•MEMORIAS DE ANNA 02•

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2 de abril del 2004.

Papá detuvo el auto antes de que pudiésemos bajar de allí. Por fin habíamos llegado a la casa de mi abuela, la estábamos visitando porque ella me había prometido mi regalo, pero jamás fue a nuestra casa, así que tuvimos que venir nosotros cuando Elsa estuvo recuperada de la paliza que papá le dio.

Yo no quería que me hicieran lo mismo, ¿ser como mi hermana de tonta? No, gracias. Mamá me enseñó que los tontos son solo un estorbo.

Una vez entrar a la casa, mi madre nos propinó un leve empujón para que subiéramos las escaleras, mi hermana un poco más adelante que yo, pues era la favorita de mi abuela, ¿cómo no querer verla?

—Vayan a saludar, y Elsa —mamá jamás la llamaba "mocosa" cuando estábamos en casa de la abuela—. Ve a buscar el abrigo de tu hermana luego.

Mi hermana asintió antes de llegar al segundo piso. Yo, por mi parte, subí lo mas tranquilamente posible pues, tal como imaginé, Elsa estaba encaramada en la cama junto a mi abuela quien, luego de un buen par de minutos, se dio cuenta de mi existencia.

—Oh, Anna, ven —dio unas palmadas a la colcha junto a ella, obedecí con un suspiro, dejando mi mochila tirada a los pies de la cama. Siempre traía una con algunos juguetes, ya que solía aburrirme—. Siento no haber ido por tu cumpleaños, cielo.

—No importa, abuela.

—¡¡Elsa!! —el grito de mamá proveniente del primer piso provocó que mi hermana bajara de inmediato, dejándonos a mi abuela y a mí a solas.

La señora dejó escapar un suspiro, señalándome una silla que estaba a un rincón.

—Ese es tu regalo, cielo —dijo con una voz débil. No me moví—. Ve antes de que llegue Elsa, no me gusta que una de ustedes quede mirando cuando le regalo algo a una y a la otra no.

Entonces fui hasta donde la silla para tomar la bolsa de regalo morada que estaba sobre este, de inmediato fui a guardarla a mi mochila, pues me dijo que lo abriera en casa y que ojalá me gustara. Le agradecí, aunque no aguantara las ganas por abrir el paquete. Fue cuando vi el horroroso juguete que ya no quería y que no sé por qué lo traje...

—Ten, abuela —le extendí el peluche del muñeco de nieve ante su mirada sorprendida. Sonreí inocente—. Es para ella, así ambas tendremos nuestros regalos, ¿no? Pero no le digas, pensará que me puede molestar y yo no quiero eso.

"No pasará nada si mamá y papá no se enteran..."

Mi abuela dio una pequeña risa. Alegre, saqué mi regalo de la mochila para abrirlo justo cuando Elsa ingresó al cuarto con mi abrigo en manos, el cual lo dejó a mi lado para volver a acostarse junto a la señora sin decir palabra alguna. Era muy callada y, cuando hablaba, se notaba bastante torpe. No decía nada bien y eso me molestaba, la hacía ver más tonta de lo que ya es.

—Cariño —creí que me hablaba a mí, pero no, era a mi hermana—. Anna ya recibió su regalo, pero a ti te tengo uno pequeño —noté como le extendía el muñeco de nieve.

Elsa, como pocas veces lo hacía, sonrió alegremente mientras tomaba el peluche y lo abrazaba. No podía entenderlo, era feo... ¿cómo pudo haberle gustado? Miré dentro de mi bolsa y mi alegría poco a poco se esfumó...

Otra vez me regaló un diario de vida.

Enserio, no entendía nada. Elsa era tonta, un completo estorbo que recibe los castigos para que aprenda de una vez, pero aun así sonreía por ese peluche horrible que, además, era mío, ¡mío! Cuando quise darme cuenta, sacudí la cabeza. No puede ser que me moleste que tenga ese peluche, prefiero que lo tenga a yo seguir guardándolo.

Flechazo de amor |Jelsa| |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora