o de decirle que lo amaba una sola vez mas.

Si tan solo pudiese construir una maquina del tiempo y enmendar todo...

El suelo de cerámica, frío y liso de los pasillos del hotel me congelaban los dedos descalzos y sucios.

Lo primero que hice al llegar a las cabañas, fue correr en búsqueda de comida. Entré cual un rayo a la mesa de la cocina, y para mi suerte, el camino estaba despejado, por lo que no hubo nadie me me preguntara porque tenia los ojos hinchado o la cara roja, ni mucho menos que hacia semi desnuda.

Me preparé unas tostadas con mermelada y miré la hora en el reloj de pared (consiente de que ya no tenia movil) eran un cuarto para las una de la tarde, y no conseguía calmar mi ansiedad. Me dirigí a las duchas de mujeres, para sacarme la arena del cuerpo y refrescarme un poco de la humedad y calor constante de La Playa.

El pasillo blanco de las duchas estaba vacío, me desvestí y cogí una toalla para introducirme detrás de la cortina impermeable del cubículo.

Dejé el agua me bajara por sobre la frente y el rostro, me cayera por el cuerpo y bajara por mi espalda. Me relajé y estuve unos minutos sin pensar en nada, casi parecida a la sensación de dormir.

Desperté de la flojera y comencé a enjabonarme, mientras pensaba en mis amigos y en donde diablos se habían metido. Pensé en si habrían notado que yo faltaba. Me los imaginé a todos reunidos en la sala común de las cabañas, pasándola bien sin. Me entristecía ese pensamiento: así que lo borre, y lo cambié por otro.

Uno que me hizo enfurecer de rabia.

Había perdido el ensayo de Alan y mío en esa cafetería, y ahora no sabría nunca lo que tenían esas hojas que había llamado tanto la atención de los alumnos de la Universidad de La Playa. Quizás era por un bien mayor; olvidar a Alan. Con ese pedazo de papel en mi vida, jamás hubiese seguido adelante, porque al tener algo suyo seguiría apegándome a algún recuerdo, y tenía que dejarlo ir.

Para mi sorpresa, me volví a encontrar triste con ese pensamiento, y al intentar borrarlo y reemplazado por otro nuevo, me di cuenta desgraciadamente que no habían pensamientos alegres donde recurrir ahora, ni distracciones ni excusas. Solo la verdad.

Solo por mi profesor (#2) PAUSADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora