Las miradas hablan | 28

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—No voy a disculparme.

—No pido que te disculpes. Solo traten de hablar.

—Maestro, no es mi intención ofenderlo —dijo, apoyando la taza de té en la mesa—. Pero no entiende mi situación.

—Marinette, olvidas que yo también porté miraculous. Sé que es...

—Primero, he oído rumores de que Adrien sale con otras chicas. Alguien tiene que desmentirlos, y tiene que ser él.

—¿De dónde sacaste esos rumores?

—De... Chloe... Pero esta vez sí confío en ella. Además, quiero que él se acerque. Y que me demuestre su intención de hablar conmigo de verdad. De nada sirve que yo aporte todo si él no siente lo mismo.

—Entiendo. Yo también fui adolescente. Tienes miedo de acercarte y que salga mal. No quieres perder lo que ahora llaman dignidad. Pero, en realidad, es orgullo.

—Sí... bueno, tal vez...

—Este problema ya trasciende los límites de sus identidades civiles. Ahora hace semanas no hay akumas, pero ¿y si hubiera?

—Maestro, le informé que el sábado hubo en...

—Lo sé. Y te felicito por tu accionar tan veloz. Pero ¿qué habría pasado si no hubieras estado viendo la transmisión de la fiesta? No puedes saber cuándo alguien se siente mal en toda la ciudad.

Marinette rumió esas palabras unos segundos. Como todo lo que decía Fu, era cierto.

—No creas que no lo entiendo. Se requiere mucho valor para ser quien da un paso al frente y busca hacer las paces.

—Veré qué puedo hacer para solucionarlo. Por ahora, solo le prometo lo de los akumas.

—Gracias. Sé que lo harás.

—Tengo una pregunta que...

—La que quieras.

—¿Alguna vez le ha pasado algo así? Que los portadores tengan problemas por sus identidades.

—Muchas veces. La revelación de identidades puede traer diferentes reacciones. Algunos tardaron años en descifrarlo por sí mismos y se casaron poco después de saberlo. Si soy honesto, creí que esta vez pasaría algo así.

—¡¿Casarme con Adrien?! —exclamó agarrándose el pecho.

—Pero en otras revelaciones hubo muchas discusiones, sobre cuando ambos son muy jóvenes. Algunos hasta pensaron en devolver sus miraculous.

—¿En serio? ¿Y cómo?

—Pues... una vez entregué los miraculous a dos jóvenes que se odiaban en la escuela. Él siempre le hacía chistes y burlas, y ella no lo soportaba. Todos los días discutían. Cuando lo descubrieron, casi renuncian a seguir trabajando juntos.

—Vaya... ¿y cómo resultó?

—Ninguno quería dejar de salvar a la ciudad, eran muy buenos héroes. Les pedí a ambos que pusieran mucho esfuerzo. Pero entre broma y broma se enamoraron, se casaron y tuvieron dos hijas.

—Oh.

—Como verás, no es la primera vez que la revelación trae incidentes. Todos son susceptibles de solución.

La última cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora