Revelador | 20

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—Vamos, dime qué sucede.

—Nada, Nino —respondió Alya cortante, mirando al frente.

Cruzaba el patio de la escuela mirando al frente. Nino la perseguía y se asomaba a los costados para poder hablarle.

—¿Estás molesta por lo de ayer?

—No.

—No me hablaste en todo el día. Es evidente que algo ocurre.

—Deberías saberlo.

—Sabes que soy despistado, Alya...

—Si no te das cuenta tú, no servirá de nada que yo te lo diga.

—Pero no soy adivino, no puedo saber qué piensas. Sea lo que sea, te pido perdón por lo que hice.

—¡¿Cómo puedes pedir perdón si ni sabes por qué?! —exclamó molesta, esta vez enfrentándolo.

—Está bien, perdóname por eso.

—Olvídalo, hablaremos luego —concluyó y bajó las escalinatas.

Abrumado, Nino se quitó la gorra y se sentó en un escalón, preguntándose cómo arreglaría las cosas con su novia. Sospechaba que su enojo se debía a su pelea del día anterior.

¿No somos novios? ¿Qué pasó con la promesa de no tener secretos? —gritó, haciendo ademanes con sus manos.

Nino trataba de acercarse persiguiéndola alrededor de la mesa, mientras ella le escapaba.

No es un secreto, Alya. ¡No sé nada! No seas injusta conmigo.

—¿Yo, injusta? No permitiré que me trates así.

—Amor, te lo juro, no lo .

—Es tu mejor amigo y deberías ayudarlo. ¿No te das cuenta de que esta situación afecta la amistad de todos?

—No lo entiendes...

—No, tú no lo entiendes. O te involucras, o me voy.

—Vamos, linda. No peleemos por esto, ellos podrán solucionarlo.

—No lo harán. Pero está bien. ¿No quieres hacer algo bueno por tu amigo? Perfecto. Nos vemos mañana en la escuela —sentenció, y dio un portazo al salir.

Era cierto que Adrien se comportaba extraño desde el sábado. Algo había pasado en la cita, algo que de verdad le molestó. Lo notaba aislado desde entonces. Ya no le hablaba en clase a menos que él le comentara lo difícil que era la tarea, o le preguntara sobre su estado de ánimo, a lo que respondía "estoy bien".

No sólo eso, también estaba muy distraído. Se la pasaba escribiendo en su cuaderno, pero no sobre las clases precisamente. Una vez se animó a espiar su hoja y encontró muchas letras sin sentido, palabras en otro idioma unidas con flechas y subrayadas.

Algo muy extraño había ocurrido con Marinette el sábado, de eso no tenía dudas. Tal vez una pelea, tal vez lo dejó plantado...

La última cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora