|16. J a c k.|

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Soundtrack 16: Tu Refugio - Pablo Alborán

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Dejo soltar un suspiro de agotamiento una vez llegar a mi casa a eso de las ocho de la noche. El trabajo en la empresa me llega a aburrir de vez en cuando, y hoy en la reunión lo único que pedía era estar junto a Elsa, arropados frente a la chimenea mientras oigo como lee sus novelas favoritas.

—Mi niño, al fin llega —Sarah viene a ayudarme con mi abrigo—. Hoy es una noche helada.

—Lo sé, no hallaba la hora de regresar —miré a todas partes frunciendo el ceño—. ¿Y Elsa?

—En la biblioteca —murmuró con el abrigo en su brazo derecho—. Después de llegar del hospital, no ha salido de allí.

¿Hospital?

—¿Qué pasó, Sarah? —me preocupo de inmediato, la mujer agacha por segundos la cabeza antes de sonreírme mientras se encoge de hombros.

—Era sólo una gripe, señor —responde y su sonrisa desaparece poco a poco.

Asiento. Camino hasta la biblioteca abriendo la puerta sigilosamente. Los estantes están ordenados con una pequeña pila de libros sobre la mesa además de un bolígrafo y la supuesta agenda que ya se convirtió en su diario.
La busco con la mirada hasta que la encuentro sentada junto al gran ventanal, abrazando sus rodillas. Mis pies avanzan en su dirección hasta sentarme a su lado. Ella aún sigue con la vista al exterior sin percatarse de mi presencia. Agarro su mano, asustandola.

—Lo siento —me disculpo, y su cuerpo se relaja—. ¿Cómo estás?

Cuando su mirada se topa la mía, siento que algo le pasa y yo aún no lo sé. Elsa no es buena en ocultar sus sentimientos, y eso me gusta. Sé cuando está bien o mal sin necesidad de preguntarle.
La detallo.
Lleva el cabello amarrado a una trenza desordenada, sus ojos están apagados, nariz roja, y no hay sonrisas de por medio. Acaricio sus mejillas antes de besarle la frente.

Debe ser la gripe, Jack.

—Llegaste —susurra.

—Sí, cariño —le di una pequeña sonrisa, sin dejar de acariciar sus mejillas—. ¿Al final era gripe, no?

Suspira, asintiendo.
La abrazo mientras le pregunto si es que ha cenado algo. Agradezco que Sarah sea tan preocupada en esos detalles; según Elsa, la mujer no se había alejado hasta que se terminara todo.
Sonrío. Sarah no ha tenido hijos y desde que comparte con Elsa, la ve como una hija. Talvez no lo diga, pero se le nota a simple vista. Me enternece.

—¿No quieres recostarte? —pregunto calmado—. Debes descansar, no quisiera que empeores. Ya llevas una semana así, cariño.

—¿C-Cariño?

—No, tomatito —me rio cuando sus mejillas sonrojadas se volvieron más rojas—. Vamos.

Con nuestras manos agarradas caminamos hacia la habitación. Dejo que se vista tranquilamente mientras yo hago lo mismo. Me quito la camisa blanca botón por botón (luego de sacarme los zapatos) y cambio mis pantalones por el de pijama, más holgado y cómodos.

Cuando me doy cuenta, Elsa ya está acostada y arropada hasta los hombros.
Sonrío. Abro las mantas rescostándome a su lado. Es temprano para mi, y tengo hambre. Pero me gustaría pasar un rato con ella antes de ir a comer algo.

Los ojitos azules de Elsa me miran con esa dulce inocencia que me cautiva. Naveen me ha comentado durante el almuerzo que tiene algunos sintomas, sin embargo, no es algo tan notorio como para asegurar que Elsa tiene ese dichoso síndrome.
Me preocupa.
¿Qué haré si es afirmativo y esos tipis se la lleven?

—Ven aquí —susurré. Sólo quiero abrazarla y no dejarla ir...

Por ella cambié.
Por ella siento que..., no soy tan malo como lo era antes...

Elsa apoya su cabeza en mi pecho mientras acaricio su cabello. Es mejor que descance y así la gripe se vaya de una buena vez. No me gusta que esté desganada.

—Quiero salir... —la escuché susurrar, levantando su cabeza para mirarme— ¿Podemos?

—Sí, claro —le sonreí, ella correspondió—. Hay un lago por aquí cerca, ¿te gustaría ir allí?

Asintió con cierta energía antes de tocarse la cabeza dejándola sobre mi pecho nuevamente.

—¿Te duele, no? —puse los ojos en blanco al darme cuenta de lo que dije—. Es obvio que sí.

—Ya se me va a pasar —dijo—. Es normal.

Besé su coronilla platinada y me quedé a su lado hasta que ya cayó dormida en su sueño. Me levanté con cuidado para salir de la habitación.
Caminé hasta la cocina donde le pregunté a Sarah si es que podía cocinarme algo antes de retirarse a dormir. Como ya sabía, aceptó.
El teléfono empezó a sonar en la sala. Sólo espero que no sea mi padre para hablarme de la empresa...

—Frost —contesté, oyendo una risa burlona al otro lado de la línea.

Vaya, esperaba que fuera Santa Claus.

—¿Qué pasa, Mérida?

Ver a Elsa —suspiró melancólica—. Es la primera que decide compartir una charla conmigo; ya sabes, no soy buena teniendo amigas. Casi que las espanto.

Sonreí. Elsa tampoco es buena haciendo amigos, quizas esta sea su oportunidad.

—Eres bienvenida, Mérida —dije—. Elsa no ha estado bien estos días y una amiga le vendría genial.

Mañana mismo estoy allá. Ah, y disculpa por no ir antes; estuve de viaje con Hiccup y mis padres —se disculpó, lo que me sorprende. No es que sea fan para disculparse.

—No pasa nada.

Sin despedirse, colgó el teléfono.
Mérida no era amable a veces, sin embargo, antes del desastre del cumpleaños de Elsa, la pelirroja dejó salir su amabilidad con casi todos los invitados. E hizo reír como nunca a... bueno, mi esposa...
Debo confiar en esa mujer; no todo el mundo le hará daño a Elsa.

—Gracias, Sarah —agradecí cuando estaba en la cocina, con un plato de sopa de pollo frente a mi.

Mi viejita asintió, despidiendose para retirarse a descansar.

Saborié la sopa relajado, con el silencio a mi alrededor.
Por fin un rato de paz.
Sin recibir ordenes, sin escuchar cada cinco minutos lo que mi secretaria tenía anotado en la agenda. Ni siquiera sin oír problemas de alguien que no me interesan en lo absoluto.
Cuando terminé, lavé el plato con sus cubiertos. Apagué la luz de la cocina y me retiré a mi despacho a ver televisión con tranquilidad.

—No. No. Esa menos —aburrido cambiaba los canales hasta llegar a los canales de fútbol—. Será.

Un mensaje me llegó al teléfono celular. Lo cogí del sofá para desbloquearlo. Es Naveen.

"La próxima semana estaré de viaje. Es mejor que Elsa venga pasado mañana para la sesión, amigo.
PD: Tiana tiene el aniversario de su restaurante ese día a las 20:00. Están invitados a la fiesta.

-Naveen"

Suena bien. Aún recuerdo cuando llevé a Elsa a un restaurante por primera vez. Estoy seguro que le gustará ir.
Veinte minutos después, decido apagar la televisión para dirigirme a la habitación. El cansancio inunda mi cuerpo que estoy seguro que estoy por caerme inconciente.
Al abrir la puerta, mis sentidos se ponen en alerta cuando escucho un sollozo. Prendo la lámpara antes de acostarme a su lado. Elsa cierra los ojos escondiendo su cara contra la almohada para evitar que la viera.

—Cariño... —beso su cabeza, abrazandola preocupado— Mi amor, ¿qué sucede?

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Sorry 😢
Quería actualizar rápido, pero no se me ocurrían muchas cosas para este capítulo.

Flechazo de amor |Jelsa| |TERMINADA|Where stories live. Discover now