Peleas como chica | 14

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—¿A mí? —preguntó Marinette, sorprendida.

En realidad, ya sabía que estaría entre las invitadas a la clase de esgrima. Lo que le sorprendía era que la hubiera elegido sabiendo que ella no tenía nada de experiencia en el deporte.
Por supuesto que ser Ladybug la había vuelto toda una profesional, pero claro, él desconocía esto.

—Sí, aunque no es obligatorio si no quieres...

—¡No! No, claro que iré. Será divertido ser tu alumna.

—Gracias, nos vemos a la tarde —concluyó Adrien y se alejó por el patio de la escuela.

—¿Tú, esgrima? Te van a aplastar —bromeó Alya.

—No me tienes confianza, pero te tragarás tus palabras.

—Entonces creo que quiero ver eso. ¿Puedo presenciar la clase?

—No creo que se pueda. Ya te contaré mañana.

...

Llegó al patio central de la escuela y divisó a un grupo de chicos con trajes blancos charlando en una esquina. El equipo de esgrima.

Entre ellos estaba Adrien, con la máscara levantada, riendo de algo que había dicho algún otro. Qué hermosa sonrisa tenía.

—Hola, Marinette.

—Ah, hola, Alix. ¿También te invitaron a la clase?

—Sí, amo los deportes. Voy a vencer a todos aquí.

—Seguro —respondió divertida.

El entrenador se acercó a ellos, dio una palmada y el equipo se dispersó.
Adrien dio media vuelta y notó la presencia de ambas chicas, por lo que se acercó a recibirlas.

—Hola, chicas. ¿No ha llegado Sabrina?

—¿Sabrina? —dijeron a coro.

—Sí, ella es la tercera alumna.

—Oh, no, no ha llegado —respondió Marinette.

—Bien, mientras tanto pueden tomar los elementos, están por allá —aclaró, señalando un armario que contenía los trajes y las espadas—. Hablaré dos segundos con mis amigos y empezaremos.

—Claro, gracias —concluyó Alix.

Él se dirigió al cuarto de lockers, cruzando el patio. Entró junto a otros dos de los esgrimistas y cerró la puerta tras ellos.

Mientras tanto, decidieron buscar los elementos necesarios para la clase. Siguieron las indicaciones de su compañero y abrieron las puertas del pequeño armario blanco.

—Eh... ¿Sabes cómo debo ponerme esto? —preguntó Marinette, sosteniendo uno de los trajes.

—¿Cuál de todas debería tomar? —dudó Alix, observando las espadas colgadas en línea.

—Mejor... voy a preguntarle a Adrien, en seguida vuelvo —avisó y cruzó el patio hasta la sala.

Pensó en tocar la puerta, pero oyó murmullo del otro lado y no quiso interrumpir. Debían estar hablando de cosas importantes, así que se limitó a sentarse contra la pared y esperar.

—Entonces tú vas con Sabrina, Tristan va con Alix y yo con Marinette —escuchó decir al rubio.

¿Acaso había oído bien? Adrien la había elegido a ella como compañera, quería practicar con ella. Era el mejor día de su vida.

—¿Por qué quieres entrenar a Marinette?

—¿Te gusta?

—¿Marinette? No, es mi amiga. Sólo no quiero que se lastime.

La última cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora