|28. J a c k.|

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El final cada vez está más cerca.

Si me demoro en esta semana es proque no he estado muy animada que digamos. Intentaré actualizar lo mas pronto que pueda, el final está tan cerca (y tan lejos) que me emociona.

Espero sus comentarios y votos;)

Soundtrack 27: Ódinn - SKÁLD

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-No pueden alterarlo -ordenó el médico mientras nos guía a la habitación donde estaba internado ese desgraciado—. Pueden entrar dos personas máximo. Tienen cinco minutos.

—Entendemos, no se preocupe —dijo Kristoff antes de abrir la puerta y, tras darme una mirada, ambos entramos.

Después de días en coma, allí, con una mascarilla y postrado a esa camilla, se encuentra el estúpido que se ha llevado al amor de mi vida.
No puedo evitar apretar los puños mientras lo miro con desagrado, enfadado por no poder darle una paliza como me gustaría a ese grandísimo hijo de su madre.

Edward Arendelle se da cuenta de nuestra prescencia y, como si soltase alguna maldición internamente, decide observar el techo mientras con la mano se quita la mascarilla por unos instantes.

—Estoy en problemas, ¿no es así?

«Istiy in priblimis, ¿ni is isí?». Pregunta estúpida que hace.

Lo vi suspirar mientras me cruzaba de brazos, luego me miró y soltó una risa que me hizo gruñir.

—Si vienes a preguntarme dónde tengo a esa mocosa, pues te respondo que no tengo idea —dijo con la voz rasposa, debe tener la garganta un poco seca—. Miriam debió llevársela en cuanto descubrió que la muy estúpida me golpeó en la cabeza.

—No sólo la buscamos a ella, Edward, si no también a Anna Arendelle —lo que acaba de decir Kristoff me hizo fruncir el ceño extrañado. Mi amigo mantenía una pose intimidante cual detective con tal de sacar la información necesaria a este hombre—. Y efectivamente, Miriam se las ha llevado. Anna me ha contactado desde una estación gasolinera donde ahora mi equipo está buscando las pistas para seguir su rastro luego de haber localizado la llamada. Si eso no hubiera pasado, este caso no hubiese avanzado como lo está haciendo ahora.

Arendelle nos miraba con un odio profundo, sin gustarle las palabras que Kristoff ha dicho. No puedo creer que Anna esté prácticamente ayudándonos... ¿ella?

—Nunca las van a encontrar —rugió.

Sonreí aceptando el reto implícito que él ha impuesto, apoyando mis manos a los pies de esa camilla para que prestara atención a mis palabras:

—Eso está por verse. Se metió con el hombre equivocado, Arendelle.

Tras decir aquello, con Kristoff nos retiramos del lugar dejando a cargo a dos guardias para que vigilaran la habitación y así Edward Arendelle no escapara de lo que es su castigo.

Tenía que preguntar sobre Anna, pero su mirada me hizo dudar. Estaba serio, pensativo. No sabía que había pasado entre esos dos, pero no debía ser bueno...

—Oye —lo llamé con suavidad, dispuesto a preguntarle de una forma sutil— ¿Qué fue lo que pasó?

Kristoff suspiró con pesadez, como si le costara decir, o más bien, recordar algo...

—No es la mujer perfecta, Jack —admitió en un murmuro—. Lo sé muy bien. Pero también sé que a... intentado cambiar, ¿sabes? —sus ojos me miraron fijamente—. La hubieras escuchado cuando me llamó, estaba demasiado asustada por Elsa y por ella...

—¿La quieres? —pregunté. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro.

—En estos días lo he pensado y..., quiero seguir con mi vida, Jack —dijo con desición—. Esmeralda lo hubiese querido así —sonreí al recordar a la mujer de mi amigo, espero que esté descanzando en paz como se lo merece—. Y Anna se merece una oportunidad, después de todo, su forma de ser es por culpa de sus padres y ella no quiere ser así.

Asentí, sólo espero que esté en lo correcto y Anna de verdad quiera cambiar.

—Las vamos a encontrar, Kristoff —afirmé, oyendo una pequeña risa de su parte.

—Eso debería yo decírtelo, amigo —reímos antes de que una llamada entrara al celular del rubio, quien contesta al instante—. Bjorgman al habla —su cara se transforma dándome claras señales que habían problemas—. Vamos para allá.

(...)

Thomas, ¿qué has hecho?

Estábamos viendo las grabaciones de la tienda de la estación gasolinera donde Miriam ha estado, encontrándonos con la sorpresa de un nuevo secuestrado. Thomas decidió subirse a la camioneta por voluntad propia y, aunque posiblemente no sea cierto, me ha hecho dudar en si haberle dado confianza ha sido buena idea o no.

—Alto —ordenó Kristoff al policía que estaba observando las grabaciones por si encontraba algo—. Acerca la imagen, Rogers, debemos ver la patente —el policía Rogers obedeció mientras otro, esta vez una mujer de piel morena y grandes ojos negros, anotaba apresuradamente el número de la patente—. ¿Lo tienes, Scott?

—Sí, señor. Vamos a localizar el vehículo de inmediato —y mirando a los muchachos, ordenó—. Ya oyeron, chicos, no sé que están esperando.

Los hombres comenzaron la labor de localizar la camioneta de Miriam mientras la policía Scott los apuraba.
Observé a Kristoff con una ceja alzada, él hizo una mueca sin quitar la vista de la grabación.

—A Jasmine le encanta su trabajo —contestó—. Se lo toma muy enserio.

—Lo noté —en eso fruncí el ceño cuando Rogers retrocedió el video y vimos que de la camioneta, una colorina salió corriendo directo a un teléfono público—. Aún no me creo que enserio haya ayudado —susurré.

Kristoff no contestó, pero por la sonrisa que puso, supe que estaba orgulloso de notar esos pequeños cambios de Anna Arendelle.

—Señor —la voz de Jasmine Scott nos llamó la atención. La mujer sonreía con victoria—. Los encontramos.

Mi corazón latió con más fuerza y sólo pedía que por favor, estuvieran bien.

—¿Dónde? —pregunté de inmediato.

—En un terreno privado a las afueras de Londres —contestó con seriedad, volviendo a mirar a mi amigo—. Estamos listos para ir por ellos, señor.

La mirada de Kristoff se desvió a mi, y yo no pude hacer nada más que abrazarlo. Por favor, que estén bien. Por favor, que Elsa y mi hijo estén bien.

—Gracias —murmuré.

Me dió unas palmadas en la espalda, separándose segundos después.

—Los sácaremos de allí —y mirando a su equipo, ordenó—. Todos preparados, debemos rescatarlos de las garras de esa psicópata antes de que sea demasiado tarde. ¡Vamos, qué esperan!

—¡Sí, señor!

Pronto, Elsa. Muy pronto estaremos juntos, amor...

Flechazo de amor |Jelsa| |TERMINADA|Where stories live. Discover now