capítulo 12. Más que un chico ( 2da. parte)

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- ¿Dominnick a dónde vas? – me pregunta mi madre.
- ¿Eso te importa? – le pregunto cortante y me encamino hacia las escaleras.
- ¿Qué está pasando contigo? Llevas así durante 8 meses, ¿te drogas o algo parecido? – me pregunta mi madre exaltada.
-  Oh, déjame en paz madre, ve a tomar té con tu hija – le digo meneando la mano al aire y bajo rápidamente las escaleras.
- ¿A dónde vas hermano? – me pregunta Lussian.
- ¿que no puedo salir sin tener que dar explicaciones? – pregunto molesto y veo que mi madre está al pie de las escaleras.
- ¿Qué te pasa Dominnick? Tú no eres así – me pregunta Lussian preocupado.
- Al fin deje de ser un niñito, al fin me convertí en un hombre y les voy advirtiendo, el castillo me lo dejo mi padre como herencia, así que no estaría mal que buscaran otro lugar donde vivir – les digo a ambos y cierro la puerta de la entrada con fuerza.
Camino bajo la lluvia hasta llegar al café donde quede con Anabelle.
Estos meses han sido una verdadera locura, nunca me imaginé que desde aquel día que espiaba a una chica tras un arbusto, me convertiría en otro chico.
La veo luciendo sus caderas y mover su hermoso cabello dorado de un lado a otro.
- Hola bebé– me dice al llegar y besa mis labios – luces sexys con esa chaqueta de cuero – me susurra al oído y se separa de mí.
- Hay otra cosa de cuero que luce bien en ti – le digo seductor y veo que se pone tensa.
Luego de un par de tragos fuimos a la cabaña, donde según Anabelle, me tiene una sorpresa.
- Espera en el sofá y entras a la habitación cuando yo te diga, ¿entendido? – me pregunta seria. Amo cuando toma ese papel.
- Si señora – le contesto y hago una especie de reverencia con la cabeza.
Pasan unos minutos y yo me encuentro impaciente en el sofá, ¿Qué diablos está haciendo?
- Dominnick – me llama y me levanto como resorte.
Abro lentamente la puerta y encuentro a Anabelle con un conjunto negro, con unas medias negras de encaje y un liguero.
- ¿Sumisa? – le pregunto y me quito la chaqueta.
- Si señor – me responde y se arrodilla frente a mí.
-  No te muevas – le ordeno
- Si señor – me contesta.
Camino hacia la cómoda y saco unos listones y una fusta.
- Recuéstate sobre la cama – le ordeno y se mueve lentamente hacia el lugar.
La ato de cada extremidad en cada poste de la cama, dejándola expuesta para mí.
- Eres una chica mala Anabelle –le digo y paso la fusta sobre su vientre.
Veo que se retuerce de placer en la cama y le pego justo debajo del ombligo.
- No te muevas – le ordeno.
Desgarro sus bragas y la dejo solo en medias y sostén en la cama.
- Creo que ya has visto suficiente – le digo y cubro sus ojos con una tira de seda negra.
- Si se cae, te golpeare con ella tanto que te dolerá al respirar, así que, sostenla bien Anabelle – le ordeno serio y pongo la fusta en sus dientes.
Busco su cámara y la enciendo.
- Te ves tan perfecta – le digo y tomo una fotografía.
Me quito la camisa y me pongo entre sus piernas.
- Hora de devolverte el favor – le digo y comienzo a frotar su clítoris lentamente haciéndola estremecerse.
Comienza a gemir y apretar la fusta entre sus dientes.
Poco a poco comienzo a besar sus piernas hasta llegar a su vagina. Le doy pequeños besos hasta meter mi lengua en ella, saboreando, disfrutando cada gota de ella.
Me levanto y le quito la fusta de su boca.
- Me excitas demasiado – le digo y sobo su labio.
Me coloco en la posición que estaba antes y comienzo a pasar la fusta en sus piernas, poniendo su piel de gallina. Sigo mi recorrido hasta llegar a mi objetivo principal.
Comienzo a frotar su vagina de nuevo, pero esta vez con mi nuevo juguete.
Anabelle se comienza a retorcer y jalar de sus amarres.
- ¡Quédate quieta! – le grito y le pego con la fusta.
Escucho sus gemidos entrecortados, haciéndome estremecer por dentro.
Meto un dedo dentro de ella y me doy cuenta que esta lista para mi.
- Estás tan mojada – le digo y desabrocho mi cinturón.
- Eres un amo – me dice Anabelle entre gemidos.
Me adentro en ella con agresividad, haciéndola gritar y respingar al sentirme dentro de ella de manera repentina.
Gemidos, embestidas, respiraciones entre cortadas, maldiciones y bendiciones sonaban en la habitación, una deliciosa combinación, que resultaba excitante y maravilloso al final, eso somos Anabelle y yo, una deliciosa combinación.
- Entonces, ¿soy un amo? – le pregunto soltando un suspiro mientras me acomodo en la cama.
- Eres mi amo – me contesta con esa voz tan sexy que tiene al terminar nuestra sesión.
Los silencios después del sexo me causan paz, son un tanto relajantes y refrescantes en verdad.
- Y pensar que, cuando te conocí, eras un pequeño niño, morboso y asustado – me dice y besa mi pecho.
- Y ahora soy un amo, las cosas cambian rápido, ¿no lo crees? – le digo y beso su cabeza.
- Anabelle, quiero que demos un paso en nuestra relación – le digo seriamente y ella levanta la mirada y me observa fijamente.
- ¿A qué te refieres con eso? – me pregunta curiosa.
- Quiero que vivas junto a mí en el castillo – le respondo con firmeza y en ese momento se levanta de la cama.
- ¿Sucede algo? – le pregunto y me siento.
Ella voltea y sonríe, tiñendo sus mejillas de rosa, luciendo tan hermosa y sensual como siempre.
- Nada, solo que – suelta un suspiro – eres un hombre maravilloso, lleno de virtudes, eres todo un dios, e incluso, eres mucho más hombre que todos los idiotas que han pasado por mi vida – me dice y se sienta a mi lado, recostando su cabeza en mi hombro.
- Tú me convertiste en lo que soy – le digo y beso su cabeza.
- Eres el amor de mi vida Dominnick, te amo – me dice y suelta un suspiro.
- Te amo Anabelle – le digo y la miro fijamente a los ojos.
- ¿Me amarás para toda la vida? – le pregunto y ella besa la comisura de mi labio inferior
- Te amare para toda la vida mi querido Dominnick.

3 meses después...

- ¡Te dije que te quedaras en tu lugar! ¿Acaso eres una estúpida? – le grito a Anabelle y ella comienza a llorar.
- ¿En qué te has convertido? – me pregunta entre sollozos levantándose del piso.
- Soy un amo, esto, es lo que soy, así que, acostúmbrate – le contesto cortante dejando caer su cámara al suelo.
- Te espero en mi habitación, y no demores, porque ya sabes lo que sucede – le digo amenazante cerrando fuertemente la puerta.
Bajo las escaleras y camino por el pasillo hasta llegar a mi habitación, por otro lado, Anabelle se encuentra en la torre, cosa que me arrepiento, es molesto ir hasta ese lugar todo el tiempo.
Busco un cigarrillo y lo enciendo, recostándome en mi cama soltando un suspiro.
Diez minutos después, tocan a la puerta y una Anabelle seria entra por la puerta.
- Aquí estoy – me dice y me observa desde la puerta.
- Lo siento, no quise gritarte de esa manera – le digo me levanto de la cama dejando el cigarrillo en un cenicero.
- Si quisiste, si no, no lo hubieras hecho, es así de simple – me contesta seria y un tanto pensativa.
- Anabelle yo – me interrumpe poniendo una mano en mi boca.
- Creo que lo que hay entre tú y yo – analiza mi rostro y busca la palabra correcta para decir – se extinguió – concluye y suelta un suspiro.
- ¿Disculpa? – le pregunto y me alejo de ella.
- Dominnick, ya no te amo – me dice fría.
- Pero, ¿Por qué? – le pregunto un poco exaltado.
- ¿Por qué? Dios, míranos Dominnick, eres un niño jugando a ser adulto, además, ya no eres el hombre del cual me enamore, cambiaste, las sesiones te hicieron otro – me dice con algo de dolor.
- ¿Y qué me dices de ti? Siempre estás ausente cuando estamos juntos, todo el tiempo nerviosa, como si estuvieras a la fuerza conmigo, como si quisieras estar en otro lugar, como si quisieras estar con alguien más, Anabelle, dime la verdad – le digo serio.
- Dominnick yo, me he enamorado de alguien más – me dice agacha la cabeza
- ¿Qué? ¿de quién? – le pregunto acercándome a ella y tomándola de los hombros.
- Me enamore de...
- ¡Cállate! – le grito y la empujo.
- Dominnick cálmate – me dice y hace un gesto con las manos.
- ¿Qué me calme? ¡cómo diablos me pides eso! – le grito exaltado.
- Lo siento en verdad – me dice y se quita una lagrima de la mejilla.
- Oh, lágrimas de cocodrilo, muy bien – le digo y le aplaudo.
- Simplemente paso Dominnick, tú eras, diferente, me tratabas distinto, no quería lastimarte, no quería que me ganara esa duda, pero él me demostró un mundo distinto, me hizo cambiar y ver las cosas de otra manera, y me enamore y lo siento, solamente paso – me dice excusándose de manera desesperada.
- Te equivocas, lo quisiste, tú me hiciste como soy, no me digas que cambie, no te atrevas a decirlo, me hiciste cambiar y convertirme en un demonio, borraste todo mi pasado con tu obscuridad y lujuria, me hiciste jurarle casi al mismo diablo jamás hablar sobre tu obscuro pasatiempo, me orillaste a hacer cosas que nunca imagine hacer, probé la lujuria, el deseo, y el dolor contigo, y ahora, después de todo esto, después de jurarnos amor eterno, de soltar palabras falsas, después de que yo te amo, me dejas por alguien más, por alguien que te cambio, que ironía, un idiota que no sabe que eres una vil zorra – le digo con dolor y la miro con odio.
Se queda callada, no me mira, pero sé que le dolió, y realmente espero que así sea.
- Lárgate, no te quiero volver a ver – le digo y aprieto la quijada.
Me paro frente a ella y la tomo del cuello, observando unas cuantas lágrimas en sus mejillas.
- Me es increíble que te enamores de alguien, solo mírate, eres tan insignificante, una zorra sin sentimientos – me digo con odio, dirigiéndome a su orgullo, haciéndola sentir basura.
Abro la puerta de mi habitación y la tiro al suelo.
- Gracias por tus servicios – le digo cortante y le tiro unos billetes que tenía en el bolcillo.
Cierro la puerta lentamente, pero antes de cerrarla del todo ella me mira con lágrimas en los ojos y dice el nombre que nunca hubiese imaginado, el nombre de aquel hombre que me arrebato a mi ángel caído, a mi demonio angelical, el nombre del hombre con el cual comparto la misma sangre...
- Lussian

Si amoWhere stories live. Discover now