•MEMORIAS DE ANNA 01•

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21 de marzo del 2004

Hoy es mi cumpleaños número 6 y por fin, mamá me ha dejado hacer una fiesta con mis amigas. Así que, sonriente, me coloco mis zapatitos rosados y termino de peinar mi cabello tratando de no hacer alguna mueca de dolor, pues siempre amanezco con un nido de pájaros por cabello.

Una vez lista, decido bajar a desayunar, pero como siempre, no recordaba que la incompetente de mi hermana no tenía aún lista la comida. Ruedo los ojos mientras tomo asiento en el comedor, papá lee el periódico y mamá se lima las uñas. Siempre es igual, al menos no hay gritos esta mañana.

—¿Dormiste bien? —preguntó mamá sin quitar la mirada de sus uñas.

—Sí, aunque me costó dormir de la emoción.

—Ajá... que bien —dijo ella sin tomar en cuenta lo que he dicho, por lo que mi sonrisa disminuyó en su totalidad.

Elsa apareció entonces con nuestros desayunos y... ¿mencioné lo torpe que es?

Tropezó con sus dos pies izquierdos causando que los huevos revueltos con tocino quedaran desparramados por el suelo, hice una mueca de disgusto pues un poco de huevo fue a parar a mis zapatos..., mis favoritos...

—¡Que tonta eres! —exclamé mientras tomaba una servilleta para limpiarme.

Pero Elsa no me miraba, sino que miraba a nuestros padres con cara de querer llorar. Yo me quedé quieta, pronto no me importaron los zapatos, si no lo que iba a pasar a continuación.

Me sobresalté cuando oí como papá se levantaba para agarrarla del cabello y llevarla a la cocina sin escuchar las súplicas de Elsa. Mi corazón latía con fuerza mientras se oían los gritos y llantos de mi hermana junto con los golpes que mi padre de seguro le daba con el cinturón. ¿Y mamá?, rodó los ojos prefiriendo seguir examinándose las uñas.

—¿Mamá...?

—Recuerda, Anna —dijo entonces dirigiendo sus ojos hacia mí—, que los sentimientos no te llevarán a nada bueno. Es un signo de debilidad, ya vez como es la peste de Elsa. Sólo te digo que, si no quieres ser como ella, te acostumbres a ocultar tus sentimientos. Eso te dará espacio para la astucia y la inteligencia. Y espero, Anna, que no me falles y seas tan torpe como ella, ¿correcto?

—Sí —respondí luego de intentar tragar el nudo de mi garganta.

No sé por qué, siempre que Elsa comete una estupidez, me dan ganas de llorar...

(...)

La fiesta había comenzado y con mis amigas jugábamos a las muñecas en lo que esperábamos a que el pastel estuviera listo. Yo peinaba la mía mientras oía como Blanca se quejaba de que sus papás no le habían regalado la nueva Barbie que salió ya que ella se había portado mal. Quise reírme. Blanca era tonta, no sabía actuar cada vez que hacía sus travesuras y por eso siempre la pillaban.

—No es justo.

—Ya verás que te la comprarán pronto —habló Aurora mientras le sonreía con ternura. Así era ella, demasiado tierna que hasta me molestaba.

Pero tenía que ser su amiga, a veces incluso me hacía la tarea.

—Pues ojalá... —murmuró Blanca mientras suspiraba.

Yo continué peinando mi muñeca hasta que entonces apareció mi padre para informarme que llegó mi prima Rapunzel. Sonreí a medida que bajaba las escaleras casi corriendo, fue cuando la vi. Estaba parada junto a mis tíos buscándome con la mirada hasta que me vio.

—¡Anna! —casi grita mientras viene a abrazarme.

Rapunzel era más que mi prima, una amiga en realidad y la mejor si se puede decir. No era tonta, era buenísima dibujando y, además, tenía vestidos muy bonitos. Ella me caía bien.

Flechazo de amor |Jelsa| |TERMINADA|Where stories live. Discover now