Kick Boxer | 12

2.2K 168 139
                                    

Cerraron la puerta de la habitación y se dejaron caer contra ella, suspirando de alivio.

—Nunca más juguemos a esto, Adrien —dijo Marinette, oyendo sus respiraciones agitadas. Él la miró y le sonrió.

—Admite que fue emocionante.

—¿Es emocionante correr peligro de muerte? Tengo dieciséis, soy muy joven.

—Siempre me divierto contigo —rio.

Se incorporó, apoyó la caja sobre la cama y el pequeño libro sobre ella.

—Quieres leer el diario de tu padre, ¿no?

—No puedo mentirte. Ya quiero saber las cosas que escribió allí y tratar de imaginármelo.

—Hazlo. Yo puedo venir otro día.

—No —exclamó y corrió hacia ella. La ayudó a levantarse y la llevó a la cama tirando de su mano—. Quiero que lo leas conmigo.

—¿De verdad quieres compartir algo así conmigo?

—Sigues sin creer que confíe en ti, Marinette.

—No es eso, sólo que...

—Aún no termino de entender por qué. No eres como las demás personas o amigos que tuve. Te veo tan distinta.

—¿Eso es... malo?

—No, por supuesto que no —aclaró con una risita—. Es maravilloso. No sé si me consideras un amigo, pero yo sí lo hago.

—Sí, Adrien, claro que sí. No sabes lo importante que es para mí ganar tu confianza —dijo, conteniendo todo lo que en realidad le habría gustado decir.

—Bien, abramos el libro —invitó, con una encantadora sonrisa. Sentados al borde de la cama, miraron la polvorienta tapa y abrieron la primera página.

—Y tú, ¿también hablas italiano?

—Un poco.

—Oh, wow —exclamó con las manos en la cintura—, es usted todo un erudito.

—Eso quisiera —dijo entre risas.

—¿Quieres leer algo de lo que dice?

—Eh... Oggi ho avuto lezioni di cucito, ho cercato di concentrarmi anche se ho trovato difficile. Ho visto Emilie nel corridoio... —murmuró, y una sonrisa se dibujó en sus labios al leer ese nombre.

—¿Qué sucede? —preguntó Marinette, con la sonrisa contagiada.

—Aquí... habla de mi madre.

—¿Quieres traducir esa parte?

—Lo intentaré. Bien... Trataba de concentrarme en la clase pero no dejaba de pensar en ella. La vi en el receso hablando y riendo con sus amigas. Es tan hermosa cuando ríe. A veces creo que es un ángel. Una belleza así no es digna de alguien tan simple como yo. Quisiera ser valiente y poder hablarle algún día, sé que podría hacerla muy feliz... —continuó. Los ojos se le volvieron borrosos.

Marinette tuvo un ataque de ternura a cada palabra. Lo imaginaba de joven, intercambiando miradas y amándola en secreto, tal como ella hacía con Adrien.
Le apoyó una mano en el hombro, compartiendo el momento tan especial que se había creado.

—Si quieres puedes leerlo tú solo, cuando estés más tranquilo.

—Sólo voy a leer unas páginas más... —pidió, refregándose los ojos.

Leyó un par de párrafos, cuando una palabra le llamó la atención.

...Gli ho chiesto se poteva aiutarmi con i compiti. Per portare un miraculous lavoro extra richiesto e non sapeva se...

La última cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora