Capítulo 28. Las cosas cambian

7.2K 396 72
                                    

Leisy

¿Por qué cuando la felicidad empieza colorear tu mundo, la realidad te hace despertar con un cubetazo de agua helada?

Luciana, una pequeña pero desequilibrada chica, fue mi gran cubetazo, ¿por qué? ¿Por qué Luciana hizo algo así? ¿Por qué tenía una navaja? ¿Estaba destinada para mí? mi cabeza se invade de preguntas sin respuesta.

Ha pasado una semana desde aquel día, apenas una semana, desde que todo cambio en el castillo.

Margareth, hace tres días que se fue, tomo sus cosas y con lágrimas en los ojos, se marchó, con un funeral esperándola en casa.

Dominnick, solo se encuentra pensativo, alejado de todo, alejado de mí, ¿Qué no me había convertido en una clase de apoyo para él? ahora solo soy un mueble más decorando este frio castillo. Mi mente me acribilla diciendo que me vaya, que me aleje de él y de su indiferencia, pero, mi corazón solo le tapa la boca y me dice que resista.

Me encuentro en el comedor, solo viendo su lugar, extraño las conversaciones con él, su mirada puesta en mí, sus caricias que hacen arder mi piel, sus besos salvajes que me vuelven loca ¿sonare muy egoísta? No lo sé, solamente deseo que esta pesadilla termine.

¡Leisy! – escucho llamarme desde su oficina. Me levanto alterada y corro rápidamente. Veo entre abierta la puerta, pero aun así le llamo - ¿puedo pasar?

-Es estúpida esa pregunta – me contesta distante y paso lentamente.

Lo miro, miro su rostro con un toque de tristeza, lo veo ido en su propio mundo, alejado de mí, dando paso en reversa de lo que ya habíamos avanzado.

-¿Qué necesitas? – le pregunto quedándome estática en la puerta.

-¿Ahora no te acercas? – me pregunta y me mira a los ojos.

-¿Qué necesitas? – vuelvo a preguntar agachando la mirada.

-Ahora que la señora Margareth no está, necesito una nueva ama de llaves – me dice fríamente.

-¿y quieres que yo sea tu nueva ama de llaves? – le pregunto confusa, cosa que realmente no me molestaría, a fin de cuentas, yo estoy aquí sin ninguna especie de paga.

-No – me contesta negando con la cabeza – quiero que me ayudes a aprobar algunas candidatas, creo que eres buena para eso, necesito encontrar un remplazo en cuanto antes – concluye.

-Es fácil reemplazar al personal para ti no – le digo fría y levanto la mirada.

Se levanta con brusquedad y se posa frente a mí.

-Te voy a pedir tres cosas: número uno, no me vuelvas a tutear, soy el dueño de este castillo; número dos, las cosas pasan y si la servidumbre se va, se remplaza, así de simple; y número tres, mantén tus comentarios estúpidos para ti misma, no me importa conocerlos, ¿está claro? – concluye diciendo a unos centímetros de mis labios.

-Perfecto señor Heinsbek – me limito a contestar, dando un paso hacia atrás.

-Bien, ahora ven, quiero que veas los perfiles de algunas candidatas y me ayudes a escoger – me dice dándome la espalada y mostrándome unos documentos sobre su escritorio.

-Si señor – le respondo seria y me siento frente a él, sintiéndome pequeña, triste, desconcertada con su actitud hacia mí, parece como si se le hubiera olvidado aquel encuentro en el bosque, como si se le hubieran olvidado sus propias palabras, realmente me siento completamente destrozada.

Dominnick

La veo sentada frente a mí, frunciendo los labios al leer los expedientes, deseo abrazarla, besarla y decirle que lo siento, pero, creo que es mejor así, mi cabeza y mis pensamientos no son estables, mi cabeza esta en otro mundo, y francamente no quiero lastimarla

Si amoWhere stories live. Discover now