4. Enfermo de ti

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Pronto llego al castillo y de primera se arrepintió de haber vuelto tan temprano, pero no quedaba de otra, para matar el tiempo iría a la biblioteca a leer como acostumbraba a hacerlo en su casa de la ciudad.

Tuvo que pedir ayuda a una de las sirvientas para que lo auxiliara a llegar ya que aun no lograba ubicar todas las habitaciones. Después de cruzar el umbral de la puerta de la biblioteca Yuuri quedo maravillado por lo extenso que era, tenia estantes de madera llenos de libros, tanto nuevos como antiguos quizá reliquias de la familia Plisetsky, pero ese día no estaba interesado en explorar más allá, solamente tomo el libro que tuvo mas cerca y se sentó en uno de los sillones rojos y mullidos. Su vista se perdió en la ventana de enfrente que daba hacia a lado de la casa, los vastos campos verdes de la propiedad se extendían metros y metros, se quedó así un momento con la mirada perdida.

-Sus manos eran grandes y ásperas como las de una persona que trabaja mucho.- pensó tocando al mismo tiempo la mano en donde había sentido el tacto de aquel hombre.

Pronto se encontró sumergido en sus propios pensamientos, todos ellos recordando al platinado, su cálida sonrisa, su voz tan firme pero suave, sus grandes hombros y espalda, todos ellos provocaron que soltara un gran suspiro y se relajara de mas en su asiento, provocando que quedara casi acostado con el libro sobre su pecho.

- ¿No tiene nada de malo que admita que es atractivo verdad?, como decía lady Lilia ¨qué estés a dieta no significa que no puedas ver el menú¨-.

Rió un poco al recordar las palabras de esa mujer que en algún momento convivió con el durante su estancia en la ciudad, se podría decir que era a la única que consideraría lo mas cercano a una amiga.

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- !No por favor Minako sensei prometo hacerlo bien!- decía con desesperación un pequeño niño con un koto en sus manos mientras de sus ojos salían gruesas lágrimas.

- ¡Cállate! ¡Y deja de llorar! ¡Tu no debes de llorar! ¡Una geisha no debe mostrar sus sentimientos te lo he dicho miles de veces!- gritaba la mujer tomando al pequeño por los hombros y sacudiéndolo bruscamente.

- !Me lástima! ¡Suélteme!- gritaba tratando de soltarse. Pronto sintió una bofetada en su cara que provocó que quedara en shock y que sus lagrimas pararan de golpe.

- ¡Deja de llorar o te daré bofetadas hasta que pares de hacerlo! ¡pequeña abominación.! -

- No, basta!

Despertó de repente agitado y sudoroso la habitación estaba fría y obscura, sintió un escalofrió y se estremeció, pronto el miedo comenzó a invadir su ser, de repente unos golpes insistentes en la puerta lo sacaron de su sopor para después darle paso a Mila.

- ¡Amo Yuuri! ¡No debería dormir aquí podría resfriarse.!

Yuuri se levantó y se acicalo un poco, hasta a el se reprendía el haber sido tan descuidado.

- La cena esta lista, estoy segura que le encantara. Acompañadme por favor. - dijo Mila animosamente, aunque el pelinegro no tenia humor para comer, después de todo estaría solo y después de tener tan agradable compañía la soledad parecía resentirse más.

Llegando al comedor el azabache se sentó en la mesa, pronto le fue servida su cena, sin embargo el no tenia apetito, lo cual le extraño, siempre aunque tuviera poca hambre comía.

- ¿Quiere que me quede acompañarlo amo Yuuri.? .- preguntó la joven como si hubiera adivinado el pensamiento del menor.

- No es necesario gracias. -

En el jardín de los secretos (VICTUURI) (Mpreg)Where stories live. Discover now