capítulo 6. Ausente

9.6K 377 35
                                    

12 de marzo de 2015:
Han pasado cosas extrañas durante estas últimas semanas...
El señor Heinsbek es demasiado maduro para su edad, a lo que se, solo es dos años mayor que yo, solo tiene 21 años de edad y es, quedan cortas las palabras, malhumorado y estricto...
Su trato hacia la servidumbre es espantoso, les grita, les habla con sarcasmo de muy mal gusto, excepto a Margareth, ya que es como su nana o algo parecido, muy de lo contrario a Luciana, a ella no le va tan bien, le tira la comida, la humilla y la ha hecho llorar más de cinco veces, es como si la odiara.
Pero... ¿Conmigo? Parece que formo parte de su decoración, me ignora por completo, no me dirige la palabra en la mesa, a pesar de que soy la única que lo acompaña en ella...
Por las noches, sigo teniendo esas pesadillas, si, las nombré de esa manera, ¿A qué chica le gustaría que la mirasen de manera que se sienta comida o un animal indefenso? Listo para ser devorado, a mí no.
Hay veces que, al despertar, siento que me observan, que me miran con detalle cada movimiento que hago, y ya me está comenzando a asustar...
No me eh tomado la libertad de salir a conocer el castillo, ya que mi única función es despertar, cambiarme cada vez que al señor Heinsbek le moleste mi ropa, comer, pintar de vez en cuando, cenar y dormir, la vida aquí es aburrida.
No está demás decir, que mis libretas se están llenando de retratos de él, sus ojos, su mirada, fría y sin emoción alguna, no sé, se me ha vuelto un pequeño pasatiempo, paso tantas horas mirando su gesto de fastidio y repulsión, que me es fácil plasmarlo en papel...
Me gusta cuando el día se va, estar horas y horas en mi estudio de noche, pintando los pinos y montañas que se ven desde mi habitación, poniéndole colores por ahí y por allá, es fascinante, una sensación relajante, que me hace viajar a otro mundo, y me hace olvidar por un momento el mío...

Me despierto temprano de costumbre, mucho antes de que Luciana tocara la puerta, me ducho y cambio rápidamente, cepillo mi cabello y lo ato en una coleta alta, creo que necesito un corte, si no me llegara a las rodillas muy pronto.
Escucho el llamado de Luciana.
- Pasa – le digo y me siento en el pequeño sillón que se encuentra junto a mi cama.
- Buenos días señorita Coreman – me dice tímidamente, caminando hacia la mesita de centro, donde deja ya mi acostumbrado te. La noto rara, por primera vez la veo con el cabello suelto, tiene un tono rojizo, aún más claro que el mío.
-  Buen día – le contesto - ¿te sientes bien? – le pregunto.
-    Eh si, ¿Por qué pregunta? – me dice y no me dirige la mirada.
La miro y me paro frente a ella. Tiene la cabeza baja, como ocultándome algo.
-  Luciana, ¿Qué te ocurre? – le pregunto preocupada. Ella levanta el rostro y la veo, tiene el ojo izquierdo lastimado y morado, un gran hematoma en el parpado, lo tiene hinchado y es reciente. Noto que en el labio también tiene un aruñón.
- ¡Santo dios Luciana!, ¿Qué te pasó? – le pregunto y la siento en la cama.
- Nada en verdad, no es nada – me dice y se le empieza a quebrar la voz.
- ¿Quién te hizo esto? – le pregunto y le tomo la mano.
Agacha la cabeza y noto que comienza a llorar. Oh dios creo que ya se quien fue.
- Lucí, ¿fue el señor Heinsbek? – le pregunto y ella no contesta
- Lucí, ¿fue Dominnick? – le pregunto insistente y levanta la cabeza sin dejar llorar.
- Si, fue el – me dice y se rompe en llanto.

Una furia inundo mi cuerpo, esto es caer bajo, es de cobardes.
Me levanto de la cama de golpe con las manos hechas puño y camino hacia la puerta.

- Señorita Coreman, no por favor – me dice suplicando de rodillas, aun con lágrimas en los ojos.
- ¿Por qué le tienes tanto miedo? O mejor, ¿Por qué le tenemos tanto miedo? Es un ser humano cualquiera, ¿Qué dominio tiene en nosotras? – le digo cansada.
- No conoce al señor Heinsbek como yo, no sabe de lo que es capaz de hacer, es un hombre frio y sin remordimientos, señorita Coreman, le aconsejo que se vaya de aquí, antes de que sea demasiado tarde – me dice tomando mis manos, dándome una advertencia. Veo en sus ojos dolor y sufrimiento.

Si amoWhere stories live. Discover now