Flechazo de amor |Jelsa| |TERMINADA|

|12. J a c k.|

Soundtrack 12: Addicted to love - Skylar Grey
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Abrí los ojos al sentir como se removía mi esposa. Si bien Elsa era tímida y callada, se movía bastante cuando estaba dormida. Reí al notar su cara cubierta de mechones de su cabello, los cuales aparté para que no le molestaran, y me levanté con intenciones de ducharme.
Hoy vendría mi madre, tan sólo esperaba que el mal tiempo pasara y no lloviera nuevamente.

-Mmm..., ¿Jack? -oí su llamado una vez haber salido del baño y de haberme puesto los pantalones, con una voz adormilada que me causó risa.

-Aquí estoy -me acerqué a la cama para besarle los labios, solté una risa al verla tan sorprendida-. ¿Qué? ¿acaso no puedo darle los buenos días así a mi mujer?

Como era de esperarse, sus mejillas tomaron un color rojo muy intenso. Volví a reír.

-¿Así que... -la miré cuando murmuraba con nerviosismo- lo de anoche fue real?

Mi sonrisa aumentó, más dulce y tierna. Había sido la mejor noche que pude haber tenido; tan distinto, tan suave y gentil. Yo nunca lo habría sentido de no ser por Elsa, y temo enamorarme; he sido un idiota la mayor parte de mi vida, pero con ella...
Oh, con ella si me he pasado. Jamás podré perdonarme por el daño que le he hecho desde que nos casamos: el gritarle, decirle apodos mal intensionados, aunque sobre todo, me odio por haberla engañado. Siempre otras mujeres, siempre una bestia.
Y quiero cambiarlo. Yo quiero ser un buen hombre que se merezca a una mujer como lo es mi esposa.

Mi Elsa...

-Claro -susurré, se tapó la cara con sus manos con vergüenza-. Oye, no te avergüences -quité sus manos suavemente, me miraba con sus ojos fijamente. Sonreí con picardía-. Somos marido y mujer, es normal, cariño.

Sus mejillas estaban tan rojas que decidí dejar de molestarla. Me levanté de la cama para colocarme la camisa que había sobre la cama antes de bajar para ver si el desayuno estaba listo. Le daría tiempo a mi esposa para que se duchara y vistiera, quería distraerla en la tarde una vez que mi madre se quedara a organizar todo. Mientras Sarah terminaba de cocinar me dirigí a mi despacho para buscar en línea algún lugar en este mundo que sólo fueramos nosotros...

Entonces lo hallé.

(...)

—¿Por qué estás callado? —la oí preguntar más tarde.

Estabamos en la sala frente a la chimenea, abrazándonos en el sofá tranquilamente. Me gustaba el reflejo de las llamas cálidas en ella, define sus facciones haciendola ver más bella.

—No es nada malo —dije, acariciando su mejilla—. Estaba pensando en si nos vamos hoy mismo a una villa que mi familia tiene en España.

—¿Hoy? —me miró con extrañesa, luego se fijó en su alrededor—. Jack, la casa... ¿p-por cuánto tiempo?

—Una semana —aclaré, viendo la duda en sus ojos—; no te preocupes, Sarah se encargará de que la casa esté en orden.

Bajó la mirada, pensativa. Sabía muy bien en el problema que veía en viajar: tenía miedo.
Con delicadeza tomé su mentón para que nuestros ojos volvieran a conectar, besé la punta de su nariz suavemente, intentando calmarla de sus temores.

—No será como antes. Esta vez lo haremos juntos —afirmé—, no te dejaré sola.

—¿Lo prometes?