capitulo 5. sólo cállate

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Me despierto agitada, ¿Qué rayos fue eso?
Siento una sensación extraña en mi entrepierna, además de tener la boca seca.
Me levanto y me quedo sentada, aun confundida con mi pesadilla o ¿sueño?

Tranquila Leisy es solo una pesadilla...

Me comienzo a relajar un poco y siento demasiada sed, ¿Por qué no traje una jarra con agua?
Me levanto de la cama y camino descalza hacia la puerta, oh rayos ¿Qué hora es?
- 3 de la mañana – confirmo viendo el reloj de pared.
- Tal ves todos ya están dormidos, iré por un poco de agua a la cocina – digo para mí misma.

Me estoy volviendo loca, ya hablo sola...

Salgo lentamente de mi habitación y camino por el pasillo hasta llegar a las escaleras, todo está completamente obscuro, no logro ver con claridad.
Bajo de uno en uno los escalones hasta llegar a la planta baja.
Tardo unos minutos en encontrar la cocina, me adentro en ella y busco un vaso en las repisas.
Escucho un suspiro en la entrada de la cocina y comienzo a temblar.
- ¿Qué fue lo que te dije? – me pregunta Dominnick intentando contener su enojo.
- Eh, es que señor eh – siento miedo al verlo acercarse, logrando que las palabras no salieran cuerdas de mi boca.
- ¿¡QUÉ FUE LO QUE TE DIJE!? – me grita ya estando frente a mí y tira el vaso de mis manos haciéndolo estrellarse en el suelo.
- Tenía sed – le digo con voz temblorosa.

Mi cuerpo solo tiembla de miedo.
- Oh, ¿Tenías sed? – me pregunta con un tono amenazante.
Abro los ojos como platos al ver que se acerca a mi hasta hacerme chocar con el refrigerador.
- Por favor no me lastimes – le susurro.
- Te dije que no salieras de tu habitación ni husmearas en la cocina, ha roto dos reglas señorita Coreman – me continúa diciendo amenazante.
- Lo lamento, solo quería agua – le digo y mi voz se comienza a quebrar.
- Oh no, no vayas a llorar, ¿Tanto miedo me tienes? Que esperarse de ti, se nota que eres débil – me dice con rencor y me observa con frialdad.
- Solo... - me interrumpe.
- ¡SOLO CALLATE ESTUPIDA! – me grita y no puedo más, rompo en llanto y lo miro con miedo.

Quiero correr, pero mis piernas no lo permiten. Me siento como una estatua.
- Lo siento – le digo en susurro y agacho la cabeza. Tontas lagrimas dejen de salir.

Me mira de manera extraña ahora, me mira como en mi sueño, me mira con deseo.
- Solo lárgate antes de que pierda el control contigo – me susurra al oído. Apenas logro apreciar su aliento. Esta ebrio.
- Si – le digo e intento caminar a la puerta, pero toma mi brazo con fuerza, haciéndome daño.
Toma mi nuca con su mano y me acerca a pocos centímetros de su rostro.
- ¿Si que? – me pregunta y lo miro confundida.
Noto que hace un gesto de desagrado y se voltea.

Con un poco de miedo, acerco mi mano a su rostro y lo miro preocupada.
- No lo hagas – susurra y fija su mirada en mis ojos.

Poco a poco se acerca a mí, haciendo que mi respiración se acelere, dejándome sin aire.
- Lárgate – me dice con furia y me empuja haciéndome tambalear.
- ¿No escuchaste? ¡LARGATE! – me grita y salgo corriendo, evitando los vidrios que hay en el suelo.

Subo a toda prisa la escalera y corro por el pasillo hasta llegar de nuevo a mi habitación.
Cierro la puerta y me recargo en ella.

¿Pero qué rayos pasó? ¿Por qué me trato así?...

Poco a poco lagrimas recorren mi rostro.
Me dejo caer en el suelo sin dejar de llorar y me abrazo a mis piernas.
Cierro los ojos y solo lo miro a él, gritándome sin ninguna razón, mirándome con odio, amenazándome.
El sueño comienza a vencerme y la obscuridad invade mi vista.

- Eres una estúpida, mírate, temblando de miedo, tímida e inocente, tienes 19 años, ya se una mujer, deja de ser una mojigata santurrona Leisy, despierta a la perra que hay dentro de ti...
- No puedo hacer eso, estoy muy lejana de ser todo eso, estoy fuera del radar, soy invisible, así me gusta ser...
- Eso no es lo que me dicen tus sueños, no sabía que eras de soñar mojado...
- Solo cállate, fue una pesadilla horrible...
- Tu cuerpo no piensa lo mismo, no te hagas la que no sabe, una parte de ti desea a ese hombre misterioso...
- No, ese hombre es distinto, jamás me enredaría con el...
-  Yo diría que ya te está atrapando...
- ¡CALLATE, NO SABES LO QUE HABLAS!...
- ¿Hablas? Si estás hablando contigo misma mojigata...

Escucho un fuerte golpe en la puerta, ¿Quién llamara? Me levanto del suelo y me doy cuenta que ya ha amanecido.
Los golpes se intensifican y abro la puerta.

Mi rostro se veía fatal, lo sé, por la cara de Dominnick al verme.
- ¿QUE DIABLOS HACIAS, PORQUE NO HABRIAS LA PUERTA? – me grita con ambos brazos al aire.
- Lo siento, estaba durmiendo – le digo con calma, no me sentí nerviosa al verlo.
- Ah lo sientes, ¿QUÉ TE PASA? – me grita furioso.
lo miro con molestia, pero, ¿Quién diablos se cree?
- ¡TIENES QUE SEGUIR LAS REGLAS LEISY, NO DESPERTASTE Y NI FUISTE A LA COCINA A DESAYUNAR, ¿QUE DIABLOS TE PASA?! – continúa gritándome.

Miro hacia el techo con cansancio.
- Dominnick, solo cállate, ¿Quieres? – le digo y suelto un suspiro para calmarme.
- ¿Qué? ¿acaso escuche bien? – me pregunta y hace un gesto extraño.

Oh no, Leisy retráctate...

- No tuve una buena noche –le digo sobando mi frente y comienzo a sentir adolorido el cuerpo.
Me mira con furia, de nuevo.
- Cuanto deseo castigarte – me dice y se acerca a mí, obligándome a entrar a mi habitación.

¿Qué acaba de decir? ¿dijo castigarme?...

- ¿Castigarme? – le pregunto con temor y me alejo de él.
- Si – lo dice amenazante y me acorrala en una esquina de mi habitación.
- Me da placer verte así, indefensa, asustada y completamente lista para mí – me susurra al oído y abro los ojos como platos al escuchar eso.
- ¿Qué rayos está diciendo? ¿Sigue ebrio señor Heinsbek? – le pregunto de manera inocente.
- ¿Ebrio? ¿Yo? Claro que no, no necesito estarlo para darme cuenta que la chica que duerme bajo el mismo techo que el mío, esta sedienta de deseo – me vuelve a decir al oído, ¿Deseo?, ni siquiera tengo clara la idea de esa sensación.
La peste a alcohol molesta mi nariz.
- ¿Luciana no escucho sus gritos? – intento cambiar el tema.
- Me gusta más escuchar más los gritos de ella – me dice con voz seductora y acaricia mi mejilla.
- Señor Heinsbek, apesta a licor – le digo con repulsión e intento alejarlo, cosa que es inútil, se acerca más a mí.
- Me gusta escuchar mi nombre en tu voz, lo encuentro, relajante – me dice en susurro.
- Señor por favor, suélteme – le suplico.
Veo que sonríe, como disfrutando mi suplica, como si fuese una nota de piano.

Poco a poco se acerca a mí, haciéndome sentir pequeña. Todo mi cuerpo comienza a temblar. Mi corazón comienza a latir fuertemente.
Dominnick se acerca a mi cuello deja pequeños besos mojados en él. Realmente me siento asqueada.

- Detente, es en serio, ¡DETENTE AHORA! – le digo con desesperación, siento mucho miedo.

Se aleja de mi de golpe y me mira de manera extraña, con el ceño fruncido me observa detenidamente.

- Se nota que me tienes miedo, ¿Tan pronto? Te acabo de conocer hace unas horas y ya sembré miedo en ti, quien lo diría – dice analizando mi rostro.
Bajo la mirada y comienzo a jugar con mis manos. Cásico gesto en mí.

- No vuelvas a desobedecer mis reglas, porque no sabes la furia que me produce eso, se obediente o atente a las consecuencias – me dice y me empuja tan fuerte que me hace caer al suelo, cosa que no le importó, ya que solo me vió y cerró la puerta, dejándome sola, asustada y confundida...

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