PROLOGO

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Esa noche él y su familia habían sido invitados a un baile en un gran salón en Londres como parte de la apertura comercial de Japón con otros países.

Él era el menor de su adinerada familia y su condición de doncel solo le permitía lucir cual muñeca para ser reclamado por el mejor postor. Había sido educado bajo el régimen estricto de la Geisha Minako la cual era una mujer fría y de corazón duro, ella decía que las geishas no debían tener corazón, lo cual no fue muy difícil de adoptar para el pequeño Yuuri, el cual careció de atención y afecto por parte de su familia, dando como resultado un ser completamente frio y sin sentimientos solo posando y luciendo bello.

Esa noche el llevaba un kimono rojo con estampados florales realmente bello, resaltaba su blanca y perfecta piel. Su cabello negro y lacio era adornado por flores y broches de oro, sus labios y mejillas tenían un color cereza natural el cual lo hacía lucir más bello y sus ojos esos hermosos ojos café rojizo, tan profundos y con un brillo tan especial que atrapaban a cualquier hombre como insecto en ámbar.

Más de uno quedo hipnotizado con el encanto de aquel ser efímero, Yuuri solo se reía para sus adentros.

-Todos son unos idiotas. -pensaba.

Sin embargo hubo una mirada color esmeralda que no se pudo quitar de encima en toda la noche, decidió seguirle el juego solo para su diversión sin pensar en que esto traería sus consecuencias.

Aquella mirada pertenecía al conde Yuri Plisetsky, uno de los caballeros más adinerados de Inglaterra. A pesar de su juventud se decía que había heredado miles de libras esterlinas y que su fortuna no tenía fin. Además de eso se decía que tenía una personalidad un tanto extraña, que amaba coleccionar cosas exóticas de sus viajes de todo el mundo. Él era por lo mucho muy apuesto, lucia una cabellera rubia larga amarrada con un fino listón y tenia ojos verdes como esmeraldas, su cuerpo era más delgado y fino que el de los demás hombres pero gozaba de muy buena forma.

Como un felino se abrió paso entre la multitud dirigiéndose al que momentos atrás le habían presentado como Toshiya Katsuki.

-Señor Katsuki tenemos que hablar de negocios. - El conde Plisetseky no se iba con rodeos era un excéntrico que si algo captaba su atención no dudaría en ir por el hasta conseguirlo.

-Si dígame señor... - pregunto curioso el hombre asiático.

-Plisetsky conde Plisetsky. - Contesto con una gran sonrisa. - Seré directo con usted. Su hijo como se llama ¿por cierto?.

- Yuuri. - Contesto el hombre anticipando hacia donde iba todo eso.

-Si Yuuri, me ha interesado enormemente. -Bajo un poco el tono de voz y se acercó más a su interrelocutor. - quisiera pedirlo en matrimonio. - susurro.

-Ya veo.- Las manos del hombre comenzaron a juguetear como si se tratara de un gran trato comercial.- Usted sabra que no es el único pretendiente. El es realmente popular en este país y en Japon, sin mencionar que su dote por ser el menor no es tan alto.

- pff . interrumpio Plisetsky. ¿ quién necesita un dote? nosotros somos hombres de negocios usted solo ponga una cantidad caballero, no hay problema.

- El señor Katsuki abrió sus ojos como platos, no dudo un instante en aceptar la jugosa oferta del conde. -estoy seguro que mi hijo será muy feliz a su lado.- comento estrechando la mano del rubio.

-Fue más fácil de lo que pensé, jaja como todo un perro hambriento.

- pensó el joven mientras tomaba un sorbo de su copa de vino observando a su más reciente adquisición. Así como tal becerro fue vendido, sin embargo esto era algo que él ya lo veía venir sin duda alguna.

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Despertó por un fuerte golpe dado por el andar del carruaje, se había quedado dormido y soñado con aquella noche que cambio su vida. Levanto bien la mirada para encontrarse con aquel joven rubio con el que dos años atrás había contraído matrimonio, miro pensativo su mano izquierda fijando su mirada en aquel anillo y suspiro mientras se perdía en sus pensamientos. La verdad era que no podía quejarse, si bien no sentía nada por su esposo este no le trataba mal, de hecho no sentía que hubiera habido algún cambio en el trato que alguna vez recibió en su vida.

Su esposo pasaba de él la mayor parte del tiempo, siempre estaba trabajando o de viaje y en sus días libres, se pasaba leyendo frente a la chimenea de su gran casa o con su amigo el coronel Otabek.

Él era como un fantasma, su función consistía en acompañarlo a las fiestas de lujo en los grandes salones de la capital y claro lucir lo más bello posible no podía deshonrar a su ahora marido, tenía que ser el perfecto trofeo, así como servir de compañía si así lo pedía el señor conde además de calienta cama.

Si, si cumplía con eso al pie de la letra ya era el esposo perfecto según las enseñanzas de Minako sensei, y podía tener un momento de paz para él y una vida llena de lujos y comodidades. Para el todo era perfecto de esa manera.

-¡¡Mira ahí está el castillo Capbell!! despues de tanto tiempo, querido Puma Tiger. - Dijo emocionado el conde abrazando a su gato blanco para después casi saltar por la ventanilla de la carroza apuntando a una estructura enorme. Apenas estaban entrando por los jardines frontales de esa vasta propiedad y Yuuri ya se sentía cansado.

- Bueno al menos podrías emocionarte un poco. - reclamo el conde a Yuuri volviendo a su lugar y tomando el periódico.

- Estoy emocionado en verdad no se me nota querido. - dijo Yuuri sin expresión alguna en su cara. Yuri bajo el periódico para observar el rostro de su esposo. - no para nada, pero con que Puma Tiger este feliz con eso me conformo.

-Yuuri tenía sentimientos encontramos ya se había acostumbrado a su antigua casa en la ciudad y ahora por un capricho del conde se mudaban a su antigua casa de campo. ¿Que podría haber de diferente en este viejo y enorme castillo?

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Hola aqui esta prologo eto.. adios

En el jardín de los secretos (VICTUURI) (Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora